Las últimas encuestas no han dado más que varapalos al Gobierno Zapatero. Las medidas anti-crisis, la reforma laboral, o los más de 4.000.000 millones de parados han hecho mella en el Ejecutivo haciendo caer su popularidad hasta los límites más bajos de estos últimos seis años.

Los últimos informes de intención de voto arrojaban cerca de 10 puntos de ventaja del PP sobre el PSOE y las encuestas realizadas por varios medios de comunicación españoles confirmaban que la ventaja de los populares lejos de mantenerse o disminuir, aumenta cada trimestre.

Las declaraciones del presidente de Castilla-La Mancha, Jose María Barreda, en las que venía a decir que o se cambiaba el rumbo del Gobierno o el PSOE se dirigía a una catástrofe electoral, abrieron el debate interno en el seno del partido socialista, poniendo el liderazgo y la continuidad de Zapatero en seria duda.

Sin embargo, el presidente ha conseguido sobreponerse y dando un giro de timón ha cerrado todos los debates en torno a su imagen. Con la remodelación del Ejecutivo, Zapatero ha maniobrado de forma inteligente y eligiendo a Rubalcaba y Jáuregui como sus dos pilares ha acallado las críticas de la vieja guardia socialista.

A pesar de que la valoración ciudadana en torno a Zapatero sigue en tendencia negativa parece que el cambio, a largo plazo, mejora la perspectiva de los socialistas. La elección de Rubalcaba como hombre fuerte del Gobierno ha mejorado la confianza en el Ejecutivo.

Con la salida de la crisis en el punto de mira y la perspectiva económica mejorando, el PSOE se centra en dar la vuelta a las encuestas. "Sé que queríais impulso e iniciativa, he hecho todo el esfuerzo para que lo tengáis y, como siempre, he tenido un apoyo leal y generoso de los compañeros. Ahora os veo más motivados, por lo que ahora sé que el apoyo y la fuerza va a ser aún mayor", declaró Zapatero ante la Ejecutiva Federal de su partido.