El Congreso respiraba ayer ambiente de inicio de curso. Sus señorías hace ya dos meses que han vuelto de su periodo de vacaciones, pero parecía que comenzaba una nueva etapa. La expectación de los periodistas era similar y se sucedieron también besos y parabienes -algunos más fingidos que otros- aunque muy concentrados en seis personas: los nuevos ministros y los que han cambiado de cartera o han asumido nuevas competencias.

Si se tratara de hacer un ranking de acercamiento de mejillas, Rosa Aguilar, asida a su flamante cartera de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, ocuparía el primer puesto dentro y fuera del hemiciclo.

Diputados socialistas, del PP, de los grupos nacionalistas, informadores... muchos se acercaron hasta ella para darle la enhorabuena y recordar algunos pasajes de su etapa como portavoz de IU en la Cámara. Incluso un ex compañero de grupo como Gaspar Llamazares le transmitió su felicitación, pese a que la relación personal entre ambos no da pie para que hablen mucho de ese pasado común.

Pero el pasado estuvo ayer muy presente en la Cámara. Es lo que intentaron los parlamentarios del PP para contrarrestar la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba como hombre fuerte del Gobierno y reforzar su argumento de que, pese a los cambios en el Ejecutivo, todo sigue igual. Ese fue el hilo conductor de la intervención de Soraya Sáenz de Santamaría en su primer cara a cara con quien estrenó el sillón azul contiguo al de José Luis Rodríguez Zapatero y al que pidió que el Gobierno rectifique y no congele las pensiones el próximo año. Pero ve muy lejana esa posibilidad porque, tras los cambios en el Ejecutivo considera que "hay más de lo mismo por los mismos" y sigue sin gobernar nadie.

Mentiras y verdades

Puestos a hablar del pasado, ¿por qué no remontarse a la elección de estudios del vicepresidente? Así, aludió a su licenciatura en químicas para asegurar que hace falta mucho más que química para transformar la mentira en verdad.

No sólo la portavoz popular se empleó a fondo para poner sobre la mesa etapas pasadas de Rubalcaba y de los gobiernos de los que otrora formó parte, porque dos veteranos diputados como Rafael Hernando e Ignacio Gil Lázaro también lo hicieron.

El vicepresidente no defraudó a los suyos al repartir también sus ataques, citar como rasgo identificativo del PP el ser un partido "profundamente antisocial".

Eso sí, parece que los diputados, a partir de ahora, van a alargar su presencia en los plenos de control porque no quieren perderse las preguntas dirigidas a Rubalcaba y éste, como ocurrió ayer, deberá contestar también a las relativas a su condición de ministro del Interior.