El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, pide "perdón" postrado. La imagen ocupó primeras planas de periódicos, titulares en telediarios, debates radiofónicos y, en lo que ya viene siendo una expresión demasiado manida, hizo arder las redes sociales. Era un gesto inédito y, por tanto, informativamente relevante. Hasta ahí bien. Pero en este caso a muchos se les escapó la verdadera noticia.

La noticia estaba en que Monseñor Martínez presidió ese día una misa repleta de público y medios de comunicación y en la que, tras la escenificación de la disculpa por los abusos a menores cometidos por sacerdotes de su Archidiócesis, se despachó con declaraciones en su sermón como la siguiente: "El mal hay que erradicarlo, y cuando afecta a inocentes, más decididamente, pero no debemos juzgar si no queremos ser juzgados".

¿Perdone? ¿Me lo puede repetir, por favor? ¿Cómo que no debemos juzgar? Este señor no sabe -o, lo que es peor, no quiere saber- lo que es un Estado de Derecho.

Claro que no es de extrañar que opine así, teniendo en cuenta que la propia Conferencia Episcopal admitió que este arzobispo le ocultó la denuncia de los abusos a menores en Granada, actitud que ni siquiera este órgano condenó, es más, la defendió, aprovechando de paso para criticar a los medios de comunicación por sí hacerlos público. De lo que se deduce que ellos, los sacerdotes, sí pueden juzgar a los demás, pero nadie más que Dios puede juzgarles a ellos.

El secreto de confesión, si es eso lo que argumentan, no debería prevalecer nunca por encima de la vida de unos niños. Nada se me ocurre más cristiano que velar por el bienestar de los pequeños. Tan culpables, a mi modo de ver, son los que abusan como los que, sabiéndolo, lo encubren. A las palabras de ayer mismo del propio Papa Francisco me remito: "No debemos esconder la verdad". Destitución inmediata del arzobispo de Granada es lo que toca, por tanto.

La elogiada llamada del Pontífice a una de las víctimas de los abusos por parte de sacerdotes está bien como gesto humano, pero que mantenga en el cargo a alguien como Francisco Javier Martínez así hace que pensemos que lo del Papa Francisco es marketing y poco más.

Porque este episodio es sólo uno más del amplio curriculum del arzobispo de Granada, quien auspició la publicación del libro "Cásate y sé sumisa"; quien dijo textualmente sobre el aborto que "matar a un niño indefenso, y que lo haga su propia madre, da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella"; o quien se convirtió en el primer obispo de España condenado por injurias, calumnias, acoso moral y coacciones de las que le acusó un sacerdote, aunque finalmente, por esa Justicia de los hombres de la que públicamente reniega, fuera absuelto por la Audiencia Provincial.