Josep Antoni Duran Lleida ha dejado este sábado de ser líder de Unió Democràtica de Cataluña y se ha convertido así en una víctima más del proceso soberanista catalán, después de que su formación, ya separada de Convergència, haya desaparecido de los parlamentos español y catalán.

Quien fuera la cabeza visible del nacionalismo catalán durante los últimos años en el Congreso, con una gran relación con los empresarios españoles, ha pagado cara su apuesta por la moderación y el diálogo con Madrid, en medio de la deriva independentista del Govern de Artur Mas.

Fue el portavoz de CiU en Madrid desde 2004, aunque el mes de junio pasado, fecha en la que Convergència y Unió se separaron por sus discrepancias sobre la deriva independentista, pasó a representar solamente a los democristianos y ambos partidos actuaron como unidades independientes en el Congreso.

Duran, nacido el 27 de marzo de 1952 en Alcampell (Huesca), lleva al frente de Unió casi 29 años y es uno de los pocos políticos catalanes que se ha mantenido tres décadas en las altas esferas del poder en España y en Cataluña.

Es un gran defensor de la cultura y la lengua catalana (es socio de Òmnium Cultural) y de una financiación mejor para Cataluña, pero a la vez rechaza la independencia y apuesta por el entendimiento. Esa posición de término medio entre una cosa y la otra le ha perjudicado en un momento en el que, en Cataluña, la cosa va, más que nunca, de polos opuestos, de blancos o negros.

Durante los últimos años ha sido la gran piedra en el zapato de los independentistas más convencidos, que le acusaban de provocar que CiU no se acabara de definir claramente como un partido partidario de la secesión.

Ese papel de moderado lo ha ejercido hasta hoy y, tanto en sus apariciones públicas como en las redes sociales, no ha escondido sus reticencias a los pactos con ERC y su rechazo al proceso soberanista. A partir de hoy, por cierto, su cuenta de Twitter está ya cerrada, algo que suma a la desactivación de su blog personal.

Sus diferencias con Artur Mas han sido públicas y evidentes durante los últimos dos años, lo que provocó que Duran abandonara la Secretaría General de CiU en julio de 2014, tras 14 años como número dos de la federación nacionalista.

Duran ha pasado por todos los niveles posibles de la política española y, durante toda su vida, su único oficio ha sido el de representante público. Ha sido concejal por Lleida, diputado en el Congreso, europdiputado y parlamentario en Cataluña.

Su actividad como político terminó el pasado 20 de diciembre, cuando no consiguió mantener su escaño en las Cortes. Aquella misma noche, una vez se conoció el desastre, Duran ya dejó entrever que el anuncio de su dimisión era una cuestión de días.

Aun así, el gran varapalo a la carrera de Duran se consumó tres meses antes, la noche del 27 de septiembre, cuando Unió se quedó, por primera vez en su historia, sin representación en el hemiciclo catalán.

Pese a intentar reivindicar que los resultados no fueron tan malos, el entonces líder de la formación puso su cargo a disposición de la militancia. Es verdad que el candidato era Ramon Espadaler, pero también es verdad que todos en Unió sabían, y saben, que Duran es (o era) la columna vertebral del partido.

La militancia le pidió entonces, por unanimidad, que siguiera al frente del partido y que se presentara a las generales. Él respondió diciendo que se sentía "obligado" a presentarse, porque "nada" le impedía ser candidato.

Duran ha tenido que sufrir, además de la división con Convergència, un goteo de dimisiones dentro de Unió, con la creación de Demòcrates de Cataluña, que son los independentistas de la formación, liderados por Antoni Castellà y con la presencia de la expresidente del Parlemnt Núria de Gispert. Además, muchos concejales democristianos se han pasado a Convergència en diferentes ayuntamientos catalanes.

Visiblemente emocionado, Duran ha asegurado que seguirá militando en Unió "hasta el final" de su vida, pero nadie duda de que Unió sin Duran será un partido diferente. La duda: si el ya exlíder de la formación, a sus 62 años, seguirá ejerciendo en la sombra y si sus apariciones públicas seguirán condicionando el futuro del partido.