Pedro Sánchez ha ganado las primarias y será el nuevo secretario general de un PSOE roto, fracturado y al borde de la escisión. Así llegaron los socialistas a una de las jornadas más importantes de su historia. El mayor reto de Sánchez será la de intentar unir a un partido fragmentado.

Los malos resultados obtenidos en las dos últimas elecciones generales y la diversidad de posturas ante la tesitura de dar o no su apoyo a la investidura de Rajoy, llevaron al PSOE a vivir el día más duro de su historia en el Comité del pasado 1 de octubre. La caótica jornada acabó con la dimisión de Pedro Sánchez y el posterior nombramiento de una gestora dirigida por Javier Fernández.

Pedro Sánchez anuncia su dimisión en Ferraz

Pedro Sánchez anuncia su dimisión en Ferraz

Pedro Sánchez anuncia su dimisión en Ferraz tras el Comité del 1 de octubre de 2016. Vídeo: Agencia ATLAS/EFE

La división interna del PSOE era notoria y el descontento entre sus votantes comenzó a ser palpable en las diferentes encuestas del CIS publicadas desde el pasado mes de octubre. Si bien es cierto que el último sondeo daba un poco de oxígeno al PSOE, devolviéndolo a la segunda plaza, también lo es que, analizando bien los datos, se evidenciaba su declive como partido de referencia para el centro-izquierda, ya que tanto Ciudadanos como Podemos se acercan a su porcentaje de votos.

Pero el PSOE no solo debe lidiar con su propia crisis, sino que también debe poner foco a la grave situación en la que se encuentra el socialismo europeo. Francia, Alemania, Gran Bretaña o Grecia son una clara demostración de ello.

"Los viejos partidos están muriendo o ya están muertos", así lo aseguraba el propio Manuel Valls tras los malos resultados obtenidos en las pasadas elecciones francesas. A esto se suman los sondeos para las elecciones británicas, que auguran el más que probable hundimiento del Partido Laborista.

Y aún hay más. Hace unos días, los socialdemócratas alemanes perdían las elecciones en uno de los lander donde venían gobernando, el de Schleswig-Holstein, derrotados por el partido de Angela Merkel. Lo mismo sucedió en febrero en el lander de Sarre donde los socialdemócratas sufrieron otra derrota. Tampoco podemos olvidar el reciente fracaso de los socialdemócratas holandeses en las urnas y el hundimiento del PASOK en Grecia.

La cuestión de fondo es que la socialdemocracia está atravesando una crisis de credibilidad que afecta a su propia subsistencia. Los recortes a los que ha obligado la crisis han provocado un descontento en la ciudadanía que lo ha pagado con menos votos en las urnas.

Así las cosas, la socialdemocracia europea tiene que reinventarse y no tiene otro camino que analizar con rigor lo que sucede en la sociedad, lo que demandan los ciudadanos y buscar respuestas.