"Esto no es el hotel Ritz. Ni tenemos servicio de limpieza ni botones ni recepción 24 horas... Es un apartamento rural". Esta es la respuesta viral de la empresaria maliayesa Eva Bedriñana a una familia de Madrid que tachó de "viejo y feo" su establecimiento en una plataforma digital de reservas. Su vídeo, colgado el 1 de agosto en las redes sociales, llega ya a las 22.500 reproducciones y a los 90 comentarios. "Lo único que hice fue verbalizar una realidad. Estás trabajando como una burra todo el año, para que luego vengan y te ponga pingando en internet", protesta Bedriñana, que colgó el vídeo tras rechazar Booking publicar su respuesta. Los propietarios de otros alojamientos rurales en Asturias aseguran que las opiniones en internet "son un arma de doble filo": pueden convertirse en el mejor reclamo o en el mayor enemigo.

La responsable de Casa Tata en Villaviciosa cuenta en su página de Facebook el caso de una anciana y sus dos hijos madrileños, que se alojaron a finales de julio en su establecimiento, al que puntuaron con un tres en internet. Junto a ello, el siguiente comentario: "Solo vimos a una persona que nos cobró por adelantado y que ya no volvimos a ver más. Los muebles son viejos y feos; la cocina igual. Nadie limpia ni recoge la habitación. Los artículos de aseo incluidos se limitaban a un jabón de manos. En definitiva, relación calidad- precio malísima. Muy caro para lo que es". Eva Bedriñana contesta frase por frase a las críticas en un vídeo de algo más de nueve minutos, insistiendo en que el problema fue que "no sabían dónde se metían". "Yo entiendo que mis apartamentos no pueden gustar a todo el mundo. Pero de ahí a difamar y hacer daño...", expresa la maliayesa, dolida con Booking por no admitir su respuesta. "Se me censuró y tengo derecho a replicar".

En ello están de acuerdo otros muchos empresarios, que se solidarizan con la maliayesa. "La gente tiene un gran poder con las redes sociales. Y yo veo bien que opinen, pero también hay que escuchar las dos versiones. Aquí llegan clientes muy desagradables y no me pongo a criticarlos en internet", reflexiona Mirta Rodríguez, al frente del hotel rural El Torneiro en Villayón. "Opinan alegremente sin pensar en las repercusiones que puede tener su comentario", añade. Verónica García, que gestiona la casa rural Salguero de Abajo en Perlora, arrastra desde hace nueve años una queja sobre su establecimiento: "Hay moscas y huele mal". "Es todavía el día de hoy que me preguntan por ello. Y yo les explico que estamos en el campo", dice García. Aunque lo peor es cuando no preguntan: "Reservan un alojamiento rural por el precio sin entender que no es un hotel y luego están descontentos y machacan al propietario". Eso es lo que le está pasando precisamente ahora con un grupo de 18 personas. "Ya me temo lo peor cuando se marchen, porque todo son críticas y salieron del coche diciendo: 'Ufff, qué mal huele'", lamenta. García reconoce que las malas opiniones "machacan mucho" al sector.

Carlos Fernández, del hotel rural Genestoso, en Cangas del Narcea, asegura por su parte que el problema es que muchos turistas "no saben dónde se meten", aunque también dice que las buenas opiniones "benefician mucho". Sobre todo, cuando se tratan de extranjeros. Lo mismo expresa Victoria Zarcero, de la casa rural El Castro en El Franco: "Las opiniones y valoraciones son el mejor reclamo". Zarcero piensa que "no hay que dramatizar" por una queja aunque denuncia que hay usuarios que opinan sin ni siquiera haber estado alojados. En este sentido, Adriano Berdasco, presidente de la Federación de Turismo Rural de Asturias, pide "prudencia" para comentar y concienciarse de que internet es "un arma de doble filo".