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Entrevista

Alfonso Zapico: "En Euskadi faltó escuchar, y eso sirve para Cataluña y para todo conflicto"

Un encuentro entre el socialista Eduardo Madina y el cantante Fermín Muguruza tuvo al dibujante Alfonso Zapico como observador. De aquella conversación surge la novela gráfica «Los puentes de Moscú».

Alfonso Zapico: "En Euskadi faltó escuchar, y eso sirve para Cataluña y para todo conflicto"

P En contra de lo que sostienen algunos, no todo está inventado. Una novela gráfica sobre un encuentro real entre un político y un músico en las antípodas políticas que saldría en prensa y con el dibujante presente. ¿Cómo surge algo tan audaz?

R Fue idea de Edu Madina, que me dijo que iba a entrevistar a Fermin Muguruza para la revista Jot Down. Más que una entrevista, una conversación. Me dijo que me cogiera mi libreta y mis rotuladores y que los acompañara, a ver qué salía de allí. Yo conocía a los dos de contextos diferentes, y no lo dudé.

P Madina quería una conversación para encontrar en Euskadi «parte de lo que siempre faltó: escuchar». ¿Se podía aplicar a Cataluña?

R A Cataluña, a España en general, a Francia... En cada conflicto del planeta siempre hay un gran número de gente que da la espalda a otros, que se cierra sobre sus propias convicciones y que no está dispuesto a escuchar.

P ¿Se adentró en las redes sociales para sondear las reacciones?

R No mucho. Muguruza y Madina tienen la piel muy dura y están acostumbrados al troleo en las redes sociales. Por separado, ya tienen sus defensores y detractores, esta conversación ha añadido un extra importante. No nos faltarán las críticas y hay que aceptarlo así.

P Creo que Muguruza y Madina eran amigos. ¿Habría sido distinto entre, por ejemplo, un etarra y una víctima?

R En realidad, Muguruza y Madina no eran amigos, de hecho ésta fue la primera vez que pudieron conversar en profundidad y en un contexto de paz en Euskadi. Entre un etarra y una víctima es difícil imaginar una conversación, aunque creo que ya se ha dado alguna, lo que es extraordinario.

P ¿Por qué le llamó Madina? ¿Había ya en la petición una idea de convertirlo en un libro?

R Madina me dijo que le acompañara a Irún, a ver qué salía de aquella conversación. Creo que imaginaba algo más pequeño, una especie de cuadernito dibujado, una pequeña historieta... Al final se nos ha quedado en una novela gráfica de casi 200 páginas.

P ¿Se contó todo lo que se habló o hay partes que se dejaron fuera?

R Se contó todo lo que se habló, pero seguro que se habría contado mucho más si hubiéramos tenido más tiempo, porque Fermín es un gran conversador y Eduardo sabe escuchar. Tengo la sensación de que había una carga de silencio acumulado de la que los dos deseaban liberarse.

P ¿Los únicos blancos y negros de la obra los hay en los dibujos?

R Es una obra dibujada en colores tenues, donde cada vida y cada contexto tienen su tono particular. Hay un color general que compartimos los tres. Hablar de todo lo que ha pasado en el País Vasco en los últimos ochenta años es muy complicado. No sé si el asunto admite extremos. La obra no se ha escrito desde los extremos, sino desde el espacio común.

P La novela no se ciñe sólo al encuentro. También indaga en el pasado de los personajes.

R No es posible entender a Edu Madina o Fermín Muguruza sólo por sí mismos: no aterrizaron un día en Bilbao o en Irún; tienen un contexto, una biografía familiar, una trayectoria vital compartida... Hice lo que hago en todos mis cómics: presentar el contexto para que el lector pueda entender al individuo. Ellos son ellos mismos y sus circunstancias.

P Madina, mutilado por ETA. ¿Se puede hablar de alguna mutilación no física en el caso de Muguruza?

R Puede ser. Los dos son personajes heridos de alguna forma, los dos llevan las marcas del tiempo que les tocó vivir. Madina sobrevivió al atentado y continuó viviendo después, cuando lo veo siempre se me olvida lo de su pierna. Muguruza, igual que Madina, es un superviviente. Para llegar donde lo han hecho los dos sólo hay una vía: aparcar el odio.

P El libro advierte: «Éste no es un libro sobre ETA, el general Galindo, Kortatu o el PSOE, y sin embargo, en algún momento de este libro aparecerán ETA, el general Galindo, Kortatu o el PSOE». ¿Qué es su libro, pues?

R No queríamos dar a ETA o a Galindo un protagonismo inmerecido, aunque son el fondo inevitable sobre el que se dibujan las vidas de los dos protagonistas. Es un libro que habla de una conversación imposible y del futuro en Euskadi. Es luminoso, a pesar de todo.

P Hace diez años no habría sido posible. Tampoco que se estrenara «Ocho apellidos vascos». ¿Es poco o mucho tiempo lo que ha necesitado la sociedad vasca para hablar con sosiego e incluso reírse de sus fantasmas?

R Cuando el tiempo pasa alrededor de una tragedia aparece, inevitablemente, el humor. Esto no es malo porque nos da una visión alternativa de la realidad, desde un punto de vista que antes no habíamos imaginado. Lo solemne y lo perpetuo parece más pequeño, casi ridículo.

P ¿Qué viñetas unen a dos personajes así?

R En el Bilbao de los años de plomo un joven Edu Madina escuchaba a Kortatu y Negu Gorriak. Años después, tras el atentado, estrecha la mano de Fermín en el Kursaal, en un momento duro para el músico. Fermin y Edu no comparten ideología, pero comparten amistades, ilusiones, valores y un espacio común (no sólo en las viñetas de este libro).

P El libro recoge el atentado que le causó la pérdida de una pierna a Madina. ¿Le costó hablar de ello?

R Durante aquella conversación no hablamos mucho del atentado, lo hicimos después en petit comité. Edu no habla mucho de aquello, no es algo que quiera instrumentalizar. Lo he recogido en el libro de la manera más fiel y respetuosa que he podido.

P Muguruza relata un atentado de la extrema derecha que sufrió. Se conoce poco.

R Estaba al otro lado de la trinchera, dando un concierto en Sants a favor del acercamiento de presos de ETA. Si aquella bomba hubiera estallado donde tenía que estallar también habría quedado en segundo plano.

P ¿En qué cambió su percepción del conflicto vasco?

R Tenía una visión muy superficial, no soy vasco. Por eso este libro es interesante. Mi visión no es muy importante, porque lo que he hecho es escuchar y no juzgar. He dado voz a los dos protagonistas y a través de ellos he aprendido la forma y el fondo de la Euskadi más compleja, donde flota un poso de dolor que no desaparecerá fácilmente.

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