La ministra de Defensa, Margarita Robles, reconoció hoy el "esfuerzo impagable que día y noche realizan" los soldados españoles destacados en el sur del Líbano como parte de la misión de los cascos azules de la ONU para mantener la "paz y la seguridad" en la zona.

Robles agradeció a los militares su servicio en una situación de "paz relativa" en la que las tropas realizan un "papel muy importante y poco reconocido hasta que se ve sobre el terreno; es muy impactante", añadió.

La ministra y el secretario de Estado, Ángel Olivares, han visitado hoy la posición 4-28, uno de los 3 puestos de vigilancia asignados a los españoles en la denominada "línea azul" (Blue Line), frontera imaginaria de separación establecida por Naciones Unidas entre Israel y Líbano.

En una breve intervención ante los españoles destacados en la 4-28, Robles señaló que considera la misión en Líbano de tal importancia que el Gobierno está dispuesto a mantener su compromiso tanto si España "tiene el mando como si finalmente no lo tiene".

La ministra se refería así a la aspiración del Gobierno de que el próximo responsable de la misión sea el general español Luis Cebrián, pretensión que, según Robles, "está difícil" y aún por decidir en la Secretaría General de la ONU.

En su intervención ante las tropas, la ministra también recordó al cabo Francisco Javier Soria, fallecido en 2015, al ser alcanzado por un proyectil israelí cuando se encontraba en la torre de vigilancia de la posición.

Establecido en lo alto de una loma, este puesto avanzado es responsable de la seguridad en la llanura a los pies de los Altos del Golán, desde donde los israelíes controlan este valle fronterizo a 60 kilómetros de Damasco con puestos defensivos en cada cumbre.

Desde este punto, un centenar de militares españoles y salvadoreños se encargan de verificar el cese de hostilidades y vigilar que ambos bandos -Líbano e Israel- respetan la denominada "línea azul".

Especialmente vigilan el cese de hostilidades entre la milicia libanesa Hizbulá -que controla toda la zona sur del Líbano- e Israel, en una región en la que sólo se puede patrullar por los caminos, ya que el territorio está fuertemente minado.

Al conflicto histórico se suma ahora la llegada de unos 7.000 refugiados sirios que se han establecido por su cuenta en grupos de chabolas hechas de plástico en las afueras de los pueblos y que provocan "episodios de tensión" con los libaneses.

El capitán Marcos Belmar, jefe de la posición 428, explicó que el principal foco de tensión es la localidad de Ghajjar, un pueblo de unos mil habitantes, situado a un par de kilómetros de la base.

El pueblo fue ocupado por Israel en 1967 y posteriormente anexionado contra la voluntad de los libaneses.

Desde entonces, es uno de los principales "puntos calientes" de la zona ya que la "Blue Line" establecida por la ONU la atraviesa por la mitad, con lo que los habitantes de la zona norte "están en violación permanente" del mandato.

La principal misión de los militares de la base consiste en controlar que nadie entre en la zona de exclusión entre Líbano e Israel, una misión que se complica por la existencia de ganado y pastores que -de cuando en cuando- deambulan por la zona.

"Donde tú ves un pastor, los israelíes ven un espía", apuntó uno de los militares.

No obstante, el capitán Belmar reconoció que "desde hace unos años" la zona está muy tranquila y no ha habido incidentes, salvo un incendio fortuito que la semana pasada arrasó con los rastrojos que rodean la base.

Afortunadamente, los militares españoles, lograron, sin salir de la base pues lo tienen prohibido, sofocar las llamas que prácticamente rodeaban el recinto y el fuego no causó daños.