El narcotraficante gallego José Ramón Prado Bugallo, conocido como Sito Miñanco, ha negado haber blanqueado dinero procedente del narcotráfico a través de una inmobiliaria en Galicia.

El fiscal asegura que la inmobiliaria San Saturnino, de la que Sito Miñanco y posteriormente su exmujer, María Rosa Pouso Navazas, fueron sus administradores, blanqueó diez millones de euros entre 1988 y 2007 mediante la adquisición de bienes inmuebles en diferentes municipios de la provincia de Pontevedra.

"Si mi firma está ahí fui yo, pero sería por orden de mi cuñada y sus socios", ha asegurado Miñanco a preguntas del fiscal, tras señalar que con respecto a la actividad de esta inmobiliaria desconocía su capital social o de dónde procedían sus ingresos.

Ha añadido que, hasta que fue cesado como administrador en 1989, nunca tomó ninguna decisión ejecutiva en la sociedad ni compró propiedades por decisión suya.

En su declaración ante el tribunal, el narcotraficante ha defendido que no tuvo "nada que ver" con la constitución de esta sociedad inmobiliaria, de la que se puso al frente "porque mi cuñada -ha dicho- tenía mucha confianza en mí y me pidió el favor".

En aquella época, ha relatado Sito Miñanco, su principal actividad era una empresa con sede en Bélgica que se dedicaba, según ha afirmado, a la importación y exportación de tabaco principalmente a países africanos, un negocio que ha asegurado que era "muy rentable" y con la que abrió una ruta a Panamá buscando tabaco más barato.

"Con los cigarrillos se ganaba mucho dinero", ha asegurado Miñanco, que ha reiterado que hasta el año 1991, cuando fue detenido por su relación con un alijo de 100 kilos de cocaína, no tocó "nada que no fuese tabaco".

Desde Bélgica, ha asegurado, venía a España "cada semana o cada quince días" porque su padre estaba en fase terminal y, aprovechando esas visitas, "me daban cosas a firmar -ha dicho-" pero ha asegurado no tener "ni idea" o desconocer qué tipo de operaciones efectuaba la inmobiliaria con su nombre.

Además, Sito Miñanco ha subrayado que "nunca" le ha dado dinero a su exmujer ni a sus hijas y ha asegurado que, a lo largo de los principales años de actividad de esta inmobiliaria, no mantenía una buena relación con ellas, a raíz de sus relaciones con otras de sus parejas.

No fue hasta 2011, época en la que comenzaron sus permisos penitenciarios, cuando sus hijas -con las que había arreglado sus diferencias años atrás- le pidieron a su exmujer que se pusiera como aval para poder salir, pero ha aclarado que nunca tuvo un vis a vis "íntimo" con su primera esposa en ninguna prisión.

María Rosa Pouso Navazas, por su parte, ha corroborado que desde la "separación física" de la pareja en 1982 no mantuvo ninguna relación con su exmarido que no tuviera que ver con sus hijas y ha explicado que le revocó sus poderes en la inmobiliaria en 1989 porque "nunca sabía dónde estaba -ha apuntado-", fecha a partir de la cual asumió ella la administración de la sociedad.

La actividad de esta inmobiliaria, según la exmujer de Miñanco, "no tiene nada de particular" y los ingresos que generaba este negocio procedían del alquiler y compraventa de propiedades "y también teníamos seguros", ha añadido.

Con respecto a las aportaciones económicas a la sociedad a título personal, la acusada ha explicado que ese dinero procedía de otras de sus empresas, que tenía un barco y dos tripulaciones, y un parque de cultivo de almeja y berberecho.

A ello ha sumado "ahorros personales", los créditos e hipotecas solicitadas sobre diferentes inmuebles o una indemnización recibida tras un accidente de tráfico.

La hija mayor de Sito Miñanco, Rosa María Prado, y su excuñada, Josefa Pouso, también han negado irregularidades en la gestión de esta sociedad inmobiliaria.

La primera ha defendido que el dinero con el que adquirió propiedades y varios vehículos procedía de su trabajo en unos astilleros y, posteriormente, de los "grandes ingresos" que generaba la cría de ostra en una de sus bateas.

Josefa Pouso, la persona que según Miñanco impulsó la creación de la Inmobiliaria San Saturnino, ha señalado que acabó vendiéndole la sociedad a su hermana para dedicarse a la hostelería y ha enmarcado sus elevados ingresos en haber trabajado "toda la vida" en bateas y depuradoras o a las rentas que generaban varios inmuebles que tenía alquilados.

El último de los acusados, el constructor José Alberto Aguin Magdalena, al que el fiscal considera testaferro de Sito Miñanco, ha negado que el narcotraficante hiciera "gestión alguna" con sus empresas y que, en todo caso, los negocios que le vinculan con la inmobiliaria, relacionados todos ellos con la construcción, fueron con su exmujer.

El juicio continuará mañana con la declaración de los investigadores y de los peritos.