Una decena de guardias civiles ha hecho hincapié en las "miradas de odio, desprecio y rabia" de muchos ciudadanos que en los registros del 20S y en el 1-O se comportaron como "delincuentes", provocando un "miedo" que, en agentes veteranos, llegó a recordar a "los principios del conflicto vasco".

Son guardias civiles con años de experiencia que, más allá de los incidentes a los que se enfrentaron en los registros y el referéndum, han dejado claro en el juicio del "procés" que lo que nunca olvidarán será el "odio" hacia ellos de las personas que trataban de impedir su trabajo allí donde se desplegaban.

Dejando claro que aquellas concentraciones y acciones de los ciudadanos "no eran algo casual" sino que estaban organizados -"nos estaban esperando", han repetido algunos-, sus relatos han dejado al descubierto un patrón de actuación bajo la premisa de que "no había pacifismo por ningún lado" y que el "ambiente era muy hostil".

Los congregados el 20S, que apenas tenían conocimiento de la llegada de la Guardia Civil, se desplazaban al lugar en concreto a entorpecer su actuación con una resistencia pasiva, sentados delante de coches, que mutaba a activa (vallas en el suelo y golpes a los coches) bloqueando las entradas y salidas a las comitivas judiciales entre insultos, amenazas de muerte y escupitajos.

De una forma muy gráfica, los agentes han descrito cómo vivieron aquellos registros con relatos pormenorizados y ejemplos concretos de esa "violencia" con patadas, puñetazos y mordiscos a los agentes, inspirados en un "odio" que no sabían si venía por cumplir una orden o por ser guardias civiles.

"Lo que viví eran una muestras de odio y he estado en sitios que no quiero nombrar"; "Vi en muchas caras el reflejo del odio"; "Se masticaba el odio y la rabia"; "Lo que me ha quedado es cómo me miraban, no sé si era por desprecio, por odio o por mi condición de Guardia Civil, pero a mí nunca por hacer mi trabajo me habían escupido"; "Se había perdido la vergüenza" son algunas de las frases que se han escuchado en el salón de plenos del Supremo.

Era tan "inaudito" el escenario, han dicho los agentes, que uno de ellos ha recordado cómo sus compañeros más veteranos le dijeron que "los principios del conflicto vasco se asemejaban bastante", pues, a modo de ejemplo, en aquellos registros se vio a secretarios judiciales entrando y saliendo "encapuchados" para evitar que les reconocieran los congregados. "Traidor, no te tapes que te conocemos", gritaba la gente, según uno de los guardias.

Los agentes han hecho hincapié en las caras y sensaciones que les trasladaban los letrados de la administración de Justicia al abandonar los registros: "Una estaba nerviosa y con las manos temblando" y otro "pasó miedo, temor y estaba mal anímicamente". Algunas salidas y entradas no se realizaron por la puertas principales, sino por aparcamientos, para evitar problemas.

Y por primera vez en el juicio, se han escuchado elogios de los guardias civiles a los Mossos, que en algunos lugares, como a la salida de Unipost, "tuvieron que emplearse a fondo" para salir de "una calle en obras que era como un ratonera".

Esto fue así porque los congregados arrojaban vallas al suelo y quitaban las planchas de zanjas, de manera que, según los agentes, "hicieron polvo los coches", puesto que las superaron a base de insistir, de destrozar los vehículos.

Pero si los registros del 19 y 20S fueron "desagradables", la situación del 1-O no fue mucho mejor, como así han explicado los tres primeros agentes que han abordado lo ocurrido en aquella jornada, en la que "se cometieron muchos delitos", si bien prefirieron evitar algunas detenciones para no crear un mal mayor.

Un sargento ha señalado que no entiende "por qué aquellas personas, que eran del pueblo", se comportaron "como delincuentes" cuando daban la bienvenida a los agentes, advirtiéndoles de que "no iban a cumplir la orden judicial y que no hacían caso a la Guardia Civil", mientras permanecían aglomerados a las puertas de los colegios, todos empujando, con las manos entrelazadas y en algunos casos parapetados tras "barricadas" de sillas y mesas.

Tras superar esta barrera, el sargento ha dicho que se encontró en el interior a unas 250 personas "de muchas edades" haciendo "un muro infranqueable", sentados en el suelo y grabándoles mientras una persona decía: "Todos callados, no decir nada".

Al contrario de lo que sucedió en algunos registros del 20-S, aquí los agentes han cargado contra la actuación de los Mossos, como sucedió en un colegio en el que había ocho a unos 40 metros, que "en ningún momento se acercaron" a prestarles auxilio.

Otro ha narrado cómo dos mossos se "opusieron físicamente" a que los guardias accedieran a un colegio de Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona) y tuvieron que ser apartados por un agente ayudado de su escudo, cuando un mosso les dijo "de manera amenazante": "A ver, ¿qué mandamiento tienen ustedes para entrar aquí?".

Cuando consiguieron entrar en el colegio, tras superar la línea de resistencia encabezada por "bomberos uniformados", al primer agente que accedió "le lanzaron una silla metálica y cayó al suelo".

Esa experiencia, ha explicado al tribunal, le afectó a él, a "muchos compañeros" y a su familia hasta el punto de pedir un cambio de destino.

"Afectó el asunto del instituto", ha dicho para aclarar que es una de las personas que denunció a un centro docente, en su caso porque a su hijo "le hicieron salir a una protesta por la indignación del 1-O". "Me quejé de que el instituto está para enseñar y dar clases".

"Mi hijo -ha añadido- yo sé que está orgulloso de la profesión de su padre y quiere seguir la profesión de su padre".

Más anecdótica fue, según otra guardia, la votación ficticia que organizó el pueblo barcelonés de Sant Marti Sesgueioles con una "urna de cartón del 9N" con "siete u ocho papeletas" y unos votantes simulados con DNI falsos para engañarles, hacerles "perder el tiempo" o "que se viera la violencia ejercida sobre ellos".