Una procesión de policías ha reforzado ante el tribunal del 'procés' la fotografía de violencia organizada el 1-O, con casos de ancianos y niños en primera fila de una resistencia "activa" que incluía lanzamientos de motos, urnas arrojadas a las cabezas y patadas en los testículos y costillas.

Veinticuatro policías han descrito de forma gráfica el "ambiente violento" que a modo de bienvenida se encontraban en la mayoría de los colegios en los que tuvieron que intervenir y que más allá de los detalles han resumido así: "Nos estaban machacando".

Sus testimonios se sitúan en las antípodas de la versión que dan por acreditada las defensas cuando les interrogan, una situación que ha provocado la airada protesta de la Fiscalía, poco dada a hacer uso de esta práctica: "aquí no se está juzgando a la Policía".

Poner en tela de juicio los testimonios de los policías se está convirtiendo en una constante en las últimas sesiones, como así ha evidenciado un molesto juez Manuel Marchena que este martes ha reconocido que lleva días intentando sin éxito advertir a las defensas de que no formulen sus preguntas dando por acreditado lo que ellos exponen.

Y es que los letrados han tratado de desacreditar con sus preguntas una y otra vez a los agentes, cuyos relatos de violencia reflejan también una autoridad bajo mínimos, como sucedió en un colegio de Tarragona, cuando los votantes les arrebataran las urnas de sus propias manos, desistiendo en ocasiones de recuperarlas porque el "ambiente estaba muy violento".

Su insistencia en colar los excesos policiales es inversamente proporcional al escenario agresivo y hostil con el que responden los agentes, más exponencial si cabe a medida que unos letrados crispados les preguntan si vieron a la gente sentada en base a una resistencia pasiva, al grito de democracia y con las manos en alto.

"Nos acometieron contra la tapia del colegio" y en otro "se abalanzaron sobre nosotros", han dicho dos policías, para quienes los ciudadanos "no atendían a razones" y actuaban a "golpes e insultos".

En esta jornada, tres agentes han introducido los golpes que recibieron en los testículos, uno en las costillas, dos las urnas lanzadas contra sus cabezas y otros dos el lanzamiento de motos.

Mención aparte merece un episodio que han contado dos agentes en Girona cuando interceptaron a un coche que les perseguía haciéndoles fotos. Pese a la negativa de la conductora a parar el motor e identificarse, uno de sus acompañantes accedió a enseñar su DNI pero cuando un agente metió la mano por la ventanilla para cogerlo, "se rió", subió la ventanilla, le pilló "voluntariamente" el brazo y el coche inició levemente la marcha.

Al ver lo que pasaba, un agente agarró la ventanilla y acabó rompiéndola para liberar a su compañero. Ambos resultaron heridos.

O el caso de un agente que ha mandado el enésimo recado a los mossos al describir por qué actuó cuando vio a un compañero abandonado en una intervención al que pisoteaban: "No puedo estar cruzado de brazos como hicieron los mossos".

"Bloqueados y confinados"

Todo esto sucedía después de encontrarse a ancianos y mujeres con niños en las primeras filas de la resistencia ciudadana a quienes tenían que sacar "cuidadosamente", aunque la sorpresa llegó cuando en el colegio Dolors Monserdà de Barcelona vieron a una mujer pasear con un carrito de bebé, en el que sin embargo no había ningún bebé, que trataba de interponerse entre "la masa" y los policías.

Un término, el de masa, que ha enervado a Marchena cuando el abogado Benet Salellas ha pedido a un testigo que explique si la masa es gente intentando votar. "Llevamos 20 sesiones hablando de la masa, usted no está pidiendo una descripción, sino un debate".

Esa "marabunta" (sinónimo de masa que dan algunos) hizo, según el coordinador del dispositivo de orden público en Girona, que sus efectivos estuvieran "bloqueados" y "totalmente confinados" en el Colegio Verd, por lo que dio la orden de utilizar las defensas al comprobar que estaban "sufriendo una agresión tremenda".

Tanto él como un compañero se han afanado en justificar el uso de las defensas reglamentarias, que está "perfectamente legitimado", para contrarrestar las reiteradas preguntas de las defensas para demostrar un uso desproporcionado de la fuerza policial.

Se han amparado en que los agentes "no tenían más remedio" al estar arrinconados en el colegio, y han señalado que nunca vieron que se golpease a los votantes en las partes superiores del cuerpo aunque han reconocido que el impacto no siempre se puede dominar y que si fue así, desde luego fue "involuntariamente", si bien su intervención no difirió de las que suelen hacer los antidisturbios.

Pese a que la temática policial ha dominado la jornada del juicio, ésta se ha visto interrumpida una vez más por la política cuando se ha conocido un informe de la Fiscalía en el que se opone a que el tribunal conceda permisos a Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sànchez, candidatos a las generales, para que asistan a actos de campaña ni les permita atender a los medios, dar ruedas de prensa y grabar vídeos electorales en el Supremo durante los recesos.