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Decrecen los lazos amarillos

Los símbolos son, en ocasiones, como una imagen. Valen más que mil palabras. Así que las banderas independentistas y los lazos amarillos, su mayor o menor presencia, pueden entenderse como un indicativo del estado de ánimo en el «procés» y, también, de las simpatías que despierta por barrios. Vilartagues y Tueda de Dalt son las zonas de Sant Feliu de Guíxols donde residen en su mayoría los «castellanos». Uno de sus centros neurálgicos es la plaza Salvador Espriu. El miércoles pasado, a eso del mediodía y con un cielo que luchaba por dejar pasar el sol, estaba libre de símbolos. Como siempre. Sus residentes no comulgan con el «procés».

Los que son activistas del independentismo o no quieren o no se atreven. O se reservan para colocarlos en otras zonas del pueblo. Es lo que sucede en el Passeig del Mar, que rodea la playa. De sus árboles, como de los de la carretera de Girona, una de las vías de acceso a la localidad, sí colgaban el mismo día lazos amarillos. Unos pocos, la verdad. Desde luego, nada que ver con el verano pasado, cuando un actor habría sufrido lo suyo con tal profusión de símbolos con ese color.

Esta decadencia se observa también en las banderas. Por Vilartagues es bastante improbable encontrar «estelades». De vez en cuando, aparece una en un balcón. Es más usual hallarlas en los barrios del centro o adyacentes. Pero también con mucha menor profusión que en los momentos álgidos del «procés».

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