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Playas

Ahogamientos, una tragedia que no deja de crecer en España

Un total de 268 personas han muerto ahogadas en lo que va de año - El sector del salvamento pide más concienciación y un mayor respeto al socorrista

Ahogamientos, una tragedia que no deja de crecer en España

Un total de 268 personas han fallecido por ahogamiento en espacios acuáticos españoles desde comienzos de año y hasta el 15 de agosto, 46 víctimas mortales más que en el mismo período del año pasado. Una estadística que ha vuelto a poner de relieve un problema que no se limita a las playas ni al verano, ya que los expertos destacan el crecimiento de estos episodios en ríos y pantanos, así como el aumento dado en otros tramos del calendario. Hombre adulto, con especial incidencia en mayores de 65 años, y que se baña en un espacio marino sin vigilancia en ese momento es el perfil más habitual, aunque la compleja casuística que envuelven estas circunstancias aconseja, según los especialistas, hacer una reflexión que implique a autoridades y sociedad en general con objeto de fomentar una cultura de la prevención y de respeto a la figura del socorrista.

El Informe Nacional de Ahogamientos, que elabora la Federación Española de Salvamento y Socorrismo, constata que, desde el primer día del mes de junio hasta mediados del presente, han muerto 180 personas: 50 en junio, 95 en julio y 35 en lo que llevamos de agosto. En total, 212 hombres y 56 mujeres. El crecimiento con respecto al año pasado se explica por la tardanza en 2018 de la llegada del buen tiempo, pero solo en parte. La clave principal, como destaca Isabel García Sanz, presidenta del ente federativo, es que "no existe conciencia de que los espacios acuáticos son peligrosos. Debería ser una cuestión de Estado. Hay un número importante de fallecidos a lo largo de todo el año porque ahora no solo se va a la playa en verano".

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Luis Miguel Pascual, responsable de investigación de la AETSAS (Asociación Española de Técnicos de Salvamento Acuático y Socorrismo), lamenta el "gran desconocimiento" de los factores de riesgo que pueden conducir a un ahogamiento. La propia AETSAS desmenuza, en un completo estudio, lo que considera un "problema de salud pública global", con más de 20.000 rescates anuales. "Es una de las tres primeras causas de mortalidad por causa accidental en España y ya es la segunda en el mundo, tan sólo por detrás de los accidentes de tráfico", señala en el informe 'Ahogamiento en España' del pasado año. En apenas tres minutos, una persona puede pasar de experimentar su primer problema para flotar o respirar a ahogarse en el agua.

El buen tiempo y la recuperación económica han incrementado la asistencia a las playas españolas, tanto de ciudadanos nacionales como de turistas extranjeros. Y las vacaciones aparecen como un período ansiado para muchos. "Cuando se está de vacaciones, los niveles de alerta y autoprotección de uno mismo se relajan mucho. Es muy difícil que las personas mantengan atención a sí mismas en el espacio acuático, porque el entorno no lo facilita", indica Pascual. "Existe una falta de respeto al socorrista, así como un desconocimiento de su responsabilidad. La gente le ve, en general, como una molestia, un estorbo. Pero su trabajo es muy complicado. Pasa muchas horas vigilando y no se le hace caso", critica García Sanz.

Los expertos recomiendan no bañarse solo y ser consciente de las propias limitaciones. Fernando Bustamante

Casi la mitad de los casos mortales de ahogamiento (113) se han producido en playas, y más de tres cuartas partes del total se produjeron en espacios que en ese momento no estaban vigilados. Un hombre adulto -los varones constituyen más de tres cuartas partes de las víctimas-, con especial incidencia entre los 40 y 50 años de edad, así como a partir de los 65, representa el perfil más habitual de persona fallecida. Por lo general, según los expertos, los hombres asumen mayores conductas de riesgo en el agua y, además, juzgan peor cuáles son sus verdaderas habilidades para nadar.

Distracciones e hinchables peligrosos, otros factores de riesgo

"Por un lado, están los que se desplazan de forma excepcional a la costa para pasar unas vacaciones y no conocen bien las características del entorno marino y, por otro, el perfil contrario, el de personas que viven de manera habitual en estas zonas pero que, ante una recomendación de un socorrista, argumentan que 'siempre he vivido aquí y tú no me vas a decir donde me tengo que bañar'", distingue García Sanz. "Si alguien del interior de España está acostumbrado a nadar en un río o pantano y luego se baña en el mar, aunque sea el Mediterráneo, las condiciones no son las mismas. Lo que vale para nadar en la piscina de tu pueblo puede no ser suficiente en la playa", añade Pascual, que pide tener en cuenta también en cuenta factores como el estado físico y las patologías médicas preexistentes. La circunstancia del desconocimiento de las pautas básicas del comportamiento marino también es achacable al turista extranjero, del que los informes destacan su alta exposición al riesgo por la concentración del visitante internacional en determinadas zonas.

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Los menores forman otro de los colectivos más vulnerables. Hasta mediados de agosto, habían fallecido 21. "Si hay niños en el agua, debe haber al menos un adulto que los esté vigilando y qué únicamente haga esa labor", dice el miembro de la Asociación Española de Técnicos de Salvamento, que lamenta las crecientes distracciones entre los adultos por el uso del teléfono móvil. Además, ha aparecido otro factor que no ayuda: la proliferación de hinchables, cada vez de mayor tamaño. "Tenemos colchonetas, flotadores, balsas... Dificultan la tarea del socorrista. En un día de viento, te meten mar adentro a gran velocidad. Con bandera amarilla son una absoluta temeridad", subraya la presidenta de la Federación.

Muchos ahogamientos se producen en playas que en ese momento no tienen operativo su servicio de socorristas. Bañistas que, aun sabiendo esa circunstancia, se meten en el agua. "Muchas personas no quieren bañarse en las zonas delimitadas porque piensan que ya hay demasiados bañistas. Las señales para regular el baño son distintas en cada playa. Además, también tenemos gente que se baña siempre a primera hora de la mañana, pero también los hay que se meten a la noche, tramos sin operativo de salvamento en muchas playas", dice Isabel García Sanz, que reclama a los ayuntamientos -responsables de la contratación de estos servicios- una mayor inversión en seguridad. "Habría que buscar fórmulas para que parte de los ingresos por turismo de un municipio puedan revertir en este apartado", indica.

Está, por otra parte, el problema de la falta de respeto a la figura del socorrista. "En algunos lugares, se ha pedido que el socorrista tenga potestad y autoridad para sacar de manera obligatoria al bañista si hay bandera roja. Pero hay ayuntamientos que se oponen porque consideran que de esta manera se espanta al turista. Mientras las propias administraciones no respeten al socorrista, es difícil que lo haga la sociedad", critica la presidenta de la Federación. Y luego está la diversidad de requisitos en la formación del sector. "El problema es que cada comunidad autónoma tiene una legislación sobre lo que debe ser un socorrista. No hay una regulación estatal, como en el carné de conducir. Nos encontramos con lugares donde se piden muchos aspectos formativos y otros donde puede bastar un curso online", denuncia Luis Miguel Pascual. En cualquier caso, la cultura de la prevención es básica. "Nunca debemos bañarnos solos, porque hay muchas situaciones en las que, aunque sepas nadar, puedes tener un problema en el agua. Hay que conocer los límites de cada uno", aconseja Isabel García Sanz.

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