Oficialmente es una repetición electoral, pero a medida que se acerca el 10N se evidencia que son unos comicios diferenciados de los de abril. El PSOE sigue siendo el claro favorito pero parecen agravarse los problemas para encontrar apoyos para formar Gobierno, el PP revive tras tocar suelo, Unidas Podemos es más un rival que un aliado para los socialistas y Ciudadanos se asoma a la irrelevancia tras rozar ser segunda fuerza en abril. Además, Vox ya es una realidad y resta fuerza a la línea que movió la campaña anterior en el bloque de izquierda, el miedo a la ultraderecha. Un bloque que además ve cómo se suma un nuevo integrante, Más País, que se presenta como «solución» a los problemas de gobernabilidad y amenaza con fragmentar el voto progresista, aunque a diferencia de Vox, los de Errejón no concurrirán allá donde no tengan la certeza de poder sumar un diputado.

Por si fuera poco, a este cóctel de dudas hay que añadir factores coyunturales -aunque previsibles- como el rebrote de la crisis en Cataluña espoleada por la sentencia del procés y la cada vez más innegable llegada de una recesión económica a escala global que revive los fantasmas de 2008.

Además, repetir comicios suele ser sinónimo de un descenso de la participación, lo que agrava la dificultad de proyectar posibles resultados tras el 10N. La izquierda se afana en llamar a la movilización de su electorado, pero el discurso del miedo a Vox ya no sirve, especialmente tras desperdiciar la oportunidad de formar Gobierno en julio y en septiembre. El 28A la participación rozó el 76 %, cifra que se antoja difícil de alcanzar incluso con el repunte que se espera en Cataluña como consecuencia de la vuelta a las calles del independentismo tras la sentencia del Tribunal Supremo.

Pero hay un elemento inalterable entre abril y noviembre: la posibilidad de un nuevo escenario de bloqueo. Salvo el último CIS, las encuestas publicadas en las últimas semanas recogen un nuevo empate entre bloques. Las opciones se reducen en la izquierda ahora que el apoyo del independentismo ya no es una opción para el PSOE, que buscará sumar 176 diputados sin los más de 25 que le atribuyen a ERC y a JxCat. Además, ahora concurre la CUP.

Del discurso social a la búsqueda del centro del tablero

Sánchez era el favorito para ganar las elecciones en abril y mantiene la vitola ahora. Tal vez es la única constante que se mantiene para los socialistas. En apenas medio año el otoño caliente catalán se ha convertido en realidad, han emergido nuevos actores a su izquierda y se han roto los puentes con el antes «socio preferente», Unidas Podemos.

Viaje al centro patrocinado por Rivera y Errejón

Es el espacio que los expertos demoscópicos presentan como vital para ganar unos comicios en España. En abril la saturación y radicalización en el bloque de la derecha se lo puso en bandeja, pero ahora Casado ha reculado y la aparición de Errejón achica los espacios en la izquierda. Además, con todos los sondeos apuntando a un importante retroceso de Ciudadanos, los socialistas han moderado su discurso para tratar de pescar en el electorado de Rivera.

Cataluña como símbolo de Gobierno fuerte

Cataluña juega un papel fundamental en esa lucha por el centro. Sánchez llegó al 28A apelando al diálogo y a la plurinacionalidad. Medio año después, el PSC tuvo que presionar para que el PSOE no eliminara las referencias al federalismo y el autogobierno en medio de un evidente endurecimiento ante el independentismo.

El relato por el bloqueo engulle la lucha social

La búsqueda de culpables de la repetición ha engullido a las promesas sociales del 28A. Las derechas y Podemos son la diana de Sánchez, que con Vox ya en las instituciones ha dejado de azuzar el fantasma de la ultraderecha como factor movilizador.

De competir con Vox a la moderación forzosa

Casado se estrenó al frente del PP con los peores resultados del partido en su historia. Se quedó en 66 diputados, perdiendo 71 respecto a 2016. El batacazo ha moderado al popular, que con su campaña y sus listas para el 10N da la razón implícitamente al sector «marianista» que le advirtió ante el escoramiento de abril.

El fracaso de abril reabre la puerta al «marianismo»

Casado apostó por un giro a la derecha en abril tras acceder a la presidencia del partido. No tardó en surgir un sector crítico que advirtió del riesgo del viraje, que las urnas confirmaron y que ahora ha obligado al líder a reincorporar a afines al expresidente Rajoy en detrimento de perfiles más radicales para calmar las aguas y a los barones. Ahora habla incluso de pactos de Estado con el PSOE y su programa ha eliminado las referencias al 155 en Cataluña.

Sin competencia para liderar la oposición

La reconversión de Casado, además de por las presiones internas, se ha visto favorecida por la coyuntura de su principal rival en la derecha. Ciudadanos amenazaba la hegemonía del PP en el bloque conservador -se quedó a 200.000 votos- pero ese fantasma parece ya lejano. Las encuestas sitúan al PP en torno a los 100 escaños, a los naranjas desubicados por los bandazos de Rivera y a Vox estable, pero lejos de ser una amenaza.

La economía vuelve a ser la baza principal

La economía ha ganado peso respecto al 28A y Casado busca rentabilizarlo. Para ello ensalza la experiencia de su formación en esta materia y agita el miedo a un Gobierno socialista en un contexto de crisis económica mundial.

De «socio preferente» a guardián de la izquierda

Unidas Podemos no ha cambiado tanto sus posiciones como sus discursos entre abril y noviembre. La ruptura con el PSOE es un hecho y el pacto tácito de no agresión que ambos firmaron de cara al 28A es agua pasada. Justificar la oportunidad desaprovechada entonces y el futuro papel del partido tras las elecciones, ahora con un nuevo competidor, son el eje de una formación perjudicada por la explosión del conflicto catalán.

La tregua da paso a la batalla con el PSOE

Tras el 28A el escenario parecía claro, pero las negociaciones fracasaron y volaron los puentes entre socialistas y morados. Ahora ya nadie habla de «socios» e Iglesias, que insiste en la coalición pese a todo, presenta a los suyos como la garantía de la izquierda ante las «tentaciones» de Sánchez de mirar a la derecha.

El salto de Errejón achica los márgenes

La llegada de Íñigo Errejón dañó la imagen Unidas Podemos al evidenciar las diferencias existentes entre las confluencias y la dirección central. El exnúmero dos de Podemos consiguió llevarse consigo al sector ecologista del partido de Iglesias, Equo, en un momento en el que el voto verde gana fuerza en toda Europa. Pero además aumenta la competencia para negociar un Gobierno con el PSOE.

En tierra de nadie ante la crisis de Cataluña

Puede ser el mayor damnificado por la crisis catalana. Sus posiciones moderadas y de diálogo le sitúan fuera del foco informativo y las divergencias de discurso entre el partido en Madrid y Barcelona evidencian su dualidad en un tema estrella de la campaña.

De aspirar a liderar la oposición a apelar a la remontada

Haciendo caso de los sondeos, Ciudadanos es el gran perjudicado de esta repetición electoral. Rivera estuvo cerca de dar el sorpasso al PP en abril, pero los vientos han cambiado para los naranjas, que han adoptado el «Sí se puede» clásico de los mítines de Podemos para encomendarse a una remontada que apague las luces de emergencia que parpadean en el partido.

De derrocar al PP a mirar de reojo a Vox

En abril Rivera libraba con Casado lo que los expertos interpretaron como una pugna por liderar la oposición. Daban por segura la victoria de Sánchez y erigirse como jefe del bloque conservador era el objetivo. Sin embargo ahora Rivera mira por el retrovisor a Vox y a Podemos, en medio de múltiples sondeos que coinciden en su desplome y apuntan incluso a su quinta plaza.

Apertura a investir a la «banda» de Sánchez

La voltereta llegó en septiembre, justo antes de la última opción para desbloquear la investidura. Tras meses de negar cualquier reunión con Sánchez y «su banda», Rivera enmendó su propia estrategia y planteó a Casado la opción de hacer presidente a Sánchez a cambio de ciertos compromisos del socialista. Ese aperturismo a Sánchez lo mantiene para el 10N, en un intento de moderar su posición respecto a abril.

Rivera desaparecido tras la crisis interna

El personalismo de Rivera en Ciudadanos ha vivido sus momentos más bajos por su giro a la derecha, que propició una oleada de dimisiones de altos cargos que obligó al presidente del partido a desaparecer de la primera línea durante todo el mes de agosto.