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Medidas sanitarias

Una moción de censura en tiempos de covid

Los grupos parlamentarios pactaron que el aforo se reduzca al 50% de los diputados

Hemiciclo del Congreso, durante el pleno del 1 de octubre.

Por quinta vez en la democracia -la tercera en poco más de tres años-, el hemiciclo del Congreso de los Diputados volverá a ser este miércoles el escenario de una moción de censura. Pero esta vez, -más allá del cambio de protagonistas-, el público, el atrezo y hasta el vestuario también serán diferentes, marcados por el coronavirus. Con el elenco de diputados reducido al 50 por ciento y sin espectadores que desde los balcones vitoreen y abucheen las actuaciones de propios y ajenos, el debate de la moción registrada por Santiago Abascal para sacar a Pedro Sánchez de la Moncloala moción registrada por Santiago Abascal para sacar a Pedro Sánchez de la Moncloa será, sino menos intenso, sí menos espectacular que las anteriores.

Desde hace semanas, en la Cámara baja solo entran la mitad de los parlamentarios para intentar respetar, aunque no siempre se logre, las distancias de seguridad. Esta vez no será distinto. Pese a lo especial de la ocasión -las mociones se han vuelto habituales en los últimos años, pero aún mantienen cierto halo de excepcionalidad-, el acuerdo alcanzado por todos los grupos políticos para reducir al 50 por cierto el aforo de la cámara sigue vigente, señalan fuentes parlamentarias, dejando a los oradores con la mitad de sus huestes.

No obstante, es responsabilidad de cada partido que se cumpla, ya que no se puede prohibir la entrada al hemiciclo a ningún diputado. Desde Vox ya han anunciado que, aunque cumplirán con la medida durante la realización del debate, en el momento de votar acudirán los 52 diputados ultras para dar su respaldo a Santiago Abascal.

Tampoco tendrán el apoyo de los espectadores que en otras ocasiones seguían el pleno desde la tribuna de invitados. Hace dos años, cuando Sánchez presentó la misma iniciativa contra el expresidente Mariano Rajoy, los balcones del hemiciclo se llenaron de líderes autonómicos, senadores, alcaldes y cargos orgánicos de todos los partidos para dar su apoyo. Esta vez, esas butacas permanecerán vacías por culpa de la pandemia, aseguran desde la Cámara baja.

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El nuevo complemento

A las anomalía de esta moción se suma el cambio en la indumentaria. La mascarilla, como viene siendo habitual, será un elemento más de la vestimenta de los diputados, que solo podrán quitársela cuando suban a la tribuna para hablar. Sin embargo, en un pleno que está previsto que se alargue durante casi 12 horas el miércoles y otras seis el jueves, está por ver si los diputados también cumplen con la obligación de cambiarse de mascarilla cada cuatro horas si son quirúrgicas y casa ocho si son FFP2, aunque todo queda bajo la responsabilidad individual.

El último cortafuegos ante el virus será la ventilación, algo que resulta complejo en un hemiciclo que carece de ventanas. La solución, según explican desde el Congreso, será mantener las puertas de la cámara abiertas para facilitar la corriente. Así, las dos grandes entradas frontales y los accesos laterales permanecerán abiertas durante todo el debate. Una moción de censura, en resumen, atípica. La primera en tiempos de coronavirus.

Sin corrillos

La prensa también sufrirá las restricciones por la pandemia. El número de periodistas que podrán acudir a la Cámara baja se ha reducido en un número bastante amplio y se han habilitados nuevas salar para que puedan seguir el debate. El acceso a la tribuna de prensa, desde donde se pueden ver los gestos de los diputados que quedan fuera de las cámaras, estará restringido a un número limitado de redactores y, como ya es costumbre, tampoco se permitirán los anteriores corrillos en los que políticos de uno y otro signo explicaban su visión de la realidad a los periodistas.

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