El excomisario José Manuel Villarejo ha admitido este viernes que los exjefes de seguridad de CaixaBank y Repsol encargaron sus servicios coincidiendo con la presunta operación de Pemex y Sacyr para controlar la petrolera, aunque ha desligado de estos trabajos a las cúpulas de ambas compañías.

Según han informado fuentes jurídicas, Villarejo, que ha comparecido como investigado ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón, ha insistido en que nunca habló sobre el tema con nadie más que con los antiguos responsables de este área, y ha asegurado que no le consta que recibieran instrucciones.

El excomisario ha explicado que tanto el exjefe de seguridad de Repsol Rafael Araujo como el de CaixaBank Miguel Ángel Fernández Rancaño siempre utilizaban el "plural mayestático", pero que él jamás se reunió o trató esta cuestión con los entonces presidentes de las cotizadas, Antoni Brufau e Isidro Fainé, respectivamente.

Esta pieza separada, la número 21 del caso Villarejo, investiga el llamado "proyecto Wine", el cual habría sido encargado por los antiguos responsables de seguridad de Repsol y CaixaBank al excomisario supuestamente, según sostienen las acusaciones, para espiar al presidente de Sacyr Luis del Rivero.

El encargo en sí tendría como objetivo "salvaguardar los intereses" de ambas, "que aparecen como aliados empresariales en un contexto de pugna entre accionistas de referencia en Repsol YPF para tomar el control de la compañía".

En concreto, explicaba el magistrado en su auto, nace cuando la energética "detecta una estrategia de sindicación" por parte de Del Rivero "para asociarse con Petróleos Mexicanos (Pemex)" de cara a conseguir "casi un tercio" de las acciones de Repsol y acceder a su control.

En su interrogatorio, que ha durado en torno a hora y media, Villarejo ha indicado que los encargos le llegaron a través del que fuera Director Adjunto Operativo (DAO) de la Policía Nacional Miguel Ángel Fernández Chico -ya fallecido-, quien le dijo que Repsol estaba teniendo problemas con compañías rusas y mexicanas.

Como el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) no iba a actuar a pesar de tratarse de una empresa estratégica, el DAO le preguntó si podía ayudar a ver qué estaba pasando, ha añadido el excomisario, que ha admitido que esos servicios fueron abonados.

Tal como figura en el auto de imputación, los investigadores detectaron siete abonos en dos cuentas de la empresa de Villarejo, Cenyt, "con cargo a las sociedades Repsol (4 abonos) y Caixabank (3 abonos)" de un total de 413.600 euros, de los que 218.900 euros fueron con cargo a la primera y 194.700 euros, a la segunda.

No obstante, ha aclarado que ni Araujo ni Fernández Rancaño sabían que continuaba como policía en activo cuando le contactaron, una circunstancia normal teniendo en cuenta que "el 98 %" del Cuerpo también lo desconocía.

Dice que el CNI le facilitó el tráfico de llamadas

El excomisario ha afirmado que no controló las llamadas a Del Rivero, y ha negado que obtuviera registros de llamadas por medio de la Policía, que el exjefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo (UCAO) Enrique García Castaño, alias "El Gordo", participara en esta historia, o que él mismo realizara "pinchazos".

A tenor de otras fuentes, Villarejo ha aseverado que, en todo caso, fue el CNI el que le facilitó el listado, y que está dispuesto a dar datos de lo que considera el "CNI clandestino".

También se ha referido a Rodrigo Álvarez, exjefe de seguridad de Sacyr y hombre de máxima confianza del expresidente Del Rivero.

En su declaración como testigo el pasado diciembre, Álvarez relató que García Castaño se puso en contacto con él para ofrecerle los servicios de Cenyt, momento en el que Del Rivero tomó conciencia de que está siendo espiado.

Una versión que fue rechazada por "El Gordo", que dijo que era Álvarez quien "constantemente" le pedía favores, tanto personales como para proteger al entonces presidente de Sacyr, que estaba obsesionado con su seguridad.

En esta línea, Villarejo ha recalcado que Álvarez era "un pesado" que acudía a su despacho con tanta frecuencia que hasta le terminó prohibiendo la entrada.

Le ha calificado asimismo de "torpe" ya que era una persona que hablaba mucho y revelaba cosas que, al mismo tiempo, podían interesar al excomisario por su contenido estratégico.

Ha sido la primera aparición de Villarejo -que ha intervenido aún con parche en un ojo- tras ser dado de alta del hospital madrileño Gregorio Marañón, donde fue trasladado desde la prisión de Estremera por visión doble y fuertes mareos.

El socio de Villarejo se aparta

Esta semana ha declarado además como investigado su socio, Rafael Redondo, que ha defendido ante el juez que aunque conocía la existencia del proyecto nunca se involucró en él, y que si mandó alguna factura o informe en un momento puntual lo hizo por cuenta del excomisario.