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Entrevista

Moha Gerehou: "¡Digo que soy español más veces que Santiago Abascal!"

El periodista, nacido en Huesca en 1992, de padres gambianos emigrantes y presidente de SOS Racismo Madrid entre 2016 y 2018, reflexiona sobre el activismo antirracista en 'Qué hace un negro como tú en un sitio como este' (Península)

Moha Gerehou.

-Recuérdenos qué es el racismo

-Un sistema de poder que, a través de la educación, la economía, la política y la cultura entiende que hay una supremacía blanca y que las personas racializadas estamos por debajo. Eso genera una exclusión estructural muy arraigada.

-Confiesa que el inicio de su lucha antirracista fue el miedo

-El último estadio del racismo es acabar con la vida, que puede estar condicionada por el color de piel, como le pasó a Lucrecia Pérez, una mujer dominicana, pobre y migrante. No estoy seguro de que un caso así no pudiera pasar hoy porque, en un clima de odio, las personas con menos protección acaban pagando los platos.

-¿Sigue teniendo miedo?

-Sí. La diferencia es que ahora tengo más herramientas para enfrentarme al racismo. 

-¿Qué huella deja que, en pleno siglo XXI, le hayan querido subastar en Twitter?

-Siempre queda esa sensación de que, cuando nos manifestamos o nos pronunciamos políticamente, hay un señalamiento por ser negro, por ser migrante. Eso es jodido. No es como cuando te atacan por tus opiniones políticas. El color de piel es muy visible. Algo superfluo se usa como una forma sobre la que sustentar el poder.

"Es jodido que haya un señalamiento por ser negro cuando nos pronunciamos políticamente"

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-¿Por qué es falsa la imagen de que África necesita ayuda?

-Para responder tenemos que remontarnos a las consecuencias del imperialismo, que saqueó los recursos africanos durante décadas. Hoy son las grandes empresas las que se llevan los beneficios. No se explica la migración de Senegal hacia Canarias sin ver que las empresas europeas acaban con un ecosistema marino que deja sin actividad a muchos pescadores. Si ponemos ahí el foco vemos que África no necesita ser salvada, necesita dejar de ser expoliada.

-¿Y qué hacemos? ¿Le decimos a las oenegé que se vayan?

-Se necesita un cambio de modelo en las grandes oenegés. Incluso para una organización como SOS Racismo, su objetivo último tiene que ser su propia desaparición. Cuando no sean útiles habrán conseguido su objetivo. Pero hay cierto interés en que las cosas no cambien del todo. Hay que tomar decisiones que vayan a lo estructural. No será agradable para muchas empresas abandonar esos territorios, pero es una forma de reparar lo ocurrido en siglos anteriores.

-También denuncia el 'complejo del salvador blanco'

-Es una derivada del supremacismo. Como si los africanos no tuvieran capacidad para solucionar sus problemas. Una cosa es la solidaridad y otra es decir ‘quítate, que no sabes’. Se ve bien en un caso reciente: Sergio Ramos y Sara Carbonero pusieron un post en Instagram para que, con cada ‘like,’ Unicef llevara una vacuna a los niños africanos. Hay un problema estructural -los países ricos acaparan las vacunas- y se fomenta la caridad. Es absurdo. 

-El racismo no lo inventó la extrema derecha pero algo se hace mal, para que lo explote con éxito 

-Si el Gobierno no hubiera sido tan negligente al convertir Canarias en una cárcel de migrantes en condiciones pésimas no se hubiera generado ese caldo de cultivo en un lugar tan significativo. ¿Qué ha hecho la extrema derecha? Aprovechar esa crisis. La alternativa es otorgar derechos a las personas migrantes racializadas. 

-¿Qué cambiaría esa ley pendiente de Igualdad de trato y no discriminación? 

-Permitiría un camino claro para denunciar el racismo, saber dónde hacerlo, garantías de que hay un soporte jurídico, juzgados especializados y que nos sintamos protegidos. En España se ha hecho un gran esfuerzo para que sepamos que existe el 016, en casos de violencia machista. Pero, en caso de racismo, no sabemos dónde acudir.

“Sería imprescindible que hubiera estadísticas por perfil racial en España”

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-¿Sería bueno tener estadísticas por perfil racial en España? 

-Sería imprescindible. Igual de importante que tener datos de la brecha salarial entre hombres y mujeres para poder tomar medidas. Hasta que no se recojan datos sobre lo que les cuesta a las personas negras acceder a una vivienda, por ejemplo, no se pueden hacer políticas públicas. 

-¿Cree que hay un problema con la policía? 

-Sin duda. Cuando ven a una persona negra, gitana o latinoamericana creen que es sospechosa de haber cometido un delito o que no tiene papeles. Y eso justifica una actuación policial, pero no es un criterio objetivo. El color de la piel no puede ser un indicio de delito o irregularidad. Es algo que hay que atajar, pero la policía no lo reconoce como un problema.

“La policía no reconoce como un problema asociar el color de piel a delito o irregularidad”

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-¿Le sigue persiguiendo el síndrome del eterno extranjero?

-¡Voy a morir con ese síndrome! Cuando salgo a cenar con mi pareja es muy habitual que me hablen en inglés por esa percepción de que, cuando una persona negra está en determinados lugares, solo puede ser extranjera. No se asocia ser español y no blanco.

-¿Y cómo lo lleva?

-Es complicado. Crecemos con ese conflicto. ¡Digo que soy español más veces que Santiago Abascal! (risas). Me gustaría no tener que reivindicarlo.

-Veamos su grado de integración. ¿Tortilla de patata o maffe? 

-Tortilla de patata rellena de maffe (risas). La integración no es dejar todas tus costumbres. El maffe [guiso tradicional de carne] no tiene que ser patrimonio nacional, pero hay que aceptar que forma parte de la realidad española. La visión de lo español es reduccionista. ¿Qué es ser español? ¿Comer paella los domingos, ir a misa y a los toros?

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