Pere Aragonès se ha convertido este viernes en el 132 presidente de la Generalitat, un cargo al que llega tras más de media vida en ERC y después de haber sido el elegido por el líder del partido, Oriol Junqueras, para que los republicanos vuelvan a presidir el Govern por primera vez desde la restauración de la democracia en España.

A sus 38 años será el jefe del Ejecutivo catalán más joven en llegar al cargo en la historia de la Generalitat contemporánea y, pese a su juventud, lo hace después de dos décadas de militancia en ERC -desde los 16 años- y de varios años en la primera línea política, a diferencia de su antecesor, Quim Torra, que era un recién llegado a la política institucional.

Tras pasar por varios puestos de responsabilidad en el partido y el Govern, Junqueras le pidió dar un paso al frente después su encarcelamiento y la marcha de la secretaria general republicana, Marta Rovira, a Suiza, y, con Aragonès como candidato, ERC logró posicionarse el 14 de febrero como el primer partido independentista, pese a que el PSC le arrebató la esperada victoria.

Con su perfil de gestor, aparenta un gesto serio y tranquilo que se transforma en los mítines cuando deja la americana y se enfunda el traje de candidato, sorprende su sentido del humor en las distancias cortas, incluso se dice del nuevo presidente que es un gran imitador de compañeros y adversarios políticos, y la cocina es su actividad preferida para desconectar de la actualidad política.

Republicano e independentista desde la adolescencia, se define como keynesiano y socialdemócrata, pese a que algunos sectores lo han identificado con un perfil más liberal e incluso lo han acusado de querer privatizar servicios públicos en la polémica y fracasada 'Ley Aragonès'.

De las JERC al Parlament

Nacido en 1982 en Pineda de Mar (Barcelona), es licenciado en Derecho por la UOC, tiene un máster de Historia Económica por la UB y un programa de formación de directivos en políticas públicas y desarrollo económico en la Kennedy School of Government de Harvard, pero la política ha sido su principal ocupación desde joven.

De hecho, la política lo ha rodeado desde pequeño: su abuelo, el empresario hotelero y téxtil Josep Aragonès, fue alcalde de Pineda de Mar durante el franquismo y posteriormente lideró Reforma Democràtica de Catalunya, el embrión de Alianza Popular impulsado por Manuel Fraga, mientras que su padre fue concejal independiente en la lista de CiU.

Con este contexto familiar, Aragonès se interesó por la política desde niño y asegura que empezó a tomar conciencia independentista con 10 años, la fue consolidando con el paso de los años y con 16 años comenzó a militar en las JERC -las juventudes de ERC-; un año después ya estaba en la dirección de la organización y en 2003 pasó a ser el portavoz y entró en la Ejecutiva Nacional de ERC.

Con 24 años, en 2006, dio el salto al Parlament como diputado en representación de las JERC en la legislatura del segundo tripartito y vivió desde la dirección del partido la crisis interna y la pugna de esa época entre Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Puigcercós, en la que se posicionó a favor del segundo.

Después de los tripartitos y con ERC ya fuera del Govern, Aragonès se mantuvo en el Parlament y entre 2011 y 2018 también puso un pie en la política municipal liderando la formación en Pineda de Mar -su pueblo natal y en el que todavía vive-, que pasó de un concejal a cinco y a ser segunda fuerza en el ayuntamiento.

Relación con Junqueras

De la mano de Junqueras, que pasó a liderar el partido en 2011, Aragonès fue escalando puestos y ganando peso en la formación: en 2012 fue uno de los negociadores del acuerdo con CiU para investir a Artur Mas y en esa legislatura fue el portavoz adjunto de ERC en el Parlament.

Sin embargo, la relación entre ambos se remonta a 2004, cuando Aragonès invitó a Junqueras a una charla organizada por las JERC y después estuvieron cenando y conversando; cinco años más tarde Junqueras se convertiría en el candidato republicano a las elecciones europeas, por lo que se atribuye a Aragonès el haber descubierto al que sería el próximo líder republicano.

Con la vuelta de ERC a la Generalitat en 2016 en la coalición de JxSí junto a CDC, Junqueras lo situó como secretario de Economía, departamento que él encabezaba, pero lo apartó del núcleo organizador del 1-O, a diferencia de miembros destacados de la Conselleria como Josep Maria Jové y Lluís Salvadó.

Esta decisión, que anticipaba las aspiraciones que el líder de ERC tenía guardadas para Aragonès, evitó que fuera detenido y encausado, y le libró de ser cesado por el 155 por parte del Gobierno de Mariano Rajoy, que lo mantuvo durante los meses de intervención de la autonomía catalana como uno de los máximos responsables de la Generalitat.

De hecho, el secretario de Estado para las Administraciones Territoriales, Roberto Bermúdez de Castro, elogió el papel de Aragonès en esa etapa por haber colaborado "activamente" en la aplicación del 155.

Los hechos de otoño de 2017 en Cataluña, con el encarcelamiento de los presos del 1-O y las causas judiciales por el proceso independentista, acabaron precipitando su ascenso a los mandos de ERC y del Govern.

El 22 de enero de 2018 Aragonès visitó a Junqueras en la cárcel de Estremera junto a la secretaria general del partido, Marta Rovira, y el líder de ERC le pidió dar un paso al frente para situarse como el líder visible de la formación: "Si le pasa algo a ella --refiriéndose a Rovira--, te toca a ti".

Dos meses después, Rovira se marcharía a Ginebra (Suiza) para evitar comparecer ante el Tribunal Supremo (TS), por lo que Aragonès le tomó el relevo como líder del partido, libre de causas judiciales y presente en Cataluña, asumiendo el cargo de adjunto a la Presidencia de ERC y posteriormente como coordinador nacional de la formación, puesto que ocupa actualmente.

Abanderado de la vía amplia

Este paso al frente también se tradujo en responsabilidades en el Govern de Quim Torra y pasó a ser vicepresidente y conseller de Economía -los mismos cargos que había ostentado Junqueras entre 2015 y 2017-, desde donde fue el artífice de los Presupuestos de la Generalitat de 2020 acordados con los comuns, los primeros desde 2017 y que aumentaban el gasto del Ejecutivo, y trató de encauzar junto a Torra las constantes crisis que deterioraron las relaciones entre Junts y ERC durante la legislatura.

Además, la inhabilitación de Torra en septiembre del año pasado lo ha obligado a asumir las competencias de presidente en funciones a lo largo de seis meses situándose en la máxima posición institucional del Govern durante la segunda y tercera ola del coronavirus, aunque ha tratado de limitar su rol para no ocupar la figura de presidente de la Generalitat y evitar tensiones con sus socios.

Con el giro estratégico de ERC tras los hechos de 2017 hacia lo que se ha definido como independentismo pragmático, Aragonès se ha erigido como uno de los principales abanderados de la apuesta por ensanchar la base de apoyos al independentismo para forzar al Estado a aceptar un referéndum y por anteponer la vía del diálogo a la confrontación, dejando una eventual declaración de independencia en segundo plano.

Pese a que la vía amplia que tanto pregonó durante la campaña no ha comenzado con buen pie y su acuerdo con Junts se ha retrasado tres meses, su voluntad es presidir un Ejecutivo que huya de la dinámica de la última legislatura, impulse la reconstrucción tras la crisis del Covid-19 y afronte lo que define como cuatro revoluciones urgentes: la social, la feminista, la ecologista y la democrática, y avance hacia la resolución del conflicto catalán.