Cuando Adriana Lastra respondió tajante en rueda de prensa este lunes un “el PSOE no se plantea alargar la edad de jubilación”, ya era todo un síntoma. Una señal de que dentro del partido corría el malestar con las palabras del ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. La vicesecretaria general había eludido entrar en detalles en otras cuestiones que emergieron durante su comparecencia, desde el programa del 40º Congreso Federal del PSOE a la negociación presupuestaria con Unidas Podemos. Pero respecto a Escrivá quiso ser taxativa, para cerrar un debate incómodo para el partido. 

Para entender qué había sucedido y el porqué de la cierta irritación interna por la “imprudencia” del ministro hay que rebobinar unas horas. Hasta el domingo. En una entrevista en el diario ‘Ara’, abogó por acometer un “cambio cultural en España” que le permita seguir “la tendencia clara” que hay en el resto de Europa, donde “entre los 55 y los 70 0 75 años se trabaja cada vez más”.

Sus declaraciones eran inequívocas. Y alarmaron a Unidas Podemos, con quien los socialistas ultiman la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2022, con la fiscalidad como uno de los principales escollos. “Seamos cautos, prudentes y no generemos más tensiones en un país que lo está pasando mal”, reclamó desde Santander la vicepresidenta segunda y responsable de Trabajo, Yolanda Díaz, la líder del sector morado en el Ejecutivo. 

En el PSOE había cundido una cierta estupefacción. La incomodidad obligó al propio Escrivá a publicar un hilo de Twitter para matizar sus palabras del día anterior, que a su juicio habían sido “sacadas de contexto”: insistió en que no plantea “la necesidad de trabajar hasta los 75 años como algunos sugieren, sino fomentar medidas que contribuyan a cambiar la mentalidad de las empresas para que no expulsen a trabajadores del mercado laboral a partir de 55 años, desperdiciando su experiencia y mejorando los incentivos a la jubilación demorada” para que los que quieran puedan trabajar más allá de la edad ordinaria, como el Ejecutivo ya ha “acordado con los agentes sociales” y recoge el proyecto de ley que está en el Congreso. 

“Lo que más refuerza la sostenibilidad del sistema es acercar la edad efectiva a la ordinaria de jubilación y mejorar la empleabilidad de los mayores de 55 e incentivar la jubilación demorada son dos mecanismos claves”, remachó. 

“Un metro en la lengua”

Tras la reunión de la ejecutiva del PSOE, la vicesecretaria general apuntó que Escrivá había sido “meridianamente claro” a la hora de “aclarar” sus palabras. “El PSOE no se plantea alargar la edad de jubilación de los trabajadores”, respondió, con intención de que la polémica no cogiera más vuelo. 

Sin embargo, la entrevista del ministro había sido comentada en Ferraz, como comentaron distintas fuentes consultadas por este diario. No habían gustado nada sus declaraciones, menos aún en un contexto complicado, con la negociación abierta sobre la prórroga de los ertes covid (se llegó al acuerdo el lunes por la noche) y con el segundo bloque de reformas del sistema de pensiones pendiente del diálogo social. “No podemos dilapidar nuestro esfuerzo en materia laboral y con los sindicatos por estos comentarios a destiempo. Escrivá no sabe que a veces en política hay que tener un metro en la lengua”, indicaba una responsable de la cúpula federal, que conoce bien al presidente y que intuye que la rectificación del ministro fue producto de una petición previa suya. “Y Escrivá habrá entendido que tenía que hacerlo”, remata. 

"Se podía haber ahorrado esas palabras", "debería haber estado más prudente, no hay necesidad de montar más polémicas", apuntan dos ministras socialistas

“Claramente, se podía haber ahorrado esas palabras —completa una compañera de Gabinete—. Si no lo va a hacer, ¿para qué lo sugiere?”. Otra ministra socialista coincide en el análisis: “Escrivá debería haber estado más prudente. No hay necesidad de montar nuevas polémicas. Es muy listo, pero parece mentira. Menudo charco, y no es el primero en el que se mete”. En julio, justo después de que Gobierno y agentes sociales firmaran el acuerdo sobre el primer paquete de cambios en las pensiones —la indexación de las prestaciones al IPC, entre otras medidas—, aseguró que los ‘baby boomers’, el grupo de edad más numeroso, “deberán asumir un ajuste en sus prestaciones o trabajar más”. Al día siguiente, se enmendó: “No tuve mi mejor día”. Aquello sucedía cuando bullía el runrún por la inminente remodelación de gobierno. Su nombre figuraba en las quinielas, pero Pedro Sánchez mantuvo a su lado a un hombre a quien fichó como independiente procedente de la AIReF. 

De cualquier modo, las palabras de Escrivá en ‘Ara’ no representaban al Ejecutivo, como señaló la titular de Defensa, Margarita Robles, desde Alicante. Tiene “muy buen concepto” de él, porque cuando ofrece un punto de vista es “una opinión que habrá valorado, pero el Gobierno como tal no se ha pronunciado, y por tanto vamos a esperar”. “Mientras tanto, es una opinión de Escrivá que, vuelvo a decir, él hace”, defendió. 

Te puede interesar:

Las llamas en el PSOE no crecieron porque se cortó el fuego pronto. Pero el resquemor con el ministro se podía sentir en el corazón del partido y en el Ejecutivo. Ante la ruptura de puentes con la oposición en el Parlamento, Sánchez hace valer siempre que puede —lo hizo este lunes desde Santander— la casi docena de pactos firmados con patronal y sindicatos. La dinámica se rompió con la subida del salario mínimo de 15 euros brutos mensuales (que este martes aprueba el Consejo de Ministros), consensuada solo con las centrales, pero este lunes se retomó con la prolongación de los ertes hasta el 28 de febrero de 2022. Pero aún faltan por negociar la segunda parte de pensiones y la reforma laboral. Justo lo más complicado.