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Cónclave en las filas socialistas

Sánchez proyecta una ejecutiva que aúpe a una nueva generación del PSOE y afiance la unidad interna

El presidente no tiene del todo cerrado el diseño de la nueva cúpula en la que podrían no ingresar ministros, para que se vuelquen en sus áreas de gestión

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el mitin de partido de este pasado 10 de octubre de 2021 en Ponferrada, León.

Casi cuesta recordarlo. Echar la vista atrás y pensar cuál fue el último congreso federal del PSOE con sosiego interno. Fue en 2008, tras las elecciones que ganó, por segunda vez, José Luis Rodríguez Zapatero. El cónclave número 37 en el memorial socialista, el que ascendió a Pepe Blanco y lanzó a la valenciana Leire Pajín como referente de una nueva hornada de dirigentes socialistas. Con el derrumbe electoral, la sucesión de peleas intestinas: el desgarrador duelo entre Carme Chacón y Alfredo Pérez Rubalcaba en Sevilla, en 2012; el triunfo de un desconocido Pedro Sánchez ungido por los barones en el extraordinario de 2014; el sabor de boca aún fresco de la guerra total entre ese mismo Pedro Sánchez y Susana Díaz en 2017, en Madrid. Pero aquella cita, aquel 39º Congreso, el de hace cuatro años, poco se parecerá al que está a punto de abrirse. El 40. En València, este viernes. El que será una demostración del poder del secretario general y hoy presidente del Gobierno y el que puede aupar también a una nueva generación en el PSOEUnidad y renovación son, según su equipo, los dos mensajes que el líder quiere lanzar el próximo fin de semana, y los que, en principio, guiarán la construcción de la comisión ejecutiva federal que habrá de votar el millar de delegados.

Los nombres de la nueva dirección del PSOE "no están cerrados todavía", "aún es pronto", sentencian a este diario fuentes muy próximas a Sánchez, que no obstante calculan que a lo largo de la semana puedan ir adelantándose algunos de ellos, como ya ocurriera en 2017. Dos son seguros, los de Adriana Lastra como vicesecretaria general —ya confirmada por el jefe— y Santos Cerdán como responsable de Organización. Los dos continuarán y los dos pilotarán el corazón de la maquinaria socialista. Ella, con más protagonismo interno que antes, al centrar su labor solo en el partido y ceder la portavocía en el Congreso al canario Héctor Gómez.

A partir de ahí, habrá que leer el mensaje del secretario general a través de las incorporaciones. Fuentes de su confianza tanto en el Gobierno como en Ferraz confirman que dará paso a una nueva generación de dirigentes. A los de su generación, los que se mueven en la franja de los 40 años —Sánchez tiene 49—. Ese impulso vertebró la remodelación del Ejecutivo del pasado julio, cuando ingresaron ministros jóvenes como Isabel Rodríguez, Diana Morant, José Manuel Albares, Pilar Llop, Raquel Sánchez, Pilar Alegría o Félix Bolaños, el hombre fuerte del Gabinete. La edad media se rebajó de los 55 a los 50 años.

La lógica se extendió a la hora de nombrar a los nuevos jefes de Congreso y Senado: Héctor Gómez y Eva Granados. De modo el tercer y último compás en el proceso de renovación interna culminará esa secuencia. Así, se cuenta con la salida de dirigentes a los que el líder repescó por su apoyo decidido en las primarias de 2017, como Manu Escudero, hoy embajador ante la OCDE. Quien puede escapar de esa media es la presidenta del partido, un puesto equilibrador y de mayor carga simbólica que ejecutiva. De no continuar la exministra Cristina Narbona, podría relevarla Carmen Calvo, secretaria de Igualdad desde 2017 y ya exvicepresidenta primera.

Otro vector que movió al presidente en verano fue la división de parcelas entre Ejecutivo, partido y grupo. Es decir, no sumar cargos ni competencias. Así, Lastra perdió la portavocía para focalizar su acción en el PSOE, falto de tono en los últimos años. Por ello, tanto en el Gobierno como en Ferraz apuntan que Sánchez no integrará a ministros en la nueva dirección con responsabilidad de área. Podrían entrar como vocales, para reforzar el peso político del equipo, pero no con cargo ejecutivo.

Dirección más "operativa" y "funcional"

Se añade otra razón: el líder busca una ejecutiva más "operativa" y "funcional", preparada para librar el combate electoral de 2023, que tendrá como prólogo las autonómicas en Andalucía —a lo largo de 2022— y, tal vez, en Castilla y León o incluso en la Comunitat Valenciana. Sánchez necesita que la maquinaria del PSOE esté engrasada y a pleno rendimiento frente a una derecha con muchas más opciones de conquistar la Moncloa y de arrebatar poder territorial a la izquierda gracias a la práctica absorción de Ciudadanos por el PP. En otras palabras, quiere rearmar al partido. De ahí que en su equipo de confianza intuyan que desea que los nuevos dirigentes que le acompañen en Ferraz para los próximos cuatro años se vuelquen en sus respectivos cometidos.

No obstante, el acceso de ministros a la ejecutiva podría darle un mayor empaque y subrayar la apuesta por esos valores emergentes, caso de Bolaños, quien es, de facto, el vicepresidente político del Gobierno y en el que Sánchez confía para desatascar asuntos institucionales y orgánicos, desde el desbloqueo de los Presupuestos de 2022 hasta la fallida moción de censura en Murcia. En enero de 2020, de hecho, el mandatario socialista refrescó la nomenclatura del partido con la entrada de varios ministros, como María Jesús Montero y Carolina Darias.

No se cuenta, tampoco, con la incorporación de barones. El reglamento de los estatutos, de 2018, ya impidió esa posibilidad en su artículo 557: es "incompatible simultanear la condición de miembro de dos comisiones ejecutivas de ámbito territorial diferente". Se superpone la razón política: centrar la gestión en un área. Y hasta el contexto: en 2014, Sánchez sentó hasta a 10 líderes territoriales para robustecer la dirección. Parte de ellos le traicionaría dos años más tarde.

Opera otro motor esta vez: el presidente desea componer una ejecutiva más corta. La actual nació con 49 miembros, aunque dos de ellos renunciaron a su cargo para ocupar puestos institucionales: José Félix Tezanos (elegido para el CIS) y Beatriz Corredor. De nuevo, le ayuda el escenario. Aquella cúpula se cerró pasadas las dos de la madrugada del último día del 39º Congreso por los ajustes de última hora —el grueso ya se conocía desde días antes—, porque tuvo que buscar encaje a los fieles que habían creído en él en aquella incierta travesía de las primarias. En aquel momento, no hubo más destello de integración que Patxi López, el tercer rival en la primarias. Y se sentó como miembro nato el coordinador del consejo político federal, el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, que había apoyado a Díaz pero que se alistó de inmediato en las filas del restituido líder en cuanto se abrieron las urnas.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante el mitin de este pasado 10 de octubre de 2021 en Ponferrada, León.

"El salto cualitativo"

Ahora Sánchez, pasada la guerra de 2017 e instalado en la Moncloa, con un poder incuestionable, no tiene que pagar favores. Es más, busca proyectar, como convienen en su entorno y quienes han hablado con él en las últimas semanas, esa imagen de unidad interna, fichando a dirigentes sin importar su adscripción en batallas orgánicas previas. Ocurrió con la configuración del nuevo Gabinete, cuando sumó a ministras que habían respaldado a Díaz en 2017 (Rodríguez, Morant o Alegría) y cuando situó a su vera a Óscar López, mano derecha de Rubalcaba, o a Francesc Vallès, que se había alineado con Eduardo Madina en 2014. "Las guerras internas son ya pasado. Ahora ya no cuenta ni se mira a quién apoyó la gente. Ese es el cambio cualitativo", resume uno de los veteranos.

Este 40º Congreso Federal se prevé, de cualquier modo, calmo. Con la idea de fortalecer el proyecto —el lema elegido es 'Avanzamos_'— y sin "sobresaltos", ni críticas internas, como coinciden varios miembros de la cúpula saliente. Lo previsible es que el líder logre un respaldo superior al que obtuvo en 2017 en la votación de los órganos federales. Entonces, recibió la aprobación del 70,50% del millar de delegados, por debajo del 86,19% de 2014 por el voto de castigo de los críticos. La contienda interna aún sangraba, y también pesó la falta de integración de los derrotados.

La imagen de unidad quedará apuntalada por dos actos mayores. Este viernes 15, en el arranque del cónclave, Sánchez se rodeará de sus ministros y de todos los barones, en la que será la primera foto del poder actual del PSOE desde la crisis de gobierno. El sábado, el presidente estará al lado de los tres exlíderes del partido, Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Joaquín Almunia, una instantánea que no se repetía desde 2014. Y el domingo, antes de la clausura se hará hueco a un homenaje al fallecido Rubalcaba. Además, los dos pesos pesados del Ejecutivo caídos en julio tendrán un papel en el cónclave: Carmen Calvo, en una mesa redonda sobre igualdad, y José Luis Ábalos, según indicaban en Ferraz, en otro foro por concretar.

El 40º Congreso sí vivirá un fuerte debate ideológico en torno a temas muy sensibles. Particularmente, dos que han focalizado el interés de las casi 10.500 enmiendas presentadas a la ponencia marco. El modelo de Estado y el cerco sobre Juan Carlos I y la pugna en el feminismo con el colectivo LGTBI, más descarnada a raíz de la ley trans promovida por Irene Montero. La dirección busca transaccionar con los proponentes para intentar llegar al cónclave con esa batalla desactivada o al menos, con el fuego controlado, para que así la atención pivote sobre el discurso del presidente y la tarea de relanzamiento del partido.

"Esperemos que llegue todo encarrilado. Hay que fortalecer la acción del Gobierno y no generar problemas. Pero con las cosas claras. Mucha gente espera que el PSOE no se equivoque en materia feminista, que es nuclear para nosotros. El congreso irá bien si hay líneas rojas que no se traspasan", asegura una integrante de la dirección saliente. A las tradicionales enmiendas republicanas se suman, esta vez, las que piden investigar al rey emérito o aumentar la transparencia de la Corona.

Sánchez camina hacia su coronación completa en el partido, ahora sí, tras casi una década de turbulencias. Con un poder total en el PSOE y sin que se atisbe en el horizonte la proyección de ningún sucesor. Lo dicen en Ferraz: no es el momento y nadie lo plantea.

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