Mientras Génova y la Puerta del Sol mantienen las espadas en alto por el control del PP de Madrid, los posibles desenlaces en esta guerra, en la que todos saldrán perdiendo algo, siguen abriéndose pasoIsabel Díaz Ayuso no se abre a negociaciones en su candidatura que supongan injerencias de la dirección nacional, quien, a su vez, contempla como opción que dos listas de peso se enfrenten en un duelo final. De ser así, Ayuso se mediría con el único liderazgo alternativo posible, el de José Luis Martínez Almeida. Aunque muchos cargos siguen esperanzados en algún tipo de acuerdo que evite un conflicto que puede ser internamente letal, las cábalas sobre los futuros apoyos ya están encima de la mesa. Muy especialmente si prevalece el sistema de elección actual en el que los compromisarios tienen la última palabra.

Por eso, cada sector del partido cuenta. Nuevas Generaciones también jugará su papel en el próximo congreso madrileño. La organización de los jóvenes populares y cuna de Pablo Casado, siempre ha actuado como apoyo incondicional del líder, incluso en su elección como presidente en 2018. Si se produce un enfrentamiento de dos listas, los estatutos del partido establecen que NNGG tendrá un número de compromisarios proporcional a su número de afiliados. La organización juvenil asegura que actualmente cuenta con 3.000 militantes, aunque insisten en que sus apoyos son superiores. 

Sobre todo, porque aquellos afiliados que cumplen 31 años salen automáticamente de la bolsa de NNGG a pesar de seguir perteneciendo a la ‘órbita’ entre grupos de amigos o equipos de trabajo. Vienen a decir, en realidad, que el peso que tendrán es superior al de la afiliación pura y dura. Otros cálculos dentro del partido establecen que su peso rondará al equivalente a uno de los principales distritos de la ciudad como Chamartín.

Cuántos serán finalmente aún está por determinar. Los compromisarios de todas las organizaciones territoriales (aquellos que no son natos) se designan atendiendo a los niveles de militancia (un 75%) y al porcentaje de votos obtenido en el 4-M (como máximo el 25% de ellos). Además, la Junta Directiva de Madrid tiene en sus manos la distribución de un porcentaje de representantes fijo que no puede superar, en ningún caso, el 20% del total, y que deben estar distribuidos en todas esas organizaciones.

La actual presidencia de NNGG en Madrid, en manos de Ana Pérez Baos (concejal de Las Rozas) está abiertamente enfrentada a Ayuso desde hace tiempo. Su destino en ese municipio y no en una lista electoral es una prueba de ello, como también el interés de la presidenta autonómica por relevarla en cuanto sea posible. La cuestión es que la popularidad de Ayuso entre el votante joven en Madrid (fue clave en el 4-M y para combatir a Vox) no es igual de extrapolable a Nuevas Generaciones. 

O, al menos, a buena parte de la estructura, que critica “las formas” y “el abandono” de la presidenta regional a los más jóvenes de la organización. Lo achacan al conflicto abierto con su presidenta, pero reconocen que ha terminado “pagándolo” con todos ellos. Y aquí, una vez más, juega un papel clave el apoyo a Casado en su semillero político.

Todavía hay algunas ampollas por la falta de participación de la propia Ayuso con NNGG en la campaña del pasado mayo. Mientras que algunos de sus consejeros y la secretaria general de la gestora que ahora Sol considera “irregular”, Ana Camins, compartieron actos con la organización; o el propio alcalde madrileño acudió al precierre de campaña en Alcalá de Henares, Ayuso se ausentó. Detalles que en el seno de NNGG consideran un “ninguneo” similar al que manifiesta, según dicen, sobre las 55 gestoras en la Comunidad de Madrid: “Ahora le molestan y le parecen irregulares. Cuando han estado trabajando en las campañas en la calle, en la recogida de firmas o montando actos electorales todo funcionaba bien”, ironizan entre la juventud popular y también en el entorno de la propia dirección nacional.

Díaz Ayuso y Pablo Casado. EFE

Buena parte de la estructura insiste en el apoyo a Casado y critican que la presidenta de la Comunidad “muerda la mano que le dio de comer”, recordando la apuesta que el presidente nacional hizo por ella en 2019 provocando una revolución dentro del partido, más allá de las fronteras madrileñas. Casi nadie veía con buenos ojos aquella elección y “acataron”, insisten, "sólo porque lo pidió el presidente nacional".

A estas alturas parece claro que una parte de la organización joven del PP está decidida a trabajar por la lista alternativa si es que llega a consolidarse. Pero en Sol siguen confiando en que el fenómeno desatado por la ‘baronesa in péctore’ será suficiente para desafiar al aparato

Afiliados vs compromisarios

En el sistema de doble vuelta inaugurado en el PP en 2016 al calor de la llegada de nuevos partidos políticos que impulsaron más democracia interna, el PP estableció un nuevo sistema en el que en sus congresos se iría a una segunda votación donde los compromisarios (previamente elegidos por los afiliados) ‘corregirían’ la decisión de los afiliados. Un sistema mixto que evitaba dar todo el poder a las bases. La única excepción sería si uno de los candidatos consiguiera más del 50% de los votos y 15 puntos de ventaja sobre el resto, proclamándose directamente candidato. Fue una fórmula intermedia que chocaba con la propuesta por dirigentes como Cristina Cifuentes o Isabel Bonig, partidarias de dar la voz a las bases por completo: un militante, un voto.

Mientras ese sistema prevalezca (solo podría cambiarse por petición expresa de la junta directiva actual que encabeza Pío García Escudero para que los afiliados eligieran directamente, como previsiblemente exigirá en las próximas semanas Ayuso), en esa búsqueda de apoyos a futuro entran a jugar todas las sedes del PP en la Comunidad (distritos de la capital, algunos con mucho peso; municipios y también NNGG).

En el partido todos son conscientes del evidente tirón electoral de Ayuso entre la militancia (votantes del 4-M). En Sol saben que esa es su mayor baza (y el mayor temor de Génova). Pero la dirección nacional apuntan a la falta de poder orgánico de la presidenta de la Comunidad y los pocos apoyos territoriales que, al final, serán los que voten como compromisarios. Y, de ahí, que la exigencia de cambio en el sistema de voto podría jugar un papel fundamental ahora.

De hecho, en Génova señalan con extrañeza que ningún alcalde o dirigente madrileño de peso haya salido a apoyar públicamente a Ayuso después de que la semana pasada hiciera oficial su voluntad de presidir el partido. Otras voces insisten en que sin un congreso convocado y con el conflicto abierto en canal, nadie quiere tomar posiciones. Pero, lo que está claro es que la dirección defenderá hasta el final el sistema actual con compromisarios.