La escalada de tensión entre la dirección nacional del PP y la presidenta de la Comunidad de Madrid preocupa ya a todos los sectores de la formación (dentro y fuera de la órbita madrileña). Primero, por los efectos que una guerra de este tipo pueda tener en futuras citas electorales; y segundo, por el propio clima entre militantes y votantes, que no entienden la polémica desatada y empiezan a mostrar desafección hacia las siglas. Los principales dirigentes en otras comunidades y también dentro de Madrid se preguntan hasta cuándo durará la situación. 

Aunque nada hace pensar en una tregua (las posiciones en estos momentos no se mueven un ápice), en Sol aseguran que su intención no es “hacer durar ningún conflicto”, pero reconocen que no desistirán en su petición: que el congreso se celebre cuanto antes y que Isabel Díaz Ayuso presida el PP de Madrid. Y en Génova sí confían en una especie de parón que haga rebajar el clima de enfrentamiento. “No podemos estar así eternamente”, reflexionan. No será una eternidad, pero todo apunta a que el desenlace tardará todavía tiempo en llegar.

Con independencia de si finalmente hay algún acuerdo entre las dos partes e incluso aunque Ayuso terminara liderando el partido, la dirección nacional afronta lo ocurrido como un pulso en toda regla que no puede perder. Es el verdadero mensaje, más allá del ruido alrededor, que en la cúpula popular lanzan. Y es la mayor preocupación del secretario general, Teodoro García Egea: Génova no puede ceder en el calendario ni puede dejar que Sol marque los tiempos de una competencia que es exclusivamente de la dirección nacional.

La advertencia lleva tiempo encima de la mesa del despacho de Pablo Casado: si cede a las presiones, el precedente que sienta podría ser letal. El presidente del PP comparte el diagnóstico, hasta el punto de que lo lleva tiempo aplicando en otros ámbitos. Ocurrió en el mes de junio cuando el Gobierno consiguió situar el debate de los indultos a los presos del procès como un asunto de Estado para avanzar. Incluso los empresarios o la Iglesia se mostraron conformes con la decisión, no así el PP, que llegó a enfrentarse a ambos abriendo una brecha nunca vista en su partido. Y el mensaje era exactamente el mismo: “Casado no cede a presiones de nadie”.

El conflicto ahora es interno y aunque muchos dirigentes que rodean al presidente nacional saben que Ayuso siempre ha tenido “las de ganar”, según dicen, para hacerse con el liderazgo del PP de Madrid, también reconocen que no es lo mismo hacerlo en una lista consensuada y en los plazos marcados por el calendario nacional que “hacerlo por libre” y “a las malas”. 

En este punto, las fuentes consultadas por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA no dejan lugar a dudas: no habrá adelanto y el congreso se celebrará según lo previsto. ¿Cuándo? Los tiempos aprobados por la junta directiva nacional “y que la propia Ayuso votó” como suelen recordar en Génova, establecen que los congresos de las comunidades uniprovinciales tendrán lugar en 2022. En concreto, en primavera. La idea de la dirección siempre había sido dejar el de Madrid para el último, señalando mayo o junio como los meses idóneos. 

Eso significa, según explican a este diario, que si finalmente hay una segunda candidatura, no tendría por qué conocerse hasta el mes de marzo aproximadamente. El reglamento del PP establece un mínimo de 45 días desde que se convoca un congreso autonómico hasta que tiene lugar. Si se apuran los plazos, la lista que competiría con Ayuso no tendría que concretarse hasta la misma primavera. De ahí que la preocupación vaya en aumento: todavía quedan muchos meses de conflicto hasta saberse si José Luis Martínez-Almeida se decide a competir o no con Ayuso. El alcalde confirma además esa tesis al insistir en la idea de que “ahora no toca hablar de eso” y que no tomará posición hasta que se convoque el cónclave madrileño.

Los motivos de “las prisas” de Ayuso

La insistencia de la presidenta madrileña de adelantar el congreso también descoloca a muchos cuadros del partido, incluidos los del resto de comunidades uniprovinciales que también tienen asignado su calendario para 2022. Es uno de los argumentos en los que Génova sostiene su cerrazón: hay una hoja de ruta aprobada por el máximo órgano del partido entre congresos y cambiarla, además de otra convocatoria extraordinaria para dar luz verde, implicaría una desigualdad con otros territorios.

Hay dirigentes de la cúpula nacional que no entienden “las prisas” de Ayuso. Afirman que si realmente “tiene claro” que contará con los apoyos para liderar el PP madrileño, “no se entiende que no pueda esperar unos meses y exija hacerlo ya”. Algunos cargos esgrimen “el temor a desinflarse” tras el éxito rotundo del 4-M como un motivo de peso para esas prisas. Aseguran que la presidenta madrileña sabe bien lo que es “crecer mucho electoralmente y en términos de popularidad en muy poco tiempo” y que podría sufrir el efecto inverso. Sobre todo, explican, “porque estamos viendo que pasan muchas cosas en muy poco tiempo”. “Hoy dos meses pueden ser una eternidad en política”, dicen.

No lo ven así en el entorno de la presidenta, incluso algunos de sus consejeros, que afirman que “el fenómeno” de Ayuso “ha ido a más” después de pasar por las urnas. Descartan que ese sea el motivo por el que ella quiera un adelanto.

También entran en juego, según algunos dirigentes con despacho en Génova, las convocatorias electorales del próximo año. En Andalucía habrá elecciones seguro, y está por ver si finalmente también las hay en Castilla y León. Las perspectivas de Juanma Moreno Bonilla son muy buenas según todas las encuestas publicadas y auguran que podría salir igual de reforzado que la madrileña. “Eso también acabaría con el discurso de que lo conseguido por Ayuso es especial. Hasta ahora solo tenemos el caso de Galicia, que es un territorio muy concreto en el que además solo hay tres partidos en el Parlamento. Andalucía es comparable a Madrid y si Juanma consigue lo mismo, ella ya no será la única”, reflexionan con este diario distintos cargos del PP.