El actual presidente de Italia, Sergio Mattarella, abandonará el cargo a principios de febrero de 2022 y, con su salida, los partidos están abocados a un nuevo equilibrio sobre el abismo de unas nuevas elecciones anticipadas. El actual primer ministro, Mario Draghi, está en boca de todos, pero a estas alturas quizás ningún otro líder sirva de pegamento a la amalgama que conforma el Gobierno.

Mattarella, de 80 años, ha dejado claro en sucesivos actos públicos que no quiere prolongar su estancia en el Quirinal e incluso los medios de comunicación italianos han dado cuenta en estas últimas semanas de movimientos de índole personal, por ejemplo en busca de una vivienda donde alojarse una vez cubierto su actual mandato.

El nombre de su sustituto depende de lo que digan los parlamentarios italianos --el cargo de presidente no deriva de elección directa en Italia--, por lo que son en última instancia los partidos los que tienen que ponerse de acuerdo para proclamar un candidato que aglutine una mínima mayoría.

El cargo teóricamente es ceremonial, pero en una Italia acostumbrada a todo tipo de terremotos políticos, el jefe de Estado termina por convertirse en no pocas ocasiones en un mediador clave, con poder para designar a primeros ministros que, como en el caso de Draghi, no hayan pasado por las urnas.

El primer ministro es precisamente quien más apoyo parece suscitar, tanto en la calle como en el Parlamento. Figura de prestigio tras su paso por el Banco Central Europeo (BCE), su salto en febrero a la primera línea política italiana al frente de uno de los gabinetes más heterogéneos de la historia ha terminado por consolidarle.

Sin embargo, sacarle del Gobierno implicaría abrir el melón de su propia sustitución, dado que no puede compatibilizar ambos cargos. Draghi no ha terminado de descartarse como presidenciable, pero públicamente sí ha enfatizado que está concentrado en temas de calado como la lucha contra la pandemia de COVID-19 o la recuperación económica.

Comienzan a tomar posiciones

El resto de partidos, entretanto, comienzan a tomar posiciones, si bien la mayoría de ellos coinciden en que, sin Draghi, el fantasma del adelanto electoral está más presente que nunca y formaciones como el Movimiento 5 Estrellas (M5S) ya se han expresado en contra de unos hipotéticos comicios que, en principio, les reportarían menos votos que los anteriores.

Los principales beneficiados de este posible adelanto, las formaciones ultraderechistas Hermanos de Italia y la Liga, son también quienes más campaña vienen haciendo por convocar nuevas elecciones. El líder de la Liga, Matteo Salvini, evitó este fin de semana dar nombres "todavía" para el Quirinal, si bien confía en "que 2022 traiga a los italianos un presidente sin un carné del Partido Democrático (PD)".

Precisamente el secretario general del PD, Enrico Letta, ha señalado que por ahora "no hay nada cierto" y ha aplazado cualquier debate hasta después de la aprobación de la ley presupuestaria en enero, según el diario 'Il Corriere della Sera'.

En el campo conservador, por encima de cualquier otro nombre suena el de Silvio Berlusconi. El ex primer ministro, que llegaría a la Presidencia con 85 años y tras recientes problemas de salud, sigue siendo una figura popular entre gran parte de la ciudadanía y su propio partido, Forza Italia, deja caer su candidatura en la sombra.

Su 'número dos', Antonio Tajani, ha afirmado que solo Berlusconi puede lograr el mismo nivel de apoyo que Draghi, y de la continuidad de este último como primer ministro dependería que Italia pueda aguantar sin elecciones en 2023. "Nadie (como Draghi) tiene la autoridad y las habilidades de mediador necesarias para mantener en funcionamiento un Ejecutivo de emergencia", ha explicado, según 'La Repubblica'.

Quien sí se ha descartado es el ex primer ministro Romano Prodi, que en declaraciones a la cadena Rai ha enumerado las razones por las que no aspira al cargo que ocupa actualmente Mattarella, empezando por la edad --tiene 82 años-- y terminando por una cuestión de "realismo político", ya que cree que no lograría nunca el nivel de apoyo necesario.

¿El momento de una mujer?

Otra de las opciones que ganan fuerza es que esta cadena de cambios permitan que por primera vez una mujer ocupe alguno de los principales puestos de responsabilidad en Italia, ya que hasta ahora tanto la Presidencia como la jefatura de Gobierno han sido cosa de hombres.

Entre las opciones que se barajan si Draghi da el salto a Quirinal, gana fuerza el ascenso de Marta Cartabia, actual ministra de Justicia y antigua presidenta del Tribunal Constitucional.

Según el diario 'La Repubblica' es una opción que "lleva unos días abriéndose camino a los más altos niveles". Cartabia, de 58 años y con un perfil político más blanco que el de otros compañeros de Gobierno, contaría con la estima de Mattarella, que apostó por ella dentro del actual gabinete.