"El PP quería levantarse de la mesa" cuando se puso el nombramiento de Almudena Grandes como hija predilecta como condición para aprobar los Presupuestos de la ciudad. "Este punto generó enorme tensión y el acuerdo estuvo a punto de no cerrarse". Distintas fuentes municipales confirman que, superado el escollo del IBI, este fue un punto crítico de la negociación entre PP, Ciudadanos y los carmenistas del grupo mixto. Tanto que esta fue la causa de que el pacto no quedara definitivamente sellado hasta el mismo lunes en que se presentó el acuerdo.

La tarde del domingo 26, el día después de Navidad, los tres grupos municipales trabajaron hasta entrada la madrugada para poder llegar a tiempo a la Comisión extraordinaria de Hacienda que estaba prevista para el lunes 27, día en el que finalmente todas las partes implicadas dieron por cerrada la negociación.

Pasadas las 00.30 de la noche del domingo todo parecía haber encajado, pero los populares no estaban nada convencidos de que nombrar a la escritora Almudena Grandes hija predilecta de la ciudad tuviera que ser una contrapartida que debiera incluirse por escrito en el acuerdo definitivo y siguieron peleándolo por la mañana. Su apuesta, después de haber intentado rechazar la propuesta en varias ocasiones en los días previos, era prometer que llevarían el asunto a un pleno posterior, pero querían desvincularlo del pacto de presupuestos y, sobre todo, "no dejarlo por escrito". Pero si eso sucedía, en Recupera Madrid estaban aún dispuestos a echar por tierra el trabajo de las dos semanas anteriores.

Este era el último fleco por cerrar antes de la Junta de portavoces que precedía a la celebración de la Comisión extraordinaria de Hacienda, y la razón por la que finalmente, después de toda una mañana de llamadas cruzadas entre las tres partes, la rueda de prensa de presentación de los presupuestos se retrasó hasta la media tarde. "No fue solo por cómo se escenificaba el pacto, con el alcalde confinado y sin poder protagonizarlo en una sala con un escenario institucional. Eso influyó sin duda, pero que el nombramiento de Almudena Grandes no se desvinculara del pacto fue clave", apunta una de las partes negociadoras.

Diez días de reuniones y llamadas

Para llegar hasta el Pleno extraordinario convocado para el miércoles 29 de diciembre en el que por fin, previsiblemente, se pondrá fin a esta larga historia, han sido fundamentales los quince últimos días. La primera reunión entre la delegada de Hacienda, Engracia Hidalgo, el delegado de Economía, Miguel Ángel Redondo y la portavoz del grupo mixto, Marta Higueras se produjo el 16 de diciembre por la tarde, después del encuentro madrugador entre el alcalde José Luis Martínez Almeida y el portavoz de Vox, Javier Ortega Smith, en el que este dio definitivamente un portazo a cualquier entendimiento entre ambos.

Pero unos días antes entre Ciudadanos y Recupera Madrid ya se había producido un acercamiento. La vicealcaldesa Begoña Villacís había aceptado los votos de Vox en los presupuestos de años anteriores, pero esta vez, existía una alternativa a sus cuatro votos y la dirigente de Ciudadanos estaba decidida a no hacer nada por favorecer el acercamiento con Vox y sacar a este grupo de la ecuación. "Solo había que esperar a que se retratasen o que ellos solos se alejaran", repiten en esta formación desde hace semanas.

Pero el calendario corría en su contra y Almeida seguía insistiendo en agotar todas las posibilidades con Ortega Smith. Por eso, antes de ese portazo final de aquella mañana del 16 de diciembre, Ciudadanos ya había prestado su colaboración al grupo mixto a través de sus equipos técnicos. Era "materialmente imposible" que al grupo mixto, escaso de personal y asesores, le diera tiempo a presentar sus enmiendas en tiempo y forma, apuntan fuentes municipales, así que en Ciudadanos recogieron su mano tendida, "la única disponible" según confirmó Almeida ya en la presentación del pacto final, y les devolvieron otra que les ayudara "a articular sus demandas" si fuera necesario.

Al tanto pero no presentes

Desde aquella primera reunión oficial se han celebrado, apuntan diversas fuentes, unas seis reuniones físicas, "no ha dado tiempo a más" y varias telemáticas. Pero los mensajes y llamadas del teléfono han estado sonando desde primera hora a altas horas de la noche en todos los despachos.

Ni Almeida ni Villacís han participado en ninguna de estas reuniones, todo ha quedado relegado a los negociadores de las áreas económicas. En Recupera Madrid dicen que tampoco ha sido necesario reunirse con los mayores de estos dos equipos porque entendían que sus interlocutores eran perfectamente válidos y estaban en sintonía con cada uno de sus jefes; en el entorno de Almeida dicen que ha estado "en contacto con Engracia en todo momento" y "ha conocido el estado de las negociaciones en cada paso que se ha ido dando". En el de Villacís, matizan. La vicealcaldesa sí ha estado en permanente contacto telefónico con la portavoz del grupo mixto, Marta Higueras. La relación entre ambas es muy buena y en el entorno de la vicealcaldesa no han dudado estas semanas en decir que este hilo directo entre ellas ha facilitado que finalmente nadie se levantara de la mesa.

Hay discrepancias o versiones diferentes sobre si fue una llamada entre ellas o la que se produjo entre Hidalgo y Cueto la que desatascó la negociación tras la reunión de la tarde del 20 de diciembre, en la que el equipo de gobierno dijo que era imposible aceptar la propuesta de los carmenistas sobre el IBI. Ni Hacienda ni Economía, es decir, ni PP ni Ciudadanos, veían viable su propuesta, primero porque suponía traspasar la línea roja que había impuesto Almeida, pero también porque tal y como se había presentado quedaba al margen de la ley. Pero el caso es que encontraron el germen de la fórmula que finalmente se ha aprobado y el martes el equipo de Almeida empezó a analizarla hasta finalmente llegar a un consenso.

Propuestas ideológicas

Las propuestas de mayor "simbolismo" ideológico han sido difíciles de aceptar para el PP, según apuntan en el Ayuntamiento. En la negociación hubo una parte de calado económico, en la que no solo se incluía lo relativo al IBI sino a otras acciones de medio o largo recorrido que afectan a la movilidad, medioambiente o urbanismo que se superaron con cierta sintonía y "transaccionales".

Las de gasto social suponían un segundo nivel en el escalafón de escollos que se han sorteado estos diez últimos días, como todo lo que afecta a las ayudas a los ciudadanos de la Cañada Real o los colectivos LGTBI, por ejemplo. Y el tercero y último, el de calado simbólico, es en el que se incluían aspectos relativos al callejero madrileño y a la herencia histórica de personajes célebres de la ciudad.

Villacís tuvo aquí, según distintas fuentes, un papel relevante. Intentó lidiar entre las líneas rojas de los populares y los carmenistas y, aunque nunca estuvo presencialmente en las reuniones en las que se trató este tema, en el grupo mixto reconocen que estuvo "detrás" de este tema a pesar de las reticencias del PP para que finalmente todo saliera adelante y que Almeida accediera a incluir por escrito el nombramiento de Almudena Grandes en el documento final del pacto.

Esta será la segunda vez que Almeida saca adelante los presupuestos in extremis. Ocurrió también en el primer año de legislatura, en el que Vox se abstuvo y la renuncia al acta de Inés Sabanés estuvo a punto de dejar al equipo de gobierno sin proyecto. En esta ocasión, hay otro edil que ha anunciado su marcha, pero su renuncia al acta es probable que no se materialice antes de la votación del Pleno, aunque es muy posible que, en caso de asistir, su voto sea contrario a los presupuestos que su propio grupo municipal, el mixto, ha acordado con Almeida y Villacís.