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Libro

Fraga, el gallego que se quiso parecer a Churchill

El décimo aniversario del fallecimiento del político reaviva el legado de una figura fundamental de la Transición que, en Galicia, ungió con dosis de federalismo sus 15 años como presidente de la Xunta

Manuel Fraga.

Debió esbozar una sonrisa de satisfacción, aunque fuere discreta, cuando, ante el libro titulado “Dr. Fraga y Mr. Iribarne”, biografía publicada por Alba Editorial en 1995 escrita por el periodista Ánxel Vence, don Manuel leyó que, en cierto periódico extranjero, le habían definido como “El mejor presidente que España nunca tuvo”. Pero si lo hizo, si sonrió, nadie podría confirmarlo: no era hombre que acostumbrase a mostrar sus sentimientos más íntimos. “A mí, desde luego -confiesa Vence-, nunca me dio su opinión sobre el libro, nunca me dijo, ni mandó que me dijeran, qué le había parecido. De ello colijo que, al menos, no le disgustó demasiado”.

Manuel Fraga Iribarne (Villalba, 1922), el hombre “al que le cabe España en la cabeza”, fallecía el 15 de enero de 2012 en Madrid, tras haber presidido la Xunta de Galicia durante 15 años y, ex ministro con Franco, haber desempeñado un papel básico en el proceso de la Transición política hacia la democracia en España.

Fraga saludando a Franco.

El no haber conseguido ser presidente del Gobierno fue, a juicio de quienes le conocieron o siguieron de cerca su trayectoria política, “la mayor frustración de su vida”. “Yo creo que aspiró a ese cargo, que tanto ambicionaba, incluso durante el franquismo, pero mucho más cuando Franco fallece y, ante su estupor, por no decir enojo y cabreo, el rey Juan Carlos elige a Adolfo Suárez en lugar de a él, para conducir el proceso de Transición hacia la democracia. Eso sí que no se lo esperaba”, asevera el ex subdirector y habitual colaborador de FARO DE VIGO, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio, que deduce: “Sin duda se trató de un problema de ubicación ideológica: era demasiado liberal para el franquismo y demasiado conservador para la recién estrenada democracia”.

"La Transición era inevitable, pero sin él hubiese sido mucho más complicada"

Manuel Penella

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En esta opinión coincide Manuel Penella Heller, doctor en Filosofía, y autor de “Manuel Fraga Iribarne y su tiempo”(Planeta, 2009): “Desde luego, y lo consideraba objetivamente, Fraga se sentía política e intelectualmente mucho más preparado y poderoso que Suárez y creía firmemente que estaba destinado a ser presidente en aquella tesitura porque es que, además, era el único político español de la época que sí tenía un proyecto de centro-derecha, un proyecto de gran partido no ya solamente coyuntural, para zafar el momento, como al cabo resultó Unión del Centro Democrático (UCD), sino con mucho más amplias y largas miras, con una nítida visión de futuro y capaz de resistir los embates de la historicidad. Yo no digo que la Transición no hubiera sido posible sin Manuel Fraga, pero estoy convencido de que, sin él, hubiese sido mucho más problemática”. 

Ese proyecto, que aún tardó lo suyo en germinar (acabaría haciéndolo con la fundación del actual Partido Popular) se empezó a gestar en su propia cabeza a través de su experiencia como embajador de España en el Reino Unido, una etapa en la que pudo observar primero, y admirar después, la potencia y el calado del Partido Conservador británico, una fuerza con diversos registros en la que cabían desde el liberalismo social hasta una derecha ultraconservadora, pasando por un conservadurismo moderado, que era el que “debía llevar las riendas”. “Este tipo de partido era -afirma Penella – el que él consideraba más idóneo para aplicar en España”. Y más, se podría añadir, cuando la figura del rey ayudó a impulsar y consolidar un régimen de monarquía constitucional no igual, pero sí muy similar, a la inglesa, lo cual que, en conclusión, Fraga ya era capaz de ver en el horizonte una España bipartidista y con alternancia armónica entre dos grandes bloques, uno de derechas y otro de izquierdas”. “Lo quería Fraga -corrobora Vence- era ser, salvando los contextos históricos, el Churchill de la política española. No en balde, Sir Winston siempre fue su figura política más admirada”.

Se podría pensar que, cuando se presentó al frente de Alianza Popular en las primeras elecciones democráticas, ese partido no respondía ni a su propio proyecto pues, a excepción de él mismo, sus líderes más significativos, aquellos otros “seis magníficos”, no se recataban en mostrar en público y sin pudor su nostalgia franquista, pero Manuel Penella tiene otra visión: “En realidad, al no querer saber nada de UCD y mucho menos de Adolfo Suarez -relata-, en primera instancia Fraga se acercó a un grupúsculo denominado Reforma Democrática formado mayormente por personas muy próximas a la Social Democracia, al que luego se incorporaron los tardofranquistas. Pero el núcleo inicial, ya digo, era cuasi socialdemócrata ¿Qué ocurrió? Que la imagen que daba aquella AP ante el electorado era muy cavernaria, por eso miles de sus potenciales votantes optaron mayoritariamente por UCD”. “De todas formas -sostiene Penella Heller- yo no consideraría eso un error de Fraga sino, más bien, un primer paso para que la derecha ultramontana aceptase y se integrase en la democracia”. Y ese, precisamente, fue el mayor legado del político gallego, como así es unánimemente reconocido. “En el fondo- prosigue Penella- la jugada le salió bien porque consiguió que sus compañeros de aventuras, aquellos otros seis magníficos, aceptaran la Constitucion, esto es, la vía democrática. Y eso, si no lo hubiese hecho él, no lo habría conseguido hacer ningún otro. Porque todos ellos reflexionaron de la misma manera: si Fraga hace esto, es decir, si Fraga acepta la democracia, nosotros también”.

"Era un hombre con un pensamiento mucho más pragmático y adaptivo de lo que algunos piensa"

Núñez Seixas

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En esta línea se manifiesta el historiador Xosé Manoel Núñez Seixas: “No cabe duda -dice- de que su gran obra fue civilizar a gran parte de la derecha ultramontana. Consiguió que casi todos los sectores posibilistas del franquismo, que recelaban de la monarquía constitucional, siguiesen su camino, que fue el que impidió que un partido fascista pudiese presentarse como alternativa de poder o de influir en el poder en la nueva España democrática. Claro que, desde otro punto de vista, también es cierto que ahogó la emergencia de la democracia cristiana, pero eso también hay que entenderlo: Fraga nunca se identificó con la derecha católica española”.

El penúltimo suspiro del conjunto de aportaciones de Manuel Fraga a la política de Estado fue el de pilotar el proceso de gestación del PP, en el que sólo estuvo de presidente durante los primeros meses, cediendo pronto el testigo a José María Aznar. También sobre ello trató Penella Heller en su libro: “Yo siempre he defendido que el actual Partido Popular es una creación de Fraga, y así lo he expuesto en mis libros. Lo cual, claro, me ha creado tensiones, porque hay quien sostiene que ese mérito corresponde a José María Aznar... Pero nada de eso: Aznar ya se encontró con el partido hecho, y ese era el partido con el que soñaba Fraga desde que había regresado de Londres”.

Durante la toma de posesión como presidente de la Xunta en 1997.

El activísimo retiro del “galego coma ti”

"Como presidente de la Xunta aplicó un galleguismo que llegó a estar muy cerca del nacionalismo"

Ánxel Vence

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Es coincidente entre los expertos advertir que durante los años en que fue presidente de la Xunta, hubo cambios en los registros político, ideológico e incluso personal de Fraga. Y ante esa aseveración, habrá quien se sorprenda, y quien no. Núñez Seixas es de los segundos: “Fraga -refiere- era un hombre con un pensamiento político más pragmático y adaptativo de lo que suele pensarse. En Galicia tuvo mucho más que una evolución hacia la aceptación plena del sistema autonómico”. “Es que Fraga tenía -aprecia Vence- una visión de Estado en la línea federal que reclamaban los bávaros en Alemania. Por eso reclamó más competencias, y por eso, y aunque bajo el peculiar nombre de autodentificación, él lo que reclamaba, de facto, era una consideración propia de un Estado federal”. Y todo ello, lo envolvió en una particular manera de aplicar el galleguismo a su estrategia política, como señala Ánxel Vence: “Asumió y se empapó tanto del galleguismo histórico que hasta rozó el nacionalismo. Y ese yo creo que es su principal legado político en Galicia, un legado que llega hasta el propio Alberto Núñez Feijoo, aunque no con tanto atrevimiento. Porque por mucho que se empeñen los de Vox, Feijoo es un españolista en comparación con don Manuel, pero está muy claro que, a cualquiera que quiera gobernar Galicia, sea o no de su partido, siempre le irá muy bien adoptar esa fórmula galleguista moderada que ya forma parte de las señas de identidad del fraguismo”.

"Respetaba a los adversarios si tenían, como él, cierta altura intelectual"

Alfonso Cabaleiro

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“Y, por otra parte, -añade Ánxel Vence-, hay que reconocerle que puso a Galicia en el mapa político”, afirmación que corrobora el que fuera su Jefe de Comunicación, Alfonso Cabaleiro: “Llamase a quien llamase, a Fraga siempre se le ponían al teléfono. Y si es cierto que él respetaba a sus adversarios de la oposición, si es que creía que estos tenían una altura intelectual suficiente aunque sus ideas divergiesen radicalmente, no lo es menos que sus rivales políticos también lo respetaban a él, y ya no hablo solo de España, sino internacionalmente”.

LOS CARGOS DE DON MANUEL

  • 1962- 1969. Ministro de Información y Turismo
  • 1973-1975. Embajador de España en el Reino Unido.
  • 1975- 1976. Vicepresidente segundo del Gobierno para Asuntos de Interior. Ministro de Gobernación.
  • 1979-1987. Presidente de Alianza Popular
  • 1984-1989. Diputado del Parlamento Europeo.
  • 1989-1990. Presidente del Partido Popular
  • 1990- 2005. Presidente de la Xunta de Galicia.
  • 2006-2011. Senador

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