Ni la amenaza de una invasión rusa en Ucrania y las graves consecuencias que podría tener para toda Europa han logrado el milagro de normalizar la relación entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Pablo Casado. La incomunicación proseguirá, a pesar de la conversación que el miércoles se produjo entre ambos, a iniciativa del líder popular. Veinticinco minutos que ponían fin a nueve meses de silencio, pero que resultaron infructuosos para abrir un tímido canal sobre la situación internacional. Así lo recoge El Periódico de España.

Para desesperación del PP, Moncloa no ha querido dar ese paso. El equipo de Sánchez no cree que sea el momento del deshielo. El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, mantendrá puntualmente informados a los portavoces, pero nada más. La razón fundamental, según fuentes del Ejecutivo, es que no quieren transmitir a la opinión pública que existe una sensación de peligro por la situación en Ucrania, que obliga al presidente a mantener una constante interlocución con el principal partido de la oposición. Pero además es que ese movimiento se produciría en el contexto de unas elecciones el próximo 13 de febrero en Castilla y León y con el horizonte también de unos comicios antes del verano en Andalucía, que no se presentan muy favorables al PSOE. La Moncloa no tiene interés en conceder ningún protagonismo a los populares.

Temor a un conflicto bélico

Como publicó El Periódico de España Europa o España está abocada a un conflicto armado en el Este. Por eso, en los últimos días se ha hecho un esfuerzo de explicación, después de la mala gestión inicial de la crisis. Estas distorsiones se han reconducido. Exteriores ha asumido el control de la comunicación, el Ejecutivo está logrando tener una única voz y se pone el foco en destacar que una agresión rusa a la integración territorial de Ucrania será contestada con durísimas sanciones económicas. Según sostienen en La Moncloa esta estrategia se desmontaría si establecen una conexión fluida con el PP, con esta crisis como trasfondo, que no ha existido en ningún momento de la legislatura.

Este es el principal argumento para no conceder a Casado ni un ápice de protagonismo, pero no es el único. Al momento electoral se suma que Sánchez contabiliza como nuevos agravios del PP su negativa a apoyar la reforma laboral y su cuestionamiento de las adjudicaciones de fondos europeos. El equipo del presidente entiende que carece de incentivos para normalizar la comunicación con el PP si la actuación del líder del PP es ésta. De hecho, estos dos asuntos, según reveló la nota del Gobierno, se abordaron en la conversación. Sánchez le reclamó que "deje poner en duda" la gestión de las ayudas de la UE, porque la Comisión Europea ya le ha rectificado y porque esa estrategia "daña la imagen de España". Y le pidió que vote o, al menos se abstenga, en la convalidación de la reforma laboral pactada con patronal y sindicatos. El PP no contaba con esa embestida y tuvo que dar explicaciones tras conocer el argumentario del Gobierno para contrarrestar los reproches.

Comunicación inexistente

Estos dos temas empañan la interlocución en este momento. Pero se añaden a una larga lista de recriminaciones -la no renovación del Consejo General del Poder Judicial, la falta de apoyo en las prórrogas del estado de alarma, la ausencia de acuerdo sobre las pensiones- que han deteriorado totalmente la relación entre Sánchez y Casado, además en una de las legislaturas de mayor crispación política y mayor nivel de insultos. Ambos líderes, si pueden, evitan saludarse.

Desde luego no contribuye a arreglarlo el inicio de una larga campaña electoral. Pero la situación internacional sí podría haber sido un acicate para la reconciliación, como el desafío catalán lo fue en su día para el propio Sánchez y Mariano Rajoy. En Moncloa no descartan que si la crisis con Rusia empeora finalmente, el presidente descuelgue el teléfono. Ni siquiera les preocupa que deberán contar con sus votos para un eventual refuerzo de la participación española porque ni Unidas Podemos ni algunos de sus socios de investidura como ERC y EH Bildu se los facilitará. En ese caso, a pesar de todas las críticas que le hacen al PP, están convencidos que obtendrán su respaldo.

"Ninguneo"

En el PP no esconden su malestar por el "ninguneo" pretendido desde Moncloa, tal y como confirman fuentes de la dirección. La llamada no cumplió las expectativas porque Sánchez ha dado un portazo a la posibilidad de informar directamente al jefe de la oposición, y ni siquiera garantiza a los populares una interlocución más fluida. Albares dará información a todos los grupos parlamentarios por igual. Lo que Génova sí celebra es ver cómo Casado “sale reforzado” tras haber dado el paso de contactar. Insisten en que “ha cumplido con su papel de líder de la oposición” ejerciendo una iniciativa que, en realidad, correspondía al presidente. “Por segunda vez. También descolgamos el teléfono nosotros en la crisis de Ceuta”, zanjan. 

El contexto de elecciones castellanoleonesas que abren el nuevo ciclo electoral no es un asunto menor para el PP. La hoja de ruta ahora pasa por demostrar que son “un partido de gobierno incluso estando en la oposición”. Como publicó El Periódico de España, Casado ha sido firme fijando su postura en el conflicto con la intención de marcar una clara diferencia con su rival por la derecha, y aprovechando las incoherencias ideológicas de Vox al respecto.

Respaldo al Gobierno

Ya la semana pasada el líder del PP decidió adelantarse confirmando su respaldo al Gobierno ante las primeras noticias de que el conflicto se recrudecía y al saber (por la prensa) que España había adelantado el envío de la fragata ‘Blas de Lezo’ al Mar Negro. El momento no pudo ser más simbólico: lo anunció en un acto desde el Congreso y en presencia de Rajoy, incidiendo en que su partido siempre estaría al lado del Ejecutivo en cualquier acción o compromiso que se produzca en el marco de la Alianza Atlántica. No puso condiciones a ese apoyo, aunque pidió que el presidente compareciera lo antes posible en las Cortes.

El mensaje empezó a acompañarse de llamamientos desde distintos dirigentes populares para que Sánchez llamara a Casado y le concediera un protagonismo superior. Y no solo no llegó, sino que la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, confirmó que el presidente no tenía intención de dar ese paso

A raíz de eso, el PP dio un volantazo a su postura durante la comparecencia nocturna del ministro José Manuel Albares en el Congreso, con un mensaje incoherente en el que mantenía el apoyo al Gobierno, pero elevaba el tono con ataques muy duros, acusaciones de haber ocultado información y la insistencia del escaso peso internacional de España tras ser excluida de la llamada que Joe Biden programó con varias potencias europeas. Incluso el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, moduló su mensaje en un giro propio de la formación ultra. Solo unas horas más tarde del episodio el PP optó por reconducir su posición, retomando la original con la llamada a Sánchez.