Algo que en otras latitudes nutre a su vida institucional aquí es una excepción: reunir a los expresidentes del gobierno en torno a una conmemoración, a un acto, a un debate. En Cataluña, ver juntos a José MontillaArtur MasCarles Puigdemont (virtualmente), Quim Torra es algo insólito. Si se le añade Jordi Pujol -pendiente de juicio por su fortuna no declarada en Andorra- el hecho es todavía más excepcional. Unas jornadas sobre Europa, organizadas por el Departament de Exteriores, clausuradas en el paraninfo de la Universitat de Barcelona, lo han hecho posible. Estaban todos los elegidos desde 1980, salvo Pasqual Maragall, cuya enfermedad le impide participar en estos acontecimientos.

Todos ellos posaron para las cámaras con gesto serio, sin efusividades, con corrección. Sus distancias ideológicas son notables, incluso entre políticos de partidos cercanos. Es posible que hoy Montilla y Pujol tengan más en común que Mas y Torra.

Otro acto redentor para Pujol

El acto se convirtió en otro acto de normalización de la figura de Pujol, que interpretó como si nada hubiera pasado el papel de intelectual divertido y ecléctico. Pidió disculpas por haber olvidado sus notas, cosa que quizás signifique que está ya chocheando ("repapiejant", dijo en catalán). Tras ello, dio una lección de historia, desde Carlomagno al origen del imperio ruso, pasando por Churchill y De Gaulle. Lo tuvo que parar el moderador y dijo "perdonad, eh, vosotros dos", dirigiéndose a Mas y Torra, tras lo cual Mas dijo: "No te preocupes, estamos acostumbrados". Y voilá, se hizo la magia: "desapareció" la estafa en Andorra y reapareció el padre espiritual del nacionalismo de final del siglo XX. Risas, aplausos... y una sentencia: "Europa está en peligro". Pujol también logró otra ovación cuando agradeció a Puigdemont, pese a "no estar de acuerdo en todo" con él, su batalla judicial.

Tras ello, Mas, Puigdemont y Torra asumieron su papel secundario. Pusieron, sí, sus notas de europeísmo cada cual desde su óptica: Mas lo reivindicó pese a la etapa de los recortes sociales que ejecutó con determinación a partir del 2010. Puigdemont aprovechó para confrontar a la UE con España ("si fuera por España, yo estaría cerrado en una cárcel, puedo hablar aquí gracias a Europa"). Torra admitió que “la respuesta [de la UE al 'procés'] ha sido nula” aunque por otra parte jurídicamente “sí ha permitido estas victorias” independentistas, ha dicho en relación a Puigdemont. Y Montilla evitó bajar a la arena e hizo un balance "positivo" de Europa tras "siglos de luchas". Mientras, Oriol Junqueras, exvicepresidente del Govern condenado y posteriormente indultado por los acontecimientos del 'procés', defendió unas instituciones europeas más fuertes, junto a otros exparlamentarios europeos de ayer y hoy, del PSC, de CiU y de JxCat.

'Jarrones chinos' de todas las dinastías

Los 'expresidents' catalanes han pasado por visicitudes tan extremas que hacen más que difícil que coincidan políticamente en algo. Por recordarlo brevemente, Pujol confesó disponer de dinero oculto en Andorra, Montilla ha evitado el protagonismo, Mas ve resquebrajarse todo el espacio político que Pujol le cedió. Torra reniega del autonomismo que gestionó -y que entre otras cuestiones, paga su sueldo de 'expresident'-, y Puigdemont se ha ido a Bélgica para evitar el juicio que condenó entre otros a Junqueras. Maragall, com se ha comentado, está apartado de toda actividad política porque lucha contra el Alzheimer. Las relaciones personales y políticas entre todos ellos -todos hombres, por cierto- darían para un tratado psicológico, más que político.