El jueves, un día después de que saltara a la luz el presunto espionaje a Isabel Díaz Ayuso encargado desde una empresa pública del Ayuntamiento, José Luis Martínez Almeida y la presidenta regional se llamaron. No se habló de política, fue una conversación en el plano personal, afirman desde sus entornos. De tú a tú. De viejos amigos, no de 'rivales' políticos.

Llevaban, de hecho, mucho tiempo sin hablar. Las relaciones llevaban rotas entre ambos desde hace meses debido a la lucha interna que mantenían por el poder en el PP de Madrid. 

Tanto es así que cuando Ayuso se enteró de que podría estar siendo investigada por miembros de una empresa municipal, allá por noviembre, llamó al ex alcalde Alberto Ruiz-Gallardón para que mediara. Evitó llamar directamente a Almeida, tal y como reveló EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

Desde que se conocieron las primeras informaciones del caso el alcalde está "tocado", admiten los que trabajan con él. "Está siendo duro", reconoce a los suyos el propio Almeida, que ve como se está desintegrando el partido y a él le ha pillado en medio como portavoz nacional del PP. Además, es amigo personal desde hace años tanto de Ayuso como de Pablo Casado, lo que supone un desgaste añadido.

Él mismo sabía desde hace tiempo que tenía que dejar el cargo orgánico, que le estaba provocando cierto desgaste, sobre todo ahora que apenas quedaba un año para las elecciones. Es algo que llevaba valorando desde el verano, pero este martes se lo comunicó al propio Pablo Casado en una llamada telefónica y "consensuaron" la decisión de que dejaría el puesto. 

"El compromiso con el Ayuntamiento está por encima del compromiso con el PP", dijo ayer en una rueda de prensa improvisada durante el Pleno del Consistorio de la capital.  

Muchos en el partido han visto en esa renuncia una forma de firmar las paces con Ayuso. "Llegado el momento ha sabido ver lo que pasaba", comenta una fuente del entorno más cercano de la presidenta, que asegura que "nadie" en la Puerta del Sol "hace responsable a Almeida" de lo ocurrido.  "Es que cuando él supo muchas de las cosas, lo primero que hizo fue destituir a Carromero, aunque se contó como una dimisión", aseguran en el entorno de la presidenta, donde valoran muy positivamente su gestión tanto de la pandemia como de la borrasca Filomena que colapsó la capital. 

Por eso, en el PP se da por hecho que estando en una posición tan debilitada no va a dar la guerra por el control del poder en el partido en Madrid. En su equipo, de hecho, se limitan a decir que ni mucho menos están pensando en esa batalla. Ni pensarán, porque ahora mismo el único futuro inmediato es la comisión de investigación que se abrirá para desentrañar lo ocurrido.

"Es que yo creo que él nunca quiso estar en medio de esa batalla, en contra de la política más valorada desde la transición", señala un cargo del Gobierno regional. 

Curiosamente, para el núcleo de Ayuso está totalmente justificada su ausencia del comité de dirección del lunes en Génova. "Es que a él le han faltado al respeto en su propia casa, le han enredado sin que él lo supiera", señala un alto cargo con varias legislaturas a sus espaldas en la Asamblea de Madrid.  

En la rueda de prensa donde anunció su marcha como portavoz del PP, Almeida se justificó en que ahora mismo se estaba viviendo "un momento especialmente complicado" en el Ayuntamiento, al cernirse la sospecha del espionaje sobre una empresa municipal.

"Es una decisión que habíamos ido madurando en los últimos meses por la necesidad de centrarme de manera exclusiva en el Ayuntamiento de Madrid, y en este caso la situación que vive el Ayuntamiento hacía necesario que disociara las responsabilidades orgánicas de mi responsabilidad como alcalde", ha asegurado.

"Vamos a llegar con total transparencia hasta el final de todo lo que ha podido suceder en este Ayuntamiento", aseveró el alcalde, que se comprometió a tomar todas las medidas necesarias de encontrarse a quién encargó el espionaje a la presidenta regional desde el Consistorio.