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La primera visita del Rey Emérito

El pulso del rey Juan Carlos I acentúa la inacción de Felipe VI durante dos años

El Gobierno sugirió al Rey que renunciara a la inviolabilidad para reforzar su figura tras los escándalos de su padre

El Rey Emérito navega en Pontevedra. Gustavo Santos

Juan Carlos I está echando un verdadero pulso a Felipe VI y el Gobierno en su primera visita a España tras el autoexilio en Emiratos Árabes Unidos. A su hijo, porque la estancia de su padre se ha convertido en un espectáculo mediático, muy lejos de lo que le había hecho saber que deseaba en este primer desplazamiento. Al Ejecutivo de Pedro Sánchezporque el presidente había advertido al emérito de que quería que diera explicaciones a los españoles por su fortuna oculta. El exjefe de Estado no hizo referencia a sus escándalos ni el jueves ni el viernes pese a la oportunidad de verse rodeado de cámaras, ni tampoco lo va a hacer antes de que el lunes emprenda viaje de vuelta a Abu Dabi, según aseguran a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, diario perteneciente al grupo Prensa Ibérica al igual que este medio, fuentes del entorno del emérito.

La decisión de reaparecer en España en una regata inquietó a la Zarzuela y al Gobierno, pero la tensión creció aún más este viernes cuando el alcalde de Sanxenxo, Telmo Martín, aseguró que el Monarca tiene previsto volver el 10 de junio para participar en otra competición de vela. Según fuentes conocedoras de los contactos entre las dos instituciones, la Casa del Rey dejó claro que deseaba que la primera imagen fuera familiar, algo que no ha ocurrido. "Está echando un pulso a todos", lamenta un alto cargo socialista que ha hablado durante horas con Felipe VI sobre el riesgo que supone su padre para su reinado.

El alcalde de Sanxenxo anuncia que el exjefe de Estado volverá a otra regata en junio

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Minutos después de saberse que el exjefe de Estado desea regresar a otra regata, la Casa del Rey comunicó a la prensa que es "poco probable" que el lunes haga pública la foto del almuerzo que Juan Carlos I tiene en la Zarzuela con su hijo, Sofía, y otros miembros de la familia. La razón dada es que se trata de "un encuentro familiar en el ámbito privado". También tenía esas características el almuerzo que le organizaron en 2018 por su 80º aniversario y la Casa envió esa fotografía.

El seísmo provocado por el regreso del emérito ha sorprendido a Felipe VI con una institución monárquica sin apenas cambios de profundidad en su funcionamiento interno ni de transparencia. El Gobierno, según publicó este diario en marzo, sugirió al Rey que renunciara a su inviolabilidad, un privilegio del medievo que ha salvado a su padre de sentarse en el banquillo. Ese escudo legal para los actos privados que recoge la Constitución puede ser esquivado, según los informes que maneja el Ejecutivo, con una reforma de la ley orgánica del poder judicial y sin necesidad de tocar la Carta Magna. La Moncloa considera que esa decisión enviaría un mensaje inequívoco española de que la monarquía se moderniza y los dos reyes tienen actitudes diametralmente diferentes.

Desde el discurso de entronización, con el compromiso de transparencia, hasta la publicación del patrimonio han pasado 8 años

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El patrimonio

Pero Felipe VI no ha querido tomar esa iniciativa por ahora. El paso más relevante tras los escándalos de su padre (además de renunciar a su herencia y quitarle el sueldo, medidas relevantes, pero que no afectan a la transparencia) lo dio el 25 de abril, un mes y medio después de que la fiscalía archivara las diligencias. La Casa del Rey hizo público el patrimonio del Monarca: 2,6 millones de euros. No se ofrecieron datos del de la reina Letizia ni tampoco se aclaró si se informará anualmente de este asunto.

Sus asesores recordaron varios pasajes de su discurso de entronización sobre la necesaria "ejemplaridad" de la monarquía y subrayaron que el deseo de Felipe VI es "contribuir a la regeneración de la vida pública". Sin embargo, aquella entronización se produjo en junio de 2014, hace ocho años de los que solo en el primero de su reinado dio un impulso a la actualización de los pilares de la institución. Fueron 12 meses en los que aprobó, entre otras medidas, una normativa sobre regalos para la familia real, un código de conducta para el personal de la Casa y revocó el título de duquesa a Cristina. El brío regenerador fue disminuyendo y no remontó ni cuando se conoció la fortuna oculta de Juan Carlos I ni cuando llegó el autoexilio y los casi dos años de aparente tranquilidad.

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