En política, y más en los últimos años, las circunstancias cambian a una velocidad cada vez más vertiginosa. Lo ha subrayado el exministro Josep Piqué durante la presentación de la conferencia que ha pronunciado en Barcelona el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo: "Alberto ha conseguido un vuelco espectacular del escenario político en apenas 100 días". Es una apreciación de parte, pero las encuestas y el resultado de las elecciones andaluzas permiten interpretar que los populares han recuperado fuelle con la defenestración de Pablo Casado y el aterrizaje de su nuevo presidente.

Feijóo no es un recién llegado a la política, aunque ha dicho que no le molesta que la gente hable de "nuevo PP". En todo caso, y seguramente envalentonado por la mayoría absoluta en Andalucía, durante su discurso se ha preocupado en subrayar dos ideas: que el actual Gobierno está amortizado, porque se formó "en un contexto que ya no existe"; y que la alternativa pasa por la "moderación" y la "estabilidad", y no por recetas como las de Vox. "La solución al radicalismo no es la asunción de un radicalismo de signo contrario, sino la recuperación del prestigio institucional y la defensa de objetivos comunes. Las reformas duraderas nacen del consenso y del diálogo", ha afirmado.

Esa defensa de las bondades del pacto como tablero de juego político, que contrasta tanto con las acciones de su antecesor en el cargo como con algunas de las actitudes del propio Feijóo -por ejemplo, en la renovación del Consejo General del Poder Judicial-, le ha llevado a afirmar que la verdadera oposición contundente a Pedro Sánchez "se sienta junto a él en el Consejo de Ministros", en alusión a Podemos. "Durante la cumbre de la OTAN, una parte del Gobierno agasajaba a los líderes mundiales y otra se manifestaba contra ellos", ha añadido. La oposición del PP, en cambio, "tiende la mano en los asuntos trascendentales de nuestro país", ha dicho.

Reformas inaplazables

Feijóo ha trasladado en todo momento la percepción de que el Gobierno está agotado no solo por sus peleas internas, sino también por su naturaleza "radical". "Que hayan conseguido mayorías y presupuestos no significa que sean capaces de afrontar grandes reformas, que son inaplazables. Una suma de minorías puede confirmar una mayoría parlamentaria, pero no una mayoría de gobierno ni una mayoría social", ha afirmado.

En este sentido, el líder del PP ha expuesto la tesis de que, si hasta ahora esa supuesta división del Gobierno y su presunta radicalidad podían ser defectos disculpables, el agitado contexto internacional tras el comienzo de la guerra en Ucrania los hacen ya insostenibles. Y ha insistido en subrayar los peores indicadores económicos -obviando por ejemplo los buenos números en la creación de empleo- como demostración del deterioro institucional.

En cualquier caso, Feijóo se ha mostrado en todo momento "dispuesto a acordar asuntos importantes con el Gobierno" para presentarse como un hombre de Estado. Y ha dicho que su receta también sirve para Cataluña, en donde dice que quiere "contribuir a la reconciliación social" y a la "recuperación económica". "Mi tesis final es que la buena política siempre merece la pena: hay que defender la estabilidad, la centralidad y los acuerdos. Un país no debe gobernarse con la crisis institucional y la división gubernamental como norma. Cataluña debe beneficiarse de la estabilidad del conjunto de España y viceversa", ha concluido.