El interés del Gobierno por seguir teniendo al PNV como un socio prioritario y los intentos del PP por restablecer relaciones desde que Alberto Núñez Feijóo se puso al frente del partido forman parte del debate político diario. Los dos grandes partidos tienen puesto el ‘chip’ de campaña electoral aunque desde Moncloa insistan en que a los populares “se les va a hacer muy largo el final de legislatura”. Para las elecciones generales queda tiempo, pero unos y otros saben que la batalla de las autonómicas y municipales marcará el próximo ciclo.

Y a partir de ese momento y el mapa que arroje la cita electoral de mayo será lo que determine la reconfiguración de alianzas. A pesar de los intentos de cortejo por parte del PP, como publicó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, medio del grupo Prensa Ibérica al que también pertenece este diario, los nacionalistas vascos insisten en defender su acuerdo con Pedro Sánchez. Eso sí, acumulan mucho malestar, “demasiado” ha sugerido en alguna ocasión el portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, con “las formas” del Ejecutivo y la falta de consenso y diálogo a pesar de necesitar su apoyo. 

En ese malestar se apoyan en Génova para pensar que los nacionalistas vascos pueden acercarse antes o después al proyecto de Feijóo. Sobre todo si la tendencia de una posible victoria se sigue consolidando, como muestran todas las encuestas. Y, recientemente, apuntan en el equipo más cercano a Feijóo, teniendo en cuenta “la sintonía evidente” en materia económica. El líder del PP tiene más relación con el ‘lehendakari’, Íñigo Urkullu, que con el líder peneuvista, Andoni Ortuzar, al que apenas conoce. Se reunirán en septiembre en la ronda de contactos que Feijóo quiere emprender con todas las fuerzas, excepto con Bildu.

La nueva baza que manejan los populares y que pretenden explotar es el discurso económico tan similar que ambas fuerzas tienen y que, de alguna forma, unen sus estrategias. La deflactación del IRPF es un ejemplo más, pero especialmente nítido. Feijóo lleva desde el mes de abril (en vista de los meses encadenados de inflación desbocada) pidiendo una deflactación del IRPF para aquellas rentas inferiores a 40.000 euros. Y Urkullu justo hace unos días aprobó esa medida en un 4% para todos los tramos de la tarifa del impuesto. 

“Tan locos no estaremos al proponer una cosa que ahora el PNV hace y que el PSOE de Euskadi respalda”, ironizan en Génova. El argumento al que se siguen aferrando en el PP es en la convicción de que el el perfil económico (y autonomista al mismo tiempo) de Feijóo “encaja” con las posiciones del PNV, especialmente en momentos de crisis severa como la que creen que llegará en el mes de otoño. “Por resumir. El PNV seguramente es consciente de que combatiendo la situación sería más eficaz Feijóo”, zanjan.

En realidad, los populares lanzan su aseveración sabiendo el peso tan enorme que tienen los empresarios en Euskadi, y sus estrechos lazos con el PNV. Por ese mismo motivo y pensando más en un eje nacional, Feijóo ha estado cuidando mucho su alianza con el empresariado vasco y catalán, con visitas a ambos territorios y conferencias muy claras respecto a sus planteamientos económicos.

Precisamente, el impuesto a la banca y las energéticas anunciado por Pedro Sánchez en el debate sobre el estado de la nación (y que los grupos tendrán que convalidar en el Congreso) también generó ciertas tensiones. De las palabras de Aitor Esteban en la tribuna (más allá de las críticas por ver que una vez más que el Ejecutivo funcionaba como si tuviera mayoría absoluta) se entendió que el PNV no pensaba separarse del resto de socios de investidura. Pero el planteamiento de los impuestos tiene varios reparos para los nacionalistas vascos en tanto a que afecta a dos compañías con sede en Bilbao e íntimamente ligadas al partido: Iberdrola y BBVA

De hecho, el propio Esteban advirtió a Sánchez de su plan debía respetar las competencias autonómicas, y que el impuesto debe “desarrollarse con garantías para no repercutirlo en el consumidor, evitar la doble imposición, los efectos a modo de hipotéticas deslocalizaciones o la merma de la inversión público-privada”.

En el caso del PP, el nuevo impuesto es “pura ideología” y las críticas son mucho más fuertes que las mostradas por el PNV. Pero comparten un fondo que no es menor. Y la nueva estrategia de Sánchez contra “los poderosos” que a su juicio quieren tumbar el actual Gobierno tuvo nombres y apellidos en su última comparecencia en Moncloa: “Si la señora Botín y el señor Galán protestan es que vamos en la buena dirección”, dijo en referencia a la presidenta del Banco Santander y el de Iberdrola. 

“Recuerda mucho a lo que hacía Podemos con Amancio Ortega. Mismo mensaje ahora del presidente del Gobierno”, reflexionan en el PP, dando por hecho que tampoco es un mensaje con el que el PNV se sienta cómodo.

Las lealtades

A pesar de que Ortuzar quiso dejar claro el apoyo de su formación al Ejecutivo de Sánchez hace unas semanas, en el PP insisten en que “no hay declaraciones de amor eternas” en política, y menos si se trata de una fuerza como el PNV, que acostumbra a apoyar desde su posición a distintos gobiernos, independientemente de su signo político. El único veto que ha explicitado la formación es a Vox. Una situación complicada para el PP por ser un socio potencial que, sin embargo, se ha ido desinflando.

Por eso la insistencia de Feijóo: ante la creencia de que pueda seguir aumentando una mayoría que haga a los ultras innecesarios. “Es compatible apoyar hoy a un Gobierno con apoyar a otro si es posible la suma el año que viene”, insisten en Génova, recordando la espinita que tanto trabajo les costó sacar: el PNV apoyó unos Presupuestos Generales a Mariano Rajoy y al día siguiente respaldó la moción de censura que le expulsó de la Moncloa.