El PP trabaja a marchas forzadas pensando en mayo de 2023. Distintos dirigentes de la dirección nacional han intensificado en las últimas semanas sus visitas a todas las comunidades autónomas (lo seguirán haciendo en septiembre) para ultimar el listado de candidatos de la gran cita electoral de mayo. Quedan por resolver algunas incógnitas de calado (por ejemplo, los cabezas de cartel en Aragón porque no está claro si su líder en esa comunidad, Jorge Azón, permanecerá en la alcaldía de Zaragoza; La Rioja o Asturias, donde hay un conflicto interno importante) y aún deben conocerse muchas candidaturas de municipios clave.

Más allá de los nombres, el PP trabaja con expectativas altas. El ‘efecto Feijóo’ mantiene al partido como primera fuerza en las encuestas nacionales y en Génova dan por hecho, al menos en este momento, que ese efecto se extenderá a autonomías y ayuntamientos. Para los populares es fundamental que el resultado del mes de mayo tiña de azul buena parte del mapa de España. En realidad, como repiten en el núcleo duro, los únicos presidentes que se someten a un examen real son Isabel Díaz Ayuso y Fernando López Miras. Y ambos gobiernos, los de Madrid y Murcia, saldrán reelegidos casi con total seguridad.

La meta, por tanto, es disputarle al PSOE algunos de sus ejecutivos actuales. Y aunque en el PP tienen prioridades (la Comunidad Valenciana es un ejemplo clarísimo), por ahora la estrategia que se plantean es “de abanico”. Es decir: jugar la partida en todas. Los encuestadores con los que trabaja el equipo de Feijóo y los asesores que analizan los datos aseguran que “no pueden dar ninguna por perdida”. Y eso, aunque en principio suena positivo, “obliga a jugar todas las plazas” con las complicaciones que también supone.

“No podemos centrarnos en tres o cuatro territorios y descuidar otros porque en este momento ganar sí es posible. En unas comunidades parece más claro que en otras, pero en realidad no podemos dejar caer ninguna”, reconocen en Génova. La prioridad valenciana comparte interés con otras autonomías donde en este momento el PP ve probable el vuelco: La Rioja, Baleares e incluso Aragón. Castilla La-Mancha y Extremadura son más complicadas por la fortaleza de sus presidentes actuales, pero no imposible. “La suma va a estar muy ajustada”, insisten fuentes populares.

El pistoletazo de salida definitivo del curso político (más allá de los actos inaugurales y el especial mimo demostrado por Feijóo con Juanma Moreno y Ayuso) será en la reunión interparlamentaria de Toledo a mediados de septiembre (con 500 diputados autonómicos, europeos, del Congreso y el Senado). El objetivo es coordinar la acción de todos ellos para el nuevo curso y esbozar las líneas maestras del programa electoral de mayo.

Sin descartar adelanto electoral

A pesar de las innumerables veces que Pedro Sánchez ha repetido que no habrá adelanto electoral, fijando las próximas generales a finales de 2023 y teniendo en cuenta el interés por la presidencia europea que a España le corresponde el último semestre de ese año, en el PP mantienen sus reticencias. Acusan la falta de credibilidad del presidente, “también dijo que no gobernaría con Podemos o que no pactaría con Bildu nunca, y tantas otras cosas que ha terminado haciendo”. Pero, sobre todo, la creencia que impera es que Sánchez podría ver una ventana de oportunidad, agarrando a sus barones y uniendo las dos citas electorales.

En Génova consideran que para el presidente será “clave la implicación territorial” y consideran que la verdadera forma de poner a todo el partido a su disposición pasa por tener que ir a votar al mismo tiempo en su autonomía y municipio y las generales. Si las previsiones del PP se cumplen y arrebatan varias autonomías al PSOE (ven con más opciones Comunidad Valenciana, Baleares, La Rioja e incluso Aragón, aunque también pelearán Castilla La-Mancha y Extremadura), el mapa seguirá tiñéndose de azul después de conseguir Andalucía, territorio clave. 

Y en el partido de Feijóo insisten en que las autonómicas actúan como preludio de las generales para bien o para mal. “En 2015, que empezó a bajar Rajoy, ya habíamos perdido la Castilla La-Mancha de Cospedal, la Extremadura de Monago y Baleares con Bauzá”, recuerdan con cierto amargor. De ahí, que sigan insistiendo en que si Sánchez ve opciones de remontar apoyándose en sus barones, “no tendrá una mejor oportunidad que la de mayo”. Afirman que someterse a unas urnas “él solo, después de haber perdido varias comunidades, no tendría sentido”.