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Cataluña

Reconstrucción de la ejecutiva de Junts: Jordi Turull salvó otro 'match-ball'

Los consellers no abrazaron la continuidad en el Govern a cualquier precio, fueron críticos con la falta de cesiones de ERC

Jordi Turull, en una imagen de archivo. EP

Catártica, emotiva, autocrítica, sincera, plural, tensa y, finalmente, ponderada. Así fue la reunión de casi nueve horas en la que la dirección de Junts tuvo en sus manos abandonar de inmediato el Govern o buscar otra salida, tras la destitución fulminante del vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, dirigente del partido, por parte del president Pere Aragonès. De la larga sesión se destilan dos constataciones: la primera, que el partido contiene sensibilidades y culturas políticas muy diversas, por no decir antagónicas; y la segunda, que en este escenario Jordi Turull, un veterano de la política catalana, mantiene la habilidad -por ahora- de pilotar la nave sin embarrancar.

La reunión duró tanto porque casi la totalidad de los más de cuarenta integrantes de la ejecutiva tomaron la palabra. No hubo por tanto debate propiamente dicho hasta bien entrada la tarde, porque la pausa para el almuerzo llegó cuando todavía no se había cerrado la ronda inicial de intervenciones. Enseguida se vio la trascendencia del momento. Hubo emoción, cierta tensión entre los discursos de unos y otros, y se empezaron a perfilar las posiciones.

Los que pidieron salir ya

Dirigentes como la presidenta del partido, Laura Borràs, el eurodiputado Toni Comín, el entorno de Borràs y -con matices- el portavoz del partido Josep Rius, defendieron que el cese de Puigneró era intolerable y que se unía a una serie de afrentas de ERC hacia Junts que requerían una decisión inmediata de la ejecutiva: convocar una consulta sobre la salida del Govern el lunes siguiente y, en caso de ratificarse este portazo, el martes los consellers de Junts ya ni participarían en el Consell Executiu. Los fieles a Borràs defendieron el papel de esta en la política catalana y recibieron algún revés interno.

Este equipo dice contar también con el apoyo del expresident Carles Puigdemont, que no forma parte de la ejecutiva y que tampoco se ha pronunciado explícitamente, en favor de la ruptura del Govern. Salir del Executiu es una medida que defienden de forma más vehemente quienes menos tienen a perder con la decisión. Es decir, quienes no tienen cargo ni trayectoria en un partido. Eso es lo que los procedentes de CDC o los que están en la administración le reprocha a menudo a este sector: el desconocimiento sobre las consecuencias de tal decisión. En este sentido, uno de los momentos emotivos de la cumbre lo protagonizó Albert Batet, jefe parlamentario del partido, pidiendo disculpas por haber pedido en su día que los consellers dejaran su escaño de diputados.

El papel de Josep Rull

Y es que no todo es blanco o negro. Los integrantes del Govern, junto a pesos pesados como el exconseller Josep Rull, que fue uno de los encarcelados por el 1-O, tuvo dos intervenciones de trascendencia. Pidió altura de miras, generosidad y suma. Y fue uno de los que reclamó no tomar la decisión en caliente, convocar una reunión del consejo nacional -máximo órgano entre congresos, presidido por el mismo Rull- para que pudieran participar los representantes territoriales, los portavoces sectoriales y las corrientes ideológicas. Y trazó de nuevo un mensaje de unidad.

Los consellers, cada uno con su acento, también plantearon una visión compleja del asunto. Y es que no abrazaron la continuidad en el Govern de Aragonès a cualquier precio. Fueron y son críticos con la falta de cesiones de ERC. Lamentan falta de unidad de acción por ejemplo en Madrid. Y apelan a continuar en el Govern solo si se cumplen los requisitos que se han planteado. Es lo de "así no podemos seguir", de Turull. Nombres como Jaume Giró o Victoria Alsina sí están mucho más decantados por seguir gobernando.

A partir de la intervención de todos empezó a tomar forma una propuesta de consenso. Los que ya se hubieran marchado del Govern siguen pensando lo mismo pero Turull trazó una línea con la que ganó tiempo. Y en ese trazo aparecieron dos combinaciones: retirar las alusiones a una cuestión de confianza que tanto han enervado a Aragonès (sobre las que hay autocrítica) si durante el fin de semana las negociaciones avanzan, y al mismo tiempo reclamar la restitución de Puigneró. Algo que los más sensatos en Junts saben que tiene nulas posibilidades de prosperar.

La solución adoptada: negociación el fin de semana, definición de la pregunta el lunes y consulta los días 6 y 7, evita actuar "con el estómago", en el lenguaje 'turullista', y permite ganar tiempo. Pero, ¿qué pasará?

Turull negociará personalmente con Aragonès, pero las distintas familias del partido ya se han activado para influir hacia la salida o no del Govern. Si la negociación avanza, la pregunta que el lunes haga la ejecutiva puede decantar hacia un lado u otro. Nadie sabe el resultado, pero Turull, de nuevo, ha ganado tiempo y lleva el timón.

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