El pasado jueves el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, se dirigía al Parlamento andaluz para pulsar el botón en unas votaciones previstas sobre las cinco de la tarde. Al día siguiente, viernes, su Gobierno pensaba aprobar su primer Presupuesto con mayoría absoluta y en su equipo había agitación por las duras declaraciones del presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Joaquín Páez, había vertido contra el presidente en una entrevista en Onda Cero. Para Moreno se añadiría pronto una nueva preocupación. Una llamada de Alberto Núñez Feijóo acabó por encender todas las alarmas sobre el giro que el PP iba a dar en la negociación del Poder Judicial, dando carpetazo al acuerdo y cerrando la puerta a pactos con el Gobierno de Pedro Sánchez en lo que quedaba de legislatura.

El ala más dura del partido había conseguido su objetivo y en Andalucía, zanjan, estaban totalmente de acuerdo. Moreno cerró filas con el presidente de su partido, le animó en su portazo a Sánchez y desde entonces se ha afanado por asegurar que Feijóo no podía someterse al “engaño” del Gobierno, aplaudiendo el giro de su partido. Ni dudas ni rechazo a que el PP haya optado por volver a la anterior etapa, cuando con Pablo Casado quedó claro que ningún diálogo era posible.

En las filas del PP andaluz se muestran convencidos de que no se perjudica la credibilidad de Moreno como hombre moderado ni se arroja la idea de que Ayuso se impone con sus tesis más duras. “Eso es cosa de los medios de comunicación y dentro no existe ningún roce”, zanjan. A la vez admiten que no será un tema prioritario en la agenda del presidente andaluz y que tampoco busca protagonismo en este enredo. No lo sobreexpondrán en el debate bronco. "Simplemente dará su opinión si le preguntan. Punto", avisan en su equipo.

Sin presión electoral

En Andalucía el próximo mayo solo se dirimen las municipales, no hay autonómicas. El excelente resultado del pasado 19 de junio, con mayoría absoluta del PP, permite a los populares mirar toda la bronca que se cuece en Madrid con distancia, cierta condescendencia y cero preocupación.

“Puede que la imagen de Feijóo se endurezca pero desde luego no es para mal”, conceden en el entorno del presidente, convencidos de que Pedro Sánchez iba a asestar “una puñalada por la espalda” al líder del PP con la reforma del delito de sedición. El PP andaluz insiste en que quería “utilizar” a Feijóo y se muestran convencidos de que no les viene mal este golpe sobre la mesa. Apelan a las encuestas publicadas, sobre todo a una aparecida en ‘El Mundo’ que destaca que la mitad de los votantes del PSOE rechazan que se rebaje el delito de sedición, convencidos de que las declaraciones de Puigdemont apostillan su relato.

En el equipo del barón andaluz, que plantó cara a la hegemonía de Madrid en el PP con su reforma fiscal, dejan claro que Moreno “no está enredando” y que está “en lo suyo, en Andalucía”. También que no van a cambiar sus prioridades. “Moreno no es Susana Díaz, que se dedicó a querer liderar el debate nacional desde la presidencia de la Junta”, avisan, recordando que la dirigente socialista lo pagó caro. “Si nos preguntan, aquí (Andalucía) estamos en lo que de verdad importa a la gente. En la escalada de los precios, en la preocupación por la grave sequía y la amenaza de que la economía andaluza entre en recesión a principios de años, ese es el tipo de debates que nos interesan, el de los problemas reales de la gente en la calle”, advierten fuentes de los populares andaluces, lejos del discurso de Génova o Díaz Ayuso. Otra cosa, dejan claro, es que “el PP de Andalucía es el PP, una parte muy importante del PP, y vamos a estar ahí para reforzar cualquier estrategia nacional”, advierten.

El voto prestado, en riesgo

Moreno ganó por goleada en las autonómicas con mucho voto prestado. Él siempre ha sido consciente de que ese mensaje. Cimentó su mayoría absoluta en la absorción del centro, de Cs, y en el trasvase de votos del PSOE, hasta un 15,6% según el CIS postelectoral. Un giro a posiciones más duras podría echar a perder esa estrategia, sobre la que también Génova ha declarado que aspira a llegar a Moncloa, con “más de medio millón de votantes socialistas”, aseguran, dispuestos a votar a Feijóo y con la aspiración de que esa cifra llegue al millón. Meterse a una oposición a cara de perro con Pedro Sánchez y sin oxígeno para el acuerdo dinamita esa estrategia y la posición de hombre de Estado de la que presumen ambos líderes populares.

En el PP no lo admiten pero sí lo saben. Por eso han puesto en marcha una batería de iniciativas que defenderán en ayuntamientos y parlamentos autonómicos para obligar al PSOE a retratarse con la reforma del delito de sedición. En Andalucía, donde están convencidos de que muchos electores socialistas no aprueban la reforma del Código Penal, será un territorio clave para tratar de explicar la estrategia del PP haciendo saltar por los aires el acuerdo del Poder Judicial. En el ala socialista, sin embargo, creen que la estrategia es “tan burda” que ni los barones más críticos con Sánchez mostrarán fisuras. “Veremos”, advierten en el PP convencidos de que sí hay malestar interno con el presidente del Gobierno por poner en primera línea un tema sensible en ciclo electoral.

La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no había ocultado en ningún momento en las últimas semanas que no quería ningún tipo de acuerdo con Sánchez. Sus consideraciones habían ido subiendo de decibelios. La presión subía para Génova a la vez que los medios conservadores se sumaban para advertir de que Feijóo estaba pagando en apoyos entre su electorado el acercamiento al PSOE en el tema de Consejo General del Poder Judicial. Nada que ver con Moreno y su entorno, donde el mensaje, hasta entonces, había sido claro: “La renovación del Consejo General del Poder Judicial es un asunto de la dirección nacional. Génova tiene manos libres y el partido actuará como crea que tiene que actuar”. En el equipo andaluz, que representa el discurso más centrado del partido, se mostraban confiados con las negociaciones y cómodos con la posibilidad de un gran acuerdo con el PSOE.

El pasado lunes, el presidente andaluz arrancaba la semana en un encuentro en Barcelona, patrocinado por ‘La Vanguardia’, donde insistió en que la reforma del delito de sedición era “un peaje más” que pagaban los españoles para “la subsistencia política de Sánchez. Fue duro en contra de esa reforma del Código Penal. Según cuentan en su entorno, en ese momento no pensaba que el Gobierno fuera a emprender de verdad ese cambio legal.

“Cuando Génova decidió suspender las negociaciones, Feijóo contactó con los barones, habló con Ayuso y con Moreno, que le brindó todo su apoyo convencido de que cualquier otra posición que no fuera la ruptura sería un auténtico disparate”, confirman fuentes próximas al barón andaluz. La versión en las filas populares es que este giro y este portazo al diálogo “no erosiona la imagen de moderado ni de Feijóo ni de Moreno” sino que “muy al contrario”, avisan, los consolidan “como hombres de Estado al impedir que el Gobierno perpetre la reforma del delito de sedición, lo que permitiría volver a Puigdemont y abarataría de forma incomprensible algo tan grave como intentar dar un golpe de Estado, permitiendo a otros líderes condenados volver a concurrir en unas elecciones”, zanjan en el partido desde Andalucía.