La reforma del Código Penal del Gobierno, que ahora busca encaje para modificar también el delito de malversación como exige ERC tras acordar el cambio que afecta a la sedición, está escenificando las distintas estrategias de los partidos de la oposición. Y lo que ha quedado en evidencia es que no hay unidad de acción a pesar de que PP, Vox y Ciudadanos atacan en los mismos términos al Ejecutivo, al que acusan —sin matices— de dejar desprotegido al Estado y “plegarse” al independentismo para “permanecer en el poder”.

La formación de Alberto Núñez Feijóo insiste en separarse de sus rivales a la hora de confrontar con Pedro Sánchez, mientras que Ciudadanos y Vox coinciden en la herramienta que en estos momentos ven más útil: la moción de censura. Inés Arrimadas fue la primera en lanzar la propuesta, instando al PP a presentarla (su grupo parlamentario no tiene suficiente fuerza) por entender que debe ser el conservador quien tome las riendas. Dirigentes naranjas como el portavoz parlamentario, Edmundo Bal, tildan de “cobarde” a Feijóo públicamente. Y esa misma iniciativa se sumó Santiago Abascal el lunes, dejando claro que si hay un acuerdo y un candidato de consenso, sus diputados se unirán a la causa. 

La pinza entre Arrimadas y Abascal ha quedado clara y el objetivo no es otro que meter presión al PP. Según ha podido saber este diario, los dos líderes han mantenido contactos en estos días (la interlocución entre ambos no es algo extraordinario) y este lunes incluso hablaron por teléfono coincidiendo con su estrategia compartida, aunque fuera de manera espontánea. Ambos partidos aseguran a este diario que el PP “se está aislando”. Y en el caso de Vox, fuentes de la cúpula critican con dureza que esté basando su discurso en la “moderación” a pesar de que el asunto que está encima de la mesa es de “extrema gravedad”. 

En la cúpula de los ultras ironizan también con el hecho de que los votantes del espacio político de la derecha no claman por la moderación en este momento, sino por el rechazo rotundo a lo que está haciendo Sánchez. Además, Abascal se quejó públicamente de que el PP se dedica a “estigmatizar a su partido con insultos y llamándonos radicales” justo después de que Feijóo pidiera a su comité ejecutivo, reunido en Génova el lunes, huir del histrionismo y la radicalidad y distinguirse de sus rivales.

Ese mensaje, que algunos dirigentes querían leer en clave interna mirando a Isabel Díaz Ayuso (que justo al día siguiente de la manifestación por la sanidad pública en Madrid elevaba el tono sin mesura contra el Gobierno y comparaba lo sucedido en la capital con las algaradas independentistas) iba dirigido fundamentalmente a Vox. Feijóo, como publicó El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, está convencido de que la contundencia a la hora de rechazar el Código Penal “a la medida” de los socios de Sánchez no debe ir de la mano de “insultos” u “ocurrencias” como las planteadas por el resto de la oposición y que el PP debe seguir mirando al centro.

Nunca lo valoró

Se refería, sobre todo, a la moción de censura. En el PP nunca valoraron esa opción. En la dirección nacional creen que se trata de un instrumento, que aunque previsto en la Constitución, tiene una “solemnidad” y un peso con el que no se debe banalizar. “Es algo muy serio”, repiten, para descartar esa opción, al tiempo que reconocen que “no dejarán que otros partidos les marquen la estrategia o la agenda política”.

Arrimadas insiste en que el PP debe actuar en ese sentido porque, aunque no tiene garantizados los votos suficientes, permitiría frenar en seco la tramitación de la reforma del Código Penal y dinamitar las prisas del Ejecutivo. Es un argumento que comparte Abascal. A diferencia de lo que hizo Vox en octubre de 2020, cuando impulsó una moción de censura contra Sánchez en mitad de la pandemia (y que sirvió para una ruptura total con Pablo Casado), en esta ocasión el líder ultra propone que haya un consenso entre las distintas fuerzas y que se acuerde un candidato que termine con el Gobierno de Sánchez y convoque elecciones. 

Vox también ha sido el primer partido de la oposición en convocar manifestaciones contra la reforma que eliminará el delito de sedición tal y como figura hoy en el Código Penal. Movilizar a la ciudadanía y calentar la calle es uno de los pilares en su forma de hacer oposición y en más de una ocasión ha tensionado por dentro al PP. Le ocurrió a Casado con la reedición de la foto de Colón. En Génova no descartan “ninguna acción” e insinúan que podrían “preparar algo” en esa dirección, pero dirigentes nacionales rechazan convocatorias como la de Vox y, por supuesto, dejan claro que no asistirán a nada que encabece esa formación.