Izquierdas

Yolanda Díaz, abocada al conflicto con Podemos antes incluso de la negociación electoral

La principal exigencia de Podemos para sentarse a negociar choca de plano con la concepción de la vicepresidenta segunda

Yolanda Díaz, con Pepe Álvarez en unas jornadas de UGT.

Yolanda Díaz, con Pepe Álvarez en unas jornadas de UGT. / EFE

Ana Cabanillas

Las turbulencias en la izquierda no han hecho más que comenzar a un año vista de las elecciones generales. Las tensiones entre Podemos y Yolanda Díaz han revelado importantes diferencias entre ambos sujetos, tanto en el fondo como, sobre todo, en las formas. La vicepresidenta del Gobierno trata de forjar un liderazgo alejado de siglas y alzar una suerte de cortafuegos contra el desgaste de los morados. Pero el malestar es patente en el partido de Pablo Iglesias, donde han recrudecido sus ataques a Díaz y han aumentado sus presiones para ocupar un papel central en la eventual candidatura de izquierdas. Una alianza que, más que un objetivo, parece a día de hoy una quimera. 

La batalla está por darse, y el calendario no acompaña. Las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo son una piedra en el camino. Por una parte, servirán para acentuar la división estratégica de los dos actores de la izquierda. En los acuerdos territoriales, Podemos está tratando de hacer valer a sus candidatos y de mantener su peso en las listas, consciente de que la representación institucional que obtenga será clave para una futura negociación con Díaz. 

Mientras, la vicepresidenta del Gobierno ha optado por pasar de puntillas por esta cita electoral, y sólo hará campaña en aquellos lugares donde se haya alcanzado un acuerdo amplio entre distintas fuerzas de izquierdas. Una decisión que ha sentado mal en Podemos, que ha presionado en las últimas semanas para que Díaz participe activamente para apoyar al partido en campaña. Esgrimen el argumento, con tintes de advertencia, de que en caso de malos resultados en esta primera cita electoral, el fracaso se le “imputará” directamente a la vicepresidenta del Gobierno. 

El segundo efecto de los comicios tiene que ver con los tiempos. La campaña electoral de las autonómicas torpedea el inicio de las negociaciones a nivel nacional, y este proceso habrá de esperar hasta que pase el primer examen de las urnas. Los plazos son ajustados: sólo a partir de junio podrían comenzar las conversaciones entre organizaciones para trabajar en una candidatura conjunta que acuda a las generales de finales de año. Esta unión de las izquierdas se presenta, además, como un requisito indispensable para revalidar el Gobierno de coalición. Pero los distintos actores no parecen dispuestos a pagar cualquier precio para lograr esta unidad. 

Y es que el principal problema para llegar a un pacto llegará incluso antes de que empiecen las negociaciones en sí. El desacuerdo es total sobre la fórmula para iniciar un acercamiento entre las organizaciones llamadas a concurrir juntas a las generales. Podemos ya ha puesto líneas rojas en este sentido, y ha adelantado que sólo aceptará un acuerdo de coalición son Sumar, en el que el proyecto de Yolanda Díaz sea tratado como una formación política al uso. 

Los morados insisten en la idea de que es un partido al modo tradicional, mientras la vicepresidenta huye de este concepto. Defiende la vicepresidenta en que Sumar es un proyecto, vehiculado a través de una asociación, y que el protagonismo será de todas las partes, dando carpetazo a las pretensiones de Podemos de ser preponderante en el futuro espacio.

Dos modelos

Podemos ha condicionado un acuerdo con Díaz a que se dé bajo la fórmula de la coalición electoral. La negociación bilateral permitiría a los morados hablar de tú a tú a Díaz para tratar de doblarle el brazo y aumentar el control sobre su candidatura. Una fórmula que dejaría al resto de integrantes de la unidad en un segundo plano, subsumidos bajo la marca Sumar, frente a la preponderancia de Podemos, que podría llegar a imponerse en la papeleta electoral. 

La última en pedir una coalición fue Irene Montero, que se presenta como una candidata alternativa a Díaz en caso de no haber finalmente acuerdo. "Ojalá termine cuanto antes de montar su partido (...) y negociemos una coalición”, defendió en una entrevista de Cadena Ser, donde rechazó la integración de Podemos en Sumar. 

Pero las pretensiones de Podemos están lejos de cumplirse. Yolanda Díaz no está dispuesta a aceptar esta premisa para la negociación. La idea que impera, y que aún no se ha concretado del todo, es idear una suerte de mesa de partidos, en los que todos tengan representación y voz.

Este modelo negaría a Podemos ostentar un lugar privilegiado frente a otras formaciones que sí se han volcado hasta ahora con la vicepresidenta segunda, como son los comuns, el partido de Ada Colau, o IU de Alberto Garzón. El esquema, en definitiva, sería el de una negociación multilateral donde Podemos sea una parte más de la ecuación, quedando al mismo nivel que el resto de partidos, es decir, bajo las siglas de la candidatura conjunta -ya sea Sumar o como finalmente se denomine-. 

A esta idea se ha abonado también IU, que se ha convertido en otro importante valedor de Yolanda Díaz. En la propuesta política del partido aprobada el sábado en su Coordinadora Federal, se proponía la creación de una mesa de partidos junto con primarias conjuntas para aterrizar el proyecto. Algo que permitiría que "coexistan dos legitimidades en el proceso": por una parte, "la experiencia y la legitimidad democrática de las organizaciones políticas, sin las cuales no se puede construir un proyecto sólido", y por otro "la legitimidad de la participación popular que no necesariamente debe encorsetarse en la anterior", según el documento aprobado, al que ha tenido acceso este medio. 

Los últimos meses de Yolanda Díaz han estado dedicados a la construcción de su ‘proyecto de país’, y ha realizado numerosos actos por el país para escuchar las demandas de distintos territorios y sectores. El proceso buscaba alumbrar un nuevo sujeto político independiente a lo anterior, un objetivo que, consideran algunos, se echaría por tierra al priorizar a Podemos, una fuerza ya existente que ha propiciado un importante desgaste entre su electorado. 

Díaz pide "generosidad"

La vicepresidenta segunda ya ha pedido de forma expresa “generosidad” a la hora de plantear las negociaciones, y en el acto de este sábado en Barcelona envió un mensaje velado a Podemos, donde pidió la "incorporación" al proyecto. “Necesitamos sumar bien, defendiendo lo que cada uno piense. Todos somos necesarios. Generosamente lo podemos conseguir”, defendió.

“Os pido que suméis, que os incorporéis a ese proyecto de país. Os pido que nos cuidemos un poco, que tengamos un poco de amor entre nosotros mismos para sumar. Sé que es maravilloso que pensemos diferente, pero la política no puede ser un problema para la gente, no es hacer ruido”, destacó la vicepresidenta, en referencia al partido morado y a las exigencias y presiones lanzadas a través de los medios de comunicación.

Las posturas ya están fijadas entre ambas partes. Yolanda Díaz, que ni siquiera ha anunciado oficialmente su candidatura para las generales, habrá de iniciar un acercamiento con los morados para que exista una mínima posibilidad de acuerdo. Una tarea que no es sencilla, dado el aumento de la tensión de los últimos meses y el empeño de Podemos por mantenerse firme en sus exigencias. Las elecciones autonómicas elevarán la tensión y están por ver las consecuencias del previsible retroceso a la izquierda del PSOE en el país: si las cifras se emplearán para azuzar de un lado al otro o si, llegado el punto, se da la "catarsis" en la que algunos confían como única vía para un posible entendimiento.