Congreso de los Diputados

Tamames, Sánchez, Abascal y Díaz: El 1x1 de la moción de censura de Vox

El duelo entre el presidente del Gobierno y el líder de la extrema derecha eclipsa por completo al postulante a la Moncloa

Ramón Tamames y Santiago Abascal, en el Congreso.

Ramón Tamames y Santiago Abascal, en el Congreso. / José Luis Roca

Júlia Regué

El segundo intento de la extrema derecha de desalojar a Pedro Sánchez de la Moncloa en una misma legislatura arrancó este martes en el Congreso de los Diputados y se sancionará este miércoles. Una maniobra abocada al fracaso, bañada de electoralismo, que deja a Vox solo, refuerza el bloque progresista y lleva al PP a la incómoda abstención. Este sería el 1x1 de los principales protagonistas de la jornada de hoy:

Santiago Abascal: débil

El discurso de Abascal no ha convencido ni al candidato que propone para relevar a Sánchez. Tamames no le ha aplaudido y se ha mostrado impasible durante su regreso al escaño. Ni un apretón de manos. El dirigente de la extrema derecha ha despilfarrado sus lemas habituales, desde la inmigración hasta el negacionismo de la violencia machista pasando por el yihadismo, para tratar de cercar a Sánchez junto a sus aliados parlamentarios: la izquierda y los independentistas.

En el inicio del alegato, centrado en los ataques recibidos por impulsar una nueva moción de censura, ha exhibido la debilidad de Vox, especialmente al sostener que la opinión pública escribe "necrológicas" de su partido, una maniobra que si pretendía rearmarse, terminó mostrando falta de autoconvencimiento. Los dardos al PP, previsibles: apuntó que los populares sostienen, entre bambalinas, a Sánchez, pero, pese a la crítica, les tendió la mano, les imploró su apoyo y desdibujó por completo sus intenciones iniciales de librar batalla a su principal competidor electoral: "Vox no es el enemigo a batir", dijo, pidiendo así "borrón y cuenta nueva". Si con la moción los ultras buscaban despuntar ante el PP, Abascal ha terminado agachando la cabeza.

Pedro Sánchez: previsible

El presidente del Gobierno caricaturizó a Abascal para noquearle. Le tachó de ser "alguien que se disfraza de profeta", "que proclama la emergencia nacional y luego se toma el merecido reposo de 100 días para terminar montando un 'show' parlamentario" y "uno que exalta los valores militares pero que se escaquea de la mili". Consciente de que la maniobra de la extrema derecha es un balón de oxígeno para su Gobierno, una oportunidad para que el bloque de la investidura se recosa y pase página a la disputa diaria por el 'solo sí es sí' o la ley 'mordaza', aprovechó el tiempo en el atril para estrenar el argumentario de la campaña electoral, luciendo obra de gobierno -especialmente, escudo social y pensiones- ante la potencial alianza PP-Vox tras las consecutivas citas con las urnas.

Vació de "logros" a Vox y, a los populares les avisó de que su abstención es un primer pago, y que los ultras no se sacian con ello. No escatimó ataques a Alberto Núñez Feijóo por su ausencia en el hemiciclo y por su paso del 'no' a la abstención. Su buen tono con Tamames, al que agradeció su amabilidad, no minimizó su principal ataque al excomunista: "Quiénes impulsan la moción de censura son los sucesores de Blas Piñar", despejó. Las réplicas se convirtieron en el campo de combate y Sánchez las aprovechó ampliamente para combatir en el terreno parlamentario ante un Tamames exhausto por el devenir del debate.

Ramón Tamames: ausente

Tamames pronunció su discurso desde el escaño, a una distancia prudencial de Abascal, con la silla pegada a su lado izquierdo, al diputado Iván Espinosa de los Monteros. Retocó el discurso filtrado y provocó poco entusiasmo en el hemiciclo. Tras más de dos horas de espera para tomar la palabra y tras el duelo Sánchez-Abascal, no logró el protagonismo que buscaba, quedó fuera de juego, desubicado, y trató de revertirlo criticando la extensión del debate, pese a los tiempos y las formas de las mociones de censura. Llegó incluso a interrumpir a Sánchez para afearle que llegara a la tribuna "con un tocho de 20 folios".

Los aplausos, guionizados, escasos y concentrados en la bancada de Vox, no llegaban ni a interrumpir sus palabras. Se centró en disparar al Gobierno por la nueva ley del catalán en las aulas y por el sustento de los independentistas para censurar que la "autodeterminación no existe", pero su ofensiva fue del todo endeble. Se acercó a Vox en materia de memoria histórica en una suerte de revisionismo que le sirvió para culpar a Sánchez de todos los males de España, concretamente, a su "Gobierno Frankenstein" por "no respetar la separación de poderes". Hizo lo previsto: se presentó como un 'free rider' y ni mencionó al único grupo que le apoya en su intervención inicial. Pero, pese a esto, Abascal sí le aplaudió, y de pie.

Yolanda Díaz: mitinera

Díaz tuvo su espacio en el debate de la moción, previo pacto con Sánchez, y le sirvió como primer mitin para las generales, tras anunciar que el 2 de abril oficializa su candidatura. Se dedicó a defender la obra de Gobierno, pero quedó opacada por las intervenciones y réplicas de Sánchez. Buscó sobreponerse aleccionando a Tamames, a modo de 'fact-check', aislando la discrepancia interna entre socios, y luciendo su perfil a la izquierda del PSOE, sacando pecho de las medidas económicas y de las prestaciones sociales que ha llevado a cabo. Lo hizo en nombre de la Constitución, con el fin de arrebatar a la extrema derecha la bandera del 'patriotismo'. La extrema derecha le dejó libre el mejor escaparate para Sumar.

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