Catástrofe mortal

La UME despliega drones militares para recoger datos y tomar decisiones en la zona devastada por la DANA

Tomas de imágenes y recreaciones realizadas con la información de los drones de la UME en la zona de Valencia afectada por la DANA.

UME

Juan José Fernández

Juan José Fernández

Como en un campo de batalla moderno, los 4.608 kilómetros cuadrados de la zona de operaciones de ayuda en la Valencia devastada por la DANA están siendo sobrevolados casi permanentemente por una miriada de drones. Son aparatos de la Guardia Civil, de la Policía, de equipos de ayuda de diferentes procedencias... y también 25 máquinas controladas a distancia por la Unidad Militar de Emergencias; de todos los que actúan en el área, son los drones que están aportando miradas más técnicas de la tragedia.

No se trata solo de búsqueda de restos humanos o examen de vías de acceso. En el caso de los aparatos voladores de la UME, la misión abarca la comprobación de daños de muy diversos tipos, de día y de noche, con cámaras térmicas, y la creación de escenarios virtuales que permitan al mando observar el terreno como si fuera una maqueta.

Para ello son necesarias fotos de una enorme precisión, tomadas por ojos robóticos que, al igual que en la guerra hacen transparente el campo de batalla, en la catástrofe civil muestran detalles más allá de la carcasa de barro, cada vez más endurecido, o de la aparente estabilidad de lo que queda en pie en las orillas de los barrancos. Se trata de ortofotos, fotos georreferenciadas, esquemas en 3D, estudios de consistencia y estado de pilares, cambios inapreciables a simple vista en puentes, firmes de carretera, amontonamientos de material...

El objetivo es extraer del barro todo tipo de datos. La localidad de Paiporta, y todo el trazado de la rambla del Poyo, son lo más sobrevolado, pero el enjambre de la UME busca imágenes también en los otros municipios golpeados, las carreteras, solares, alquerías, barricadas de coches y zonas en las que la acumulación de residuos, cañas y barro han llegado a cambiar la fisonomía del terreno.

UDRUME

"La DANA nos ha sorprendido en plena adquisición de equipos", cuenta Juan Ignacio Fernández. Este comandante de Artillería, leonés de 54 años, pasó de la defensa antiaérea a la guerra contra los incendios, los terremotos y las inundaciones. Ahora es el jefe de la UDRUME, la naciente unidad de drones de la UME. Este otoño, el cuerpo militar especializado en desastres afrontaba la creación de esta división con el plan de dotarse de robots terrestres y acuáticos además de los aéreos.

La riada de Valencia les ha cogido con el proyecto aún en mantillas y su Núcleo de Constitución, con cien operadores, ha debido acelerar. Ahora, los especialistas se están probando sobre el terreno con máquinas aportadas por los cinco BIEM (batallones de intervención en emergencias) y por otras unidades del Ejército, entre ellos tres aparatos del Instituto Hidrográfico de la Marina (de la Armada) y los medios que posee la Guardia Real.

Integran un embrión de unidad de coordinación con los 25 RPAS, por decirlo en términos militares, tan plagados por siglas en inglés: Remotely Piloted Aircraft Systems. Entre ellos, máquinas capaces de transportar pequeñas cargas, o incorporar altavoces para impartir instrucciones a la gente. Uno de esos megáfonos voladores guió este fin de semana a un grupo de bomberos que llevaba a cabo su búsqueda en aguas de la Albufera.

Los vuelos manejados por control remoto de la UME están creando mapas multidimensionales con los que llaman "vuelos fotogramétricos" y la obtención de ortofotos. En la catástrofe, la ortofoto se ha convertido en una moneda valiosa, una herramienta clave. Se trata de imágenes muy precisas, georreferenciadas: cada píxel corresponde con una coordenada.

Con estos vuelos no solo se comprueba la paulatina apertura de calles, cómo va cambiando el escenario; también se hacen "levantamientos 3D, información que se pasa a los técnicos", por ejemplo con vídeos detallados del estado del tablero y los pilares de un puente, el de Paiporta, que "puede presentar cambios en la forma, en el perfil, que indican muchas cosas".

Paisaje deformado

No solo los drones sobrevuelan la zona; también están los helicópteros. Hay muchos aparatos en el aire. "El control del espacio aéreo en la zona de emergencia se lleva desde el CECOPI", explica Fernández. Y en contacto permanente con el CECOPI está el comandante de la UDRUME.

Este militar ha tenido experiencia en misiones internacionales. Estuvo en Afganistán, pero "esto es lo peor que he visto; no es comparable a nada", comenta. Le tiene impresionado la dimensión de la catástrofe valenciana. "Ante esta demostración de la fuerza de la naturaleza te llegas a sentir minúsculo", cuenta Juan Ignacio Fernández.

Sus drones toman nota informática de la fuerza descomunal del agua en Valencia estudiando también las capas de lodo. Lo hacen con el sistema LIDAR, incorporando un emisor láser a la máquina voladora, que proyecta millones de puntos de luz sobre el nuevo paisaje que ha generado la riada.

"La orografía ha cambiado -explica el comandante-. Hay puntos en los que el terreno ha subido dos metros". Esa nueva información obtenida por las máquinas se compara con mapas del Instituto Geográfico Nacional a los que, en ciertos rincones de la zona devastada, el agua y el barro han dejado viejos.

Mula robot

En el futuro, la UME planea tener otro tipo de robots actuando junto al personal humano sobre el terreno. El de más cercana dotación se llama SVMAC y lo fabrica una firma de ingeniería de Gijón. Es una de esas mulas mecánicas de media altura, con ruedas o cadenas, radioguiadas, parecidas a las que en la guerra de Ucrania y en ejercicios de la OTAN empiezan a acompañar a los soldados cargando material, desbrozando maleza, detectando minas o evacuando heridos.

Para la UME, el SVMAC -en este caso oruga y con pala delantera- tendrá una utilidad especial en los incendios: se le pedirá que sea capaz, por ejemplo, de abrir cortafuegos y vías de escape para las cuadrillas de hombres en pleno monte en llamas.

El plan de la UDRUME contempla también complementar al Grupo de Emergencias Tecnológicas y Medioambientales con robots adaptados para adentrarse en zonas contaminadas y radiactivas con el fin de recoger muestras que permitan la toma de decisiones a los equipos de intervención.

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