El rearme español

El Gobierno aprueba 2.084 millones extra de gasto militar para defender a los buques de misiles y drones

La partida prevé también inversión en aviones de entrenamiento para pilotos e infraestructuras para drones y buques hidrográficos

La siete principales necesidades de inversión de las Fuerzas Armadas

Un caza Harrier llega a la cubierta del Juan Carlos I.

Un caza Harrier llega a la cubierta del Juan Carlos I. / Guillermo Álvarez

Madrid

En lo que los militares llaman “escenario de alta intensidad”, en un mar a muchos días de navegación de los puertos españoles, un misil Qader lanzado por una milicia desde tierra se dirige contra uno de los más grandes barcos de la Armada, el Juan Carlos I, o el Galicia. La velocidad y la guía inteligente del cohete, copia iraní de ingeniería china, lo hace infalible, muy difícil de neutralizar para las ametralladoras de 12,7 mm que lleva el buque. Tras 250 kilómetros de vuelo, el misil enfila hacia el buque y…

El saldo del impacto en vidas y en daños severos que dejan fuera de combate, o hunden, a una unidad clave de la Flota, formaría parte de las pesadillas de cualquier jefe de la Armada. La de medios suficientes para la defensa de los buques es la principal carencia que se trata de abordar con la partida extraordinaria de 2.084 millones de euros que este martes ha aprobado el Gobierno en un marco ¡de “programas de modernización” de Defensa.

"Estamos hablando de una transferencia de crédito, 2.084 millones para atender contratos y programas que ya estaban en marcha: modernización, mantenimiento y mejora de las infraestructuras atribuidas al Ministerio de Defensa", ha explicado la ministra Pilar Alegría en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Lo ha hecho antes de reafirmar la intención del Ejecutivo: "El compromiso de llegar al 2% [del PIB invertido en Defensa] es claro y firme, y la voluntad del Gobierno es cumplirlo lo antes posible".

La partida no es de las mayores transferencias extra que llevan saliendo para Defensa en consejos de ministros desde 2022, y no se ha granjeado una fuerte oposición en la coalición. En la misma comparecencia, la ministra de Sanidad, Mónica García, ha subrayado: "Son compromisos antiguos ya adquiridos. Dentro de la coalición tenemos sanas discrepancias. Hemos presentado observaciones, pero compartiremos que necesitamos una autonomía estratégica que vaya más allá del gasto militar".

Carencia

No contar con un sistema de defensa de punto para buques -salvo para las fragatas más modernas, que ya estaban comprometidas en misiones OTAN- es de hecho algo que tuvo un peso en enero pasado a la hora de rechazar Defensa una implicación española en la ofensiva multinacional en el mar Rojo contra los hutís de Yemen, liderada por Estados Unidos. La llamada en aquella ocasión tocó de lleno en una de las grandes necesidades pendientes de la Armada: sistemas a bordo con los que parar misiles, drones, lanchas suicidas u otras amenazas de baja cota y alta velocidad.

En la mente de toda la oficialidad naval occidental está la lección del destructor ruso Moskova, defenestrado ante la costa ucraniana el 14 de abril de 20'22: llevaba misiles de largo alcance, pero no un sistema efectivo contra algo que ataque rápidamente por un costado.

El gasto militar extra aprobado este martes se destinará también a otros programas de armamento e infraestructura, entre ellos, la adquisición de más aviones turbohélice Pilatus para la formación de pilotos en la Academia General del Aire, e infraestructuras para la Unidad de Drones de la UME o para la creciente flota de buques hidrográficos de la Armada, la rehabilitación del cuartel de Monte La Reina (Toro, Zamora)...

Todos ellos forman parte de la programación de la Secretaría de Estado de Defensa. Pero en esos desarrollos, más programados, Defensa encuentra menos escollos que en la resolución de la carencia naval, clasificada en el laberinto de los presupuestos con el nombre 122A y, en esta partida extra, con el título "cobertura financiación para la protección de buques de la Armada".

En este capítulo, diversos retrasos y problemas estructurales hacen complicado elegir una solución made in Spain.

Buques clave

No es que buques clave la Armada se diseñaran desprovistos a propósito de defensa de punto. De hecho, el portaeronaves Juan Carlos I, y los buques de asalto anfibio Galicia y Castilla tienen espacio para que se les instalen lanzadores de misiles, explican las fuentes consultadas. Influyó entonces el presupuesto -no eran estos tiempos de acelerada disposición al gasto militar- y una opción por organizar la defensa de los buques en grupo, con escolta de fragatas.

Pero en la guerra de hoy proliferan los drones, y el acceso a los misiles anti buque “se ha democratizado”, ironiza un comandante de la Armada. Se refiere a que la amenaza ya no es solo un ejército regular adversario: los hutís tienen factorías básicas e ingenieros formados en Asia e Irán, como podrían tenerlos en el futuro otras guerrillas.

Dos miembros de la dotación del buque de asalto anfibio Galicia con la ametralladora que le sirve de defensa, en una travesía de la operación Atalanta

Dos miembros de la dotación del buque de asalto anfibio Galicia con la ametralladora que le sirve de defensa, en una travesía de la operación Atalanta / Armada

El objetivo de este programa pendiente es proteger a unidades principales de la flota. Son los barcos más grandes, y los que están implicados no tanto en el combate naval -como las fragatas- como en la capacidad de proyección de fuerza por parte de España.

Se trata de un grupo que supera en valor los 1.200 millones de euros en el momento de su construcción, pero de aportación incalculable para la Armada tal y como ahora se configura. Lo integran el buque insignia Juan Carlos I -cuyo coste estimado superó los 460 millones-, los buques de asalto anfibio Galicia y Castilla -160 y 190 millones respectivamente- y los estratégicos buques de aprovisionamiento en combate, Patiño y Cantabria -160 y 240 millones-, sin los cuales no es posible esa proyección en aguas lejanas.

Misil contra misil

Defensa no tiene fácil la elección en el mercado de una sola defensa de punto, lo que en el argot naval llaman ASMD (Anti Ship Misil Defense), ni tampoco tiene sencillo cumplir con la consigna política de que la mayor parte de la inversión se quede en España: los principales proyectos nacionales han sufrido retrasos, problemas de certificación en el muy exigente esquema de la Armada o, simplemente, no están maduros.

Pero la necesidad de que los buques cuenten con defensa autónoma es expresamente urgente para el Ejecutivo desde que, en la primavera de 2024, la Armada formuló una Declaración de Necesidad Sobrevenida sobre la ASMD. "No habiéndose podido asegurar un resultado final satisfactorio debido a su complejidad, los proyectos I+D nacionales para sistemas de defensa de punto continúan en estudio", expresó el Gobierno en una respuesta parlamentaria a Vox.

El principal aludido se llama SAETA. Son las siglas de Sistema de Armas Español Táctico Antiaéreo. Se encarga de su desarrollo el consorcio SMS, formado por Escribano, Sener, GMV, Navantia Sistemas y el Instituto Nacional de Técnica Aerospacial (INTA). Esta reunión de firmas integra, en cierto modo, un embrión de industria misilística de la que carece España de momento.

El SAETA tiene a su favor que sería perfectamente combinable con el SCOMBA, el sistema español de combate que Navantia incluye en sus buques más modernos. En contra: todavía no ha conseguido superar una alta dependencia exterior en componentes ni está maduro, indican fuentes de la industria de defensa.

Básicamente -y mientras no esté plenamente desarrollada el arma láser o de energía dirigida- un buque puede destruir una amenaza exterior con cohetes o a tiros. En el primer campo, más caro pero más efectivo, las fuentes consultadas no ven más opciones que los misiles Mistral III del consorcio europeo MBDA, en estudio por la Dirección de Armamento y Material de Defensa desde 2019, o el sistema norteamericano SeaRAM, de General Dynamics, firma con la que la española Indra sostiene un enconado pulso en otro terreno, el de los blindados del Ejército.

A tiros

Si Defensa opta finalmente por equipar a los buques con torres de disparo de ráfagas contra drones o cohetes, elegirá una solución más barata, efectiva contra los drones pero menos contra ciertos misiles que vuelan en baja cota.

Los expertos consultados por este diario ven a Escribano como la compañía mejor situada en este escenario, con una aplazada torre Sentinel 25RFG, capaz de disparar más de 4.000 tiros por minuto de calibre 25 mm a cuatro kilómetros de distancia.

Su competidor extranjero es la alemana Rheinmetall, con un cañón igualmente rápido y 5.000 metros de alcance, pero con munición diferente: es de 35 milímetros y en el aire se fragmenta, formando nubes de metal que pulverizan al dron o al cohete atacante.

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