Las fake news, el mal juego político


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29 de mayo, 2019



El mes de mayo ha sido electoral por partida doble en España. A los comicios locales y regionales se sumaron las elecciones al Parlamento Europeo y, según iban acercándose las fechas, aumentaron notablemente la difusión de informaciones no verificadas en redes sociales con el objetivo de confundir a los votantes para arrastrar a la mayoría a un partido u otro con anuncios imposibles, bulos malintencionados y promesas incumplidas en los mitines. Estas propuestas son informaciones engañosas potenciadas por parte del poder con la intención de engañar y desinformar a la sociedad, quien debe ceder el poder a los candidatos para que gobiernen.

En concreto, el 46% de los españoles no se cree nada de lo que se dice en redes sociales. En concreto, el 80% de los españoles considera que las redes sociales son, hoy en día, una herramienta para captar votos, percepción que aumenta entre las personas de 30 a 49 años, tal y como indica una encuesta realizada por Elogia, agencia digital especializada en Digital Commerce Marketing. Del mismo modo, las redes sociales se han convertido en un canal perfecto para que los partidos políticos lleguen a su público. De hecho, dos de cada tres españoles consideran que es un canal perfecto para seguir la actualidad política, un dato que aumenta entre los jóvenes de 18 a 29 años (72%). Además, el 63% afirma estar al tanto de lo que dicen los partidos políticos, aunque sólo la mitad lo hace de forma proactiva.

Ante esta situación, no es raro que haya un gran grupo de personas que siguen a su preferencia política en redes sociales. En concreto, hay que destacar que un tercio de los encuestados afirma seguir en redes a su partido político preferido (35%), sobre todo los grupos más jóvenes, y existe un 31% de los internautas que también sigue a otros partidos políticos, con el objetivo de conocer más propuestas.

En la actualidad, hay una gran masa social que no lee la prensa ni ve la televisión en un arrebato de desprecio hacia las humanidades y se informa a través de las redes sociales. Son los llamados millennials y generación Z, quines han generado que las campañas electorales se extiendan a otros canales de los habituales. En ese sentido, los políticos han podido comunicarse de manera directa, eficaz, activa y transparente con los ciudadanos a través de un coste publicitario muy bajo o prácticamente nulo. Esta facilidad para difundir la información ha ayudado a la proliferación de las noticias falsas pero, sin embargo, los usuarios son cada vez más conscientes de comprobar la información antes de difundirla a pesar de que un estudio realizado por la Consultora Gartner asegure que el año 2022, la mayoría de la población leerá más noticias falsas que reales en los países occidentales. Para poder evitar esta afirmación, hay diferentes medidas que los ciudadanos deben tener en cuenta. En primer lugar, hay que buscar siempre la fuente de la información de la noticia porque en las redes sociales, los cibercriminales dividen a los votantes para generar reacciones fuertes entre ellos a la vez que difunden informaciones incorrectas.

El rey de las fake news en el terreno político es Donald Trump desde que presentó la candidatura a la presidencia de Estados Unidos. El periódico The Guardian desmontó en un vídeo que las preocupaciones del líder republicano sobre la “urgencia nacional” por construir un muro ante la supuesta invasión inmigrante es falsa porque, en la actualidad, en número de personas que cruzan la frontera mexicana ha bajado considerablemente respecto a las estadísticas registradas a principios de siglo XXI. Por ejemplo, los arrestos realizados en 2017 fueron los más bajos desde 1971.

El experto opina

Las fake news no es más que la actualización técnica de uno de los principios propagandísticos de Goebbels, sólo la credibilidad ha de determinar si los materiales de propaganda son ciertos o falsos. Si es creíble y funciona, qué más da que sea mentira. Al difundirse en red se instala en el imaginario colectivo y se convierte en “realidad” para una parte de la ciudadanía, “realidad” porque es uno de los referentes que condicionan su comportamiento, por ejemplo, su voto.

Se dice que la realidad supera a la ficción, pero en la mayor parte de ocasiones la realidad es bastante plana, cotidiana. Cuando lleguen informaciones a través de la red que alteran esa cotidianidad y que tengan como protagonistas colectivos, personas o incluso situaciones que son objeto de crítica de alguna formación política, esa información debe chequearse. Y la manera más rápida y certera es buscándola en los medios de comunicación tradicionales. Porque sí, si unos inmigrantes abusan de alguien en algún lugar de España –como se mintió- los medios de comunicación lo recogerían. Si no aparece, no es que haya una confabulación de los medios para tapar esos hechos, es que directamente son mentira.

Quienes inventan y difunden fake news parten de la convicción de que la ciudadanía es necia. Pareciera que forman parte de un grupo de interés, que intentan ayudar conjuntamente a que la ideología de esas personas llegue al poder. No es el caso. No sólo mienten y engañan a esas personas, sino que las utilizan como títeres, como una simple herramienta más, para que reenvíen y difundan esa mentira. Únicamente quien está convencido de que la ciudadanía no tiene capacidad, que es irracional y necia, la utiliza de esta manera. Y si no queremos ser agentes propagandísticos sin escrúpulos, aunque sea de manera involuntaria, conviene romper la cadena del engaño y no reenviar la mentira.


Jordi Pérez Llavador
Profesor de Opinión Pública y Comunicación Política.
Grado en Periodismo. Universidad CEU Cardenal Herrera

Trump también aseguró que ha construido un muro en las zonas que separan Estado Unidos y México. Lo único que sí ha realizado es reforzar algunas vallas y no las pagan los mexicanos porque así lo desmienten los tratados comerciales internacionales aunque Trump argumentó desde hace tiempo que los aztecas ponen el dinero. México, en ese sentido, no ha destinado una partida de impuestos para la construcción de la mencionada muralla.

Por otro lado, según un estudio de la organización Avaaz, las fake news y los mensajes de incitación al odio que impulsan las opiniones de extrema derecha recibieron unos 500 millones de visitas antes de las elecciones. La investigación -llevada a cabo en seis países durante tres meses por el grupo de defensa de los derechos civiles en línea- descubrió que los grupos de extrema derecha estaban inundando las redes sociales con contenidos falsos. La ONG informó a Facebook de más de 500 páginas y grupos sospechosos que habían conseguido unos 32 millones de seguidores y más de 67 millones de interacciones. De hecho, el presidente de Brasil, Bolsonaro, aprovechó su campaña electoral para lanzar noticias falsas. En ese sentido, el hijo del mencionado candidato usó su cuenta de twitter para publicar noticias falsas que aseguraban que los códigos de las urnas electrónicas brasileñas habían sido enviados a Venezuela. También se vertieron noticias que jamás se produjeron para difamar a las movilizaciones de mujeres contra su padre. Otra de las más desconcertantes fue la del «kit gay» donde explicaban que el Haddad -su contrincante- creó el kit gay para niños de seis años como ministro de Educación de Lula: “imagine la inmoralidad que ese hombre haría como presidente de nuestro país”, se lee en el post. En realidad, el «kit gay» hace referencia a un proyecto llamado «Escuela sin homofobia», que fue impulsado por organizaciones civiles y promovido en 2011 por el ministerio de Educación, mientras Haddad lo gestionaba y cuyo objetivo era “formar a los profesores en derechos LGTBI, la lucha contra la violencia, los prejuicios y el respeto a la diversidad entre los jóvenes y adolescentes».

Las redes sociales son una herramienta muy poderosa para nuestra sociedad y tenemos a nuestro alcance los recursos necesarios para evitar la desinformación y posibles estafas de cara a las propuestas políticas. Si algo parece demasiado bueno como para ser verdad, probablemente no lo sea.

Las fake news políticas, paradójicamente, se aprovechan de la necesidad democrática de que los ciudadanos conozcan y se informen para decidir mientras socavan la propia democracia a través de propaganda mentirosa e interesada. Parten de la idea de que es más fácil reforzar la opinión que cambiarla y buscan afianzar tendencias con noticias posibles, aunque inventadas, que estén en la línea de los estereotipos y prejuicios de quienes las reciben.




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