Fake news que pueden matar


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7 de mayo, 2019



Con la salud no se juega. O no deberíamos jugar. Uno de cada tres bulos que circulan por Internet está relacionado con este tema. Así, el 75 por ciento de los vídeos de Youtube sobre cáncer contiene información falsa. Un hecho que, según los expertos, ha provocado un aumento en la morbimortalidad en pacientes que abandonan el tratamiento farmacológico y se decantan por otros sin fundamento científico, ni recomendación médica.

Una enfermedad tan grave como el cáncer es el blanco preferido para las fake news. Uno de los más «triunfan» relaciona el uso del sujetador con aro, con la aparición de cáncer mama, algo que desmienten rotundamente los expertos en ginecología.

Hasta el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha lanzado sin ningún tipo de pudor un bulo sobre el cáncer para reforzar sus críticas a las energías renovables. En su intervención durante una reunión del Comité del Congreso Nacional del Partido Republicano, Trump argumentó, sin prueba alguna, que tener un molino de viento cerca de casa «dicen que el ruido causa cáncer». «Si tiene un molino de viento en algún lugar cerca de su casa, felicitaciones, su casa simplemente perdió un 75% en valor. Y dicen que el ruido causa cáncer», espetó sin aportar prueba alguna el mandatario.

El experto opina

“En Internet se ha abierto el campo para la pluralidad de emisores de comunicación, eso que es bueno a efectos de pluralidad y participación social encierra algunos riesgos, entre ellos el más relevante la publicación de información por fuentes sin conocimiento real sobre el contenido publicado.

Es así como se han generado miles de contenidos sobre temas de salud que no están generados por fuentes fiables, como serían profesionales de reconocido prestigio, expertos reales en la materia, sociedades científicas o colegios profesionales. Todos esos contenidos son ahora accesibles a un solo clic, lo cual genera un gran riesgo dado que el receptor puede dar por válido un contenido o consejo sobre salud que en realidad se basa en algo no científico, no contrastado o no real.

Es por ello que ante cualquier contenido sobre consejos para la salud localizado en la red es necesario que hagamos al menos dos comprobaciones:

  1. Identificar la fuente para saber si es una persona experta o entidad relevante sobre el asunto en cuestión.
  2. Buscar si hay al menos otros tres contenidos que sostengan la misma postura sobre el tema de salud en cuestión o hagan la misma recomendación al respecto. Si no hay al menos otros tres contenidos de diferentes fuentes/autores con el mismo planteamiento es muy probable que ese consejo sobre salud sea un bulo y que sea peligroso.

Internet puede servirnos para informarnos sobre temas de salud y hacernos una idea de lo que nos puede o no convenir, pero nunca puede ser internet la base sobre la que tomar esas decisiones. Sí para informarnos, pero no para decidir.

Antes de tomar cualquier decisión que implique tomar cualquier tipo de fármaco consultar con el médico o farmacéutico. Antes de adoptar un estilo de alimentación concreto que pensamos que nos puede convenir consultar con el médico o nutricionista. Antes de decidir hacer algún tipo de ejercicio que pensamos que nos puede venir bien por lo que hemos leído en Internet consultar con un médico o fisioterapeuta.

Tomar una decisión sobre nuestra salud simplemente por lo que hemos leído en internet sería como escuchar una conversación sobre salud que dos personas están teniendo en la mesa de al lado mientras uno toma un café, oír en esa conversación que para determinado tipo de enfermedad o dolencia es buena tal cosa, dar por buena esa idea y aplicársela a uno mismo. Todo ello sin saber quiénes eran los que estaban en esa mesa de al lado, que con alta probabilidad estadística no serían profesionales de la salud especializados, ni las consecuencias para nuestra salud de seguir esa supuesta recomendación. De hecho es así como empiezan los bulos en la vida: uno escucha algo, lo saca de contexto, lo interpreta y lo comparte con sus conocidos. Solo que antes eso era en círculos pequeños y ahora con internet puede ser en redes con miles de impactos. Así es, con el esquema básico del rumor, como estos años se están construyendo grandes bulos falsos sobre temas de salud, algunos de ellos causantes de auténticos problemas de salud pública”

Jose Manuel Amiguet, Profesor de Comunicación y Relaciones Públicas. Grado Periodismo. Universidad CEU Cardenal Herrera.

Otro mito que no se sostiene pese a que se ha extendido durante los últimos años es que beber una copa de vino diaria es beneficiosa contra el cáncer o previene de enfermedades cardiacas, cuando los especialistas sostienen que lo ideal es lo contrario, es decir que cuanto menos alcohol consumimos, disminuimos el riesgo de padecer esta patología.

Pero existen muchos más: el zumo de limón previene los tumores, es adelgazante, mejora el equilibrio en el pH corporal y facilita la eliminación de toxinas del organismo, pero los expertos apuntan que el cuerpo tiene su propio proceso para eliminar tóxicos mediante la acción conjunta del hígado, los riñones, los pulmones y el intestino.

Los antigripales causan hemorragias cerebrales. Es otra noticia falsa que ha corrido como la pólvora por internet desde hace tiempo. Los antigripales tienen Fenilpropalamina entre sus componentes y a través de WhatsApp se extendió que un supuesto experto farmacéutico recomendaba que no se recetara este medicamento, hasta el punto de que en Brasil las autoridades sanitarias de Brasil optaron por retirarlo.

Otro de las «face news» que más han corrido por la Red apunta a que los «tápers», los recipientes de plástico utilizados habitualmente para transportar comida, provocan cáncer y no se debe almacenar alimentos en ellos ni congelarlos o calentarlos en el microondas.

Pero sin duda uno de los bulos que más daño han causado es que las vacunas provocan autismo. Semejante barbaridad ha generado que padres han rehusado vacunar a sus hijos con consecuencias muy graves en algunos casos. Esta creencia falsa se origina en un estudio clínico realizado en 1998 por un médico británico Andrew Wakefield que relacionaba la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) con el autismo. Publicado el ensayo en la revista médica «The Lancet» originó que las vacunas disminuyeran un 7%. En España, noticias similares han obligado a la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) a publicar un vídeo para rebatir con argumentos científicos las falsas creencias y las dudas que pueda tener la población sobre las vacunas.

En el tema médico, los bulos rápidamente se hacen virales. Esto se debe a varios factores: un a noticia impactante referida a la salud genera una alarma social por ser una cuestión muy sensible para la población. Como además no existe una comprobación rápida que pueda deshinchar el bulo, este cada vez se hace más grande y, por lo tanto, más creible para mucha gente. Todo ello desemboca en unas consecuencias nefastas: padres que no vacunan a sus hijos porque tienen miedo de unos supuestos efectos secundarios graves, pacientes que abandonan su medicación porque alguien les promete un remedio milagroso para su enfermedad, adolescentes que adelgazan hasta caer en la anorexia, etc.

Es cada vez más necesario combatir los bulos que hacen referencia a la salud y la medicina. Para eso ha surgido la iniciativa #SaludSinBulos, una plataforma en la que se integran profesionales sanitarios, organizaciones de pacientes y comunicadores para denunciar y desmontar las fake news de salud que circulan por internet, las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea y contribuir a que exista información veraz y contrastada sobre salud en la red. De hecho, la salud copa la mayoría de bulos en internet, según alerta un informe de la Asociación de Internautas sobre bulos y fraudes en la red.

En #SaludSinBulos se analizan las noticias publicadas en medios de comunicación para saber si exageran resultados médicos o se publica información científica o sanitaria sin contrastar. Así, ya ha desmontado bulos como el de los antigripales que provocan hemorragia cerebral o el paracetamol infectado del inexistente virus Machupo.

Los profesionales médicos coinciden en la necesidad de fomentar la educación crítica desde la infancia en las escuela y establecer lazos de confianza con los pacientes para evitar que estos recurran a medios no fiables ni seguros para obtener información sobre su salud. Internet es un recurso rápido y de fácil acceso para lograr una cantidad enorme de información, aunque no todo el mundo dispone de los recursos o herramientas precisas para poder discernir aquella información adecuada de la que no lo es. Porque, al final, puede darse el caso de que el paciente sabe más que el médico.

WhatsApp se ha convertido en el canal por el que más bulos de salud se comparten, según las conclusiones del «Informe EHON ¿Cómo actuar frente al Dr. Google?». Junto al sistema de mensajería instantánea, las redes sociales Twitter y Facebook comparten la segunda plaza como canales de difusión de «face news». Quién no ha recibido en su teléfono móvil el mensaje «¡Alerta!, ¡pásalo a todos tus contactos¡». Normalmente se trata de una noticia alarmista y sin contrastar, però que muchas personas dan por buena. Por eso es fundamental que los profesionales sanitarios asesoren e informe a los pacientes sobre los contenidos web más fiables para contrarrestar esta peligrosa tendencia.La relación entre el galeno y el paciente deviene clave a la hora de contrastar información, ya que contribuye a que los usuarios del sistema médico tengan un mayor criterio y conocimiento para analizar la información disponible sobre una enfermedad y su forma de curarla. 

Hay una unanimidad en el sector sanitario coinciden en que es necesario que los profesionales del sector realicen una labor más didáctica y empática al transmitir información a los enfermos.




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