Casi 2.200 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza en todo el mundo (2 dólares en Estados Unidos). Para erradicar esta problemática mundial es necesario crear empleos estables y bien remunerados. Por ello, las Naciones Unidas se han propuesto promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos en su Agenda 2030.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 8, que se refiere al «Trabajo Decente y el Crecimiento Económico», se creó con la premisa de encontrar soluciones a la falta de oportunidades, la insuficiencia de las inversiones y el bajo consumo, que erosionan el contrato social básico subyacente en las sociedades democráticas: todos debemos beneficiarnos del progreso.

Además, durante este periodo también se pretende alcanzar la tasa de crecimiento anual del PIB real per cápita del 7 %. En la actualidad, esta tasa va en aumento año tras año, aunque está desacelerando en muchos de los países menos adelantados.

470 millones de empleos más

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) cifra en 172 millones el número de personas desempleadas a finales de 2018, es decir, el 5 % de la población mundial. El periodo más complicado en los últimos años estuvo comprendido entre 2007 y 2012, cuando el número de personas sin empleo aumentó en 30 millones.

Los jóvenes y las jóvenes son los más perjudicados por este alto porcentaje de personas desempleadas en el mundo. No obstante, representan el 43,6 % de estas cifras (75 millones). Así pues, para mantener el ritmo de crecimiento de la población mundial en edad laboral se necesitan 470 millones de empleos a nivel mundial hasta 2030, es decir, 30 millones de empleos cada año.

Por desgracia, no solo se trata de crear empleo para todas las personas. Mejorar las condiciones de los trabajos para que todos ellos sean decentes es otra de las metas que la ONU se ha marcado en su Agenda 2030.

Para ello, primero se deben lograr oportunidades para que todas las personas puedan realizar una actividad productiva que aporte un ingreso justo, seguridad en el puesto de trabajo y protección social para las familias: 780 millones de personas no ganan lo suficiente para salir de la pobreza y otros 4.000 millones de personas carecen de protección social.

En segundo lugar, es igual de importante ofrecer mejores perspectivas de desarrollo personal y favorecer la integración social: en 2016, el 61 % de los trabajadores tenía un empleo no regulado.

Por último, se deben garantizar las mismas oportunidades en el lugar de trabajo, independientemente de su edad, género, nivel de ingresos o antecedentes socio-económicos: la brecha salarial de género se sitúa en el 23 %, los hombres ganan un 12,5 % más que las mujeres en 40 de los 45 países de los que se tienen datos y la tasa de participación de la mujer en la población activa es 30 puntos inferior a la de los hombres (63 % frente al 94 %). Si no se toman medidas, se necesitarán, al menos, otros 68 años para lograr la igualdad salarial.

Reducir pobreza y crecer

El objetivo número 8 de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas es un asunto que afecta a toda la sociedad, ya que el empleo productivo y el trabajo decente son elementos clave para lograr una globalización justa, reducir pobreza y contribuir al crecimiento de los países. Por contra, el desempleo, la inestabilidad o la ausencia de trabajos decentes conducen a disturbios y a la perturbación de la paz.

Ofrecer buenas oportunidades de empleo decente a los jóvenes requiere invertir en educación y en formación, con tal de dotarles de las aptitudes que se ajusten más a las demandas del mercado de trabajo, darles acceso a la protección social y a los servicios básicos, independientemente de su tipo de contrato, y garantizar la igualdad de condiciones.

Los gobiernos pueden trabajar para construir economías dinámicas, sostenibles, innovadoras y centradas en las personas, promoviendo el empleo de los jóvenes y el empoderamiento económico de las mujeres.

Las autoridades y las comunidades locales pueden renovar y planificar sus ciudades y asentamientos humanos, con tal de fomentar la cohesión comunitaria y la seguridad de las personas o estimular la innovación y el empleo.

Por último, otra meta que marca la ONU se centra en mejorar, de aquí a 2030, la producción y el consumo eficientes de los recursos mundiales y procurar desvincular el crecimiento económico de la degradación del medio ambiente, conforme al Marco Decenal de Programas sobre modalidades de Consumo y Producción Sostenibles