En las próximas décadas, la sociedad experimentará un crecimiento hacia la clase media, que mejorará la prosperidad individual a la vez que aumentará la demanda de recursos naturales (ya limitados). Así pues, si la población mundial alcanza los 9.600 millones de personas en 2050, será necesario el equivalente a casi tres planetas para mantener el actual estilo de vida.

Estos datos demuestran la necesidad de cambiar nuestras modalidades de consumo y producción, con tal de evitar daños irreversibles al medio ambiente. Para lograrlo, las Naciones Unidas han dedicado un espacio propio a la producción y el consumo responsable en sus Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

Con esto, la ONU pretende garantizar modalidades de consumo y producción sostenible, que consisten en fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía, la construcción de infraestructuras que no dañen el medio ambiente, la mejora del acceso a los servicios básicos y la creación de empleos ecológicos.

El lema de este 12º objetivo es «más con menos», es decir, hacer más y mejores cosas con menos recursos. Para ello, se necesita lograr la cooperación de todos los participantes de la cadena de suministro (desde el productor hasta el consumidor final); reducir la utilización de los recursos, la degradación y la contaminación; y sensibilizar a los consumidores mediante la educación sobre los modos de vida sostenibles (facilitándoles información adecuada a través del etiquetaje y las normas de uso).

Lograr una producción y un consumo más sostenible es, por lo tanto, uno de los puntos destacados de la Agenda 2030 de la ONU, puesto que conllevar una mejor calidad de vida para todos y ayuda, a su vez, a lograr planes generales de desarrollo que rebajen los costes económicos, ambientales y sociales.

El uso de energía seguirá creciendo

Si no se toman medidas inmediatas para hacer frente a los problemas derivados del uso desproporcionado de energía, el actual modelo de vida se presenta inasumible.

A pesar de que los países continúan abordando los desafíos relacionados con la contaminación del aire, el agua y el suelo, sigue aumentando el consumo de recursos naturales (sobre todo en Asia oriental) y el de energía. Al respecto de este último, se espera que aumente otro 35 % en los países de la OCDE para 2020, mientras que las energías renovables suponen solo el 17,5 % del consumo final de energía.

Por otro lado, el consumo doméstico y comercial ya es la segunda área de gasto energético que más ha crecido, después del transporte. Los hogares consumen el 29% de la energía mundial y contribuyen al 21% de las emisiones de CO2. Si toda la población usara bombillas de alto rendimiento, ahorraríamos 120.000 millones de dólares al año.

Otro de los aspectos más preocupantes para las Naciones Unidas es el uso y acceso al agua. En la actualidad, todavía hay más de 1.000 millones de personas que no tienen acceso a agua potable, que supone menos del 3 % del total del agua que hay en el mundo (y el 2,5 % está congelada en la Antártida, el Ártico y los glaciares). La contaminación de las aguas, por lo tanto, también exige respuestas, puesto que se están contaminando más rápido de lo que la naturaleza la puede reciclar y purificar.

Necesidad de afrontar cambios

Por último, las Naciones Unidas destacan unos sencillos cambios que pueden dejar grandes resultados para solucionar esta problemática mundial.

En el caso de las empresas, estas deben encontrar nuevas soluciones que ofrezcan modalidades de consumo y producción sostenibles, además de aprovechar su poder innovador para diseñar soluciones que lleven a estilos de vida sostenibles.

El primer paso para ello es identificar donde las intervenciones tienen mayor potencial para mejorar los efectos ambientales y sociales del sistema.

Por su parte, los consumidores deben tratar de reducir los desechos y actuar de forma reflexiva. Algunas buenas praxis para ello son: no tirar alimentos, reducir el consumo de plástico o tomar decisiones informadas a la hora de comprar.