La degradación de los bosques, la desertificación y la deforestación, son algunos de los problemas más graves a los que se enfrenta la Humanidad. Proteger los ecosistemas terrestres y asegurar la biodiversidad del planeta es vital para mejorar la calidad de vida de las personas.

Anualmente, desaparecen 13 millones de hectáreas, otros 3.600 millones sufren desertificación debido a la degradación de las zonas áridas, y el 52% de la tierra de uso agrícola se ve afectada por la degradación del suelo. Además, entre 2010 y 2015, se perdieron 3,3 millones de hectáreas de áreas forestales. Todo ello, a pesar que el 15% de la tierra está bajo protección.

A escala medioambiental, los bosques cubren el 30,7% de la superficie terrestre del planeta y albergan el 80% de la biodiversidad. Sin embargo, este problema también es social, ya que la situación de los bosques afecta a 1.600 millones de personas, que dependen directamente de ellos, y el 75% de las personas más pobres del mundo se ven afectadas por la degradación.

Ante estos datos tan alarmantes, las Naciones Unidas decidieron crear una dimensión específica dentro de la Agenda 2030. La «Vida de ecosistemas terrestres», objetivo número 15 de los ODS, trabaja por lograr una gestión sostenible de los bosques, luchar contra la desertificación, invertir la degradación de la tierra y detener la pérdida de biodiversidad.

Erradicar la degradación forestal

La deforestación y la degradación forestal se traducen en una pérdida de hábitat para las especies, una disminución en la calidad del agua dulce, degradación de la tierra y un incremento de las emisiones de carbono a la atmósfera.

La actividad humana tiene un impacto inevitable sobre los ecosistemas, aunque se deben adoptar medidas con tal de minimizarlo. En este aspecto, hay una serie de acciones que contribuyen mucho a reducir el impacto de los humanos sobre el planeta: reciclar, comer alimentos locales, llevar a cabo un consumo responsable o limitar el uso de energías. Es necesario sensibilizar a las comunidades locales de la importancia de actuar con conciencia ambiental, para mejorar la salud del planeta y la de las personas.

Además, los bosques tienen un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. Ayudan a proteger la diversidad biológica y a la población indígena, además de fortalecer la gestión de los recursos naturales y de aumentar la productividad de la tierra.

Proteger la biodiversidad

Los bosques son muy importantes para la recreación y el bienestar animal. Además de ello, ayudan a crear y mantener el agua, el aire y los alimentos que, tanto los humanos como los animales, consumen.

Detener la pérdida de biodiversidad es uno de los principales objetivos que tiene la ONU para los próximos años: el 8% de las 8.300 especies de animales conocidas se ha extinguido y otro 22% está en peligro.

La deforestación y la degradación de los bosques que dan refugio y sirven de hábitat a millones de animales son un grave problema, pero también la caza furtiva y el tráfico ilícito de vida silvestre han contribuido a la pérdida de la biodiversidad durante las últimas décadas. Así pues, 7.000 especies de animales y plantas han sido señaladas como víctimas del comercio ilegal en 120 países del mundo.

En este punto, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en alianza con Mars y Finch, puso en marcha una iniciativa destinada a transformar las vidas de los animales en todo el mundo. «The Lion’s Share», que se aplica desde junio de 2018, pretende captar 100 millones de dólares anuales a través de las empresas de comunicación. El plan pretende recaudar el 0,5% de las inversiones de estas empresas en medios por cada anuncio en el que utilicen a un animal. El proyecto está destinado a transformar las vidas de los animales en todo el mundo, invirtiendo este dinero en conservar la vida silvestre y el bienestar animal.

Unos costes muy elevados

Los problemas medioambientales afectan, directa o indirectamente, a los 17 ODS que puso en marcha Naciones Unidas en 2015. Las consecuencias negativas de los problemas ambientales, sociales y sanitarios también tienen un alto coste económico.

La secretaría del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques estima un coste anual de 70.000-160.000 millones de dólares para lograr una gestión forestal sostenible.

Además, el Convenio sobre la Diversidad Biológica calcula un coste anual de 150.000-440.000 millones de dólares para detener la pérdida de diversidad biológica.

Los desastres naturales que se deben al resultado de la actividad humana y al cambio climático cuestan más de 300.000 millones de dólares anuales.

Por otro lado, todavía se desconocen las capacidades que tienen los microorganismos e invertebrados para mejorar los ecosistemas. Un ejemplo de ello es el valor que tienen los insectos y los portadores de polen, que repercuten en más de 200.000 millones de dólares a la economía alimentaria mundial.

Por último, el 75% de los medicamentos más demandados contienen extractos de plantas que se verían amenazadas si no se pone coto al problema medioambiental.

Metas para 2020 y 2030

Con tal de mejorar la situación de los ecosistemas terrestres, las Naciones Unidas decidieron poner sobre la palestra el problema de los bosques y la biodiversidad, con tal de sensibilizar a la población y a los Estados. La ONU ha establecido unas metas para conseguir en dos periodos: uno inmediato, en 2020; y otro a medio/largo plazo, en 2030.

Las metas con vistas más inmediatas, para 2020, abogan por velar por la conservación, el restablecimiento y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres y de agua dulce; lograr una gestión sostenible de los bosques; poner fin a la deforestación; recuperar los bosques degradados e incrementar la forestación y reforestación a escala mundial; proteger las especies amenazadas y evitar su extinción (erradicando la caza furtiva y el tráfico de especies protegidas); prevenir la introducción de especies exóticas invasoras; e integrar los valores de los ecosistemas y la biodiversidad en la planificación local y nacional.

Para el final de los ODS, en 2030, el 15º objetivo pretende velar por la conservación de los ecosistemas montañosos y adoptar medidas para evitar la degradación de los hábitats naturales.