La sostenibilidad implica sacrificios y la optimización de recursos es clave cuando se habla de la gestión del agua. Esa es la conclusión a la que llegaron hace unos días expertos y autoridades públicas sobre la materia en el Club Diario Levante. El espacio de debate albergó un nuevo desayuno informativo en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU, organizado por Levante-EMV y patrocinado por Facsa, la Autoridad Portuaria de València y Caixa Popular.

En este caso, se abordó el objetivo número 6, que marca la necesidad de garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todas las personas. A la cita acudieron diferentes actores que intervienen en el proceso de gestión y saneamiento, tanto del sector privado como del público.

En esta ocasión, el encuentro contó con la vicepresidenta de la Diputación de València y responsable de Medio Ambiente en la institución, Maria Josep Amigó, el director general del Agua, Manuel Aldeguer; el catedrático de Mecánica de Fluidos Enrique Cabrera; el director general de Facsa, José Claramonte; el responsable de medio ambiente de la Autoridad Portuaria de València, Santiago López y el gerente de la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (Emshi), Joaquín Juste.

De forma unánime, la jornada comenzó con la puesta en valor de la importancia de un bien imprescindible como es el agua. Un elemento finito que es extremadamente necesario para la vida de toda la humanidad.

Maria Josep Amigó advirtió de la necesidad de tomar conciencia del «privilegio de abrir el grifo y tener acceso al agua». En la pandemia, dijo, «nos hemos dado cuenta de lo importante que es tener acceso a un saneamiento y las administraciones públicas hemos de incidir en el uso responsable del acceso al agua».

Mantener el alcantarillado

Así, Amigó también alertó de la «mala conservación del alcantarillado» y el descuido «histórico» por parte de las administraciones públicas a estas infraestructuras subterráneas. En este sentido, Manuel Aldeguer matizó que a pesar de que sí hay un sentido de la responsabilidad global, «el origen y la distribución del agua es algo muy complejo y los políticos no hemos estado a la altura de las circunstancias». Hacía referencia a las estructuras deterioradas y recursos disponibles sin explotar, lo que ha generado que haya mucho dinero invertido, pero una gestión deficitaria. «Los ayuntamientos históricamente no se implican y la Generalitat mira hacia otro lado», dijo. Asimismo, destacó que desde el Consell «se han invertido millones porque era necesario para resolver los problemas históricos en el proceso de saneamiento del agua».

Así, todos coincidieron en que el problema de la gestión sostenible del agua radica, precisamente, en cómo se gestiona. Enrique Cabrera apuntó, de forma contundente, que «el problema es la gestión que se realiza de los recursos disponibles». «Las inversiones son importantes y muchas no se acaban de amortizar», señaló, Coincidieron, también, en que no se puede hacer frente a los costes de mantenimiento de estas infraestructuras en las que se invirtieron en su día y prometen para el futuro mayor planificación.

Para José Claramonte, hay tantas administraciones con competencias en el agua que la gestión se hace muy complicada. Así, aludió al concepto de «gobernanza del agua» para «instar a los actores implicados a integrar competencias que favorezcan iniciativas sostenibles conjuntas» pues el alto consumo de agua embotellada es «una realidad que va en contra de un consumo cada vez más sostenible». Cabrera, por su parte, añadió que las tarifas del agua que pagamos se dividen en dos tercios para el agua potable y uno para el alcantarillado, cuando un aumento en presupuesto de este último elemento subterráneo mejoraría de forma global la calidad de las aguas del grifo.

La clave, según comentaron en en el encuentro, es la optimización de recursos, la reutilización de las aguas para destinarlas a un segundo o un tercer uso y la correcta localización de las potabilizadoras para ahorrar energía y garantizar el abastecimiento con la recarga de los acuíferos.

En este sentido, Aldeguer incidió en el problema de la «sobreexplotación» de los acuíferos. «Se están quedando sin agua», remarcaba. Hay localizaciones donde el agua acumulada se extrae para abastecer a otras zonas y eso provoca, según razonó el director general, que haya territorios que se queden «secos».

Evitar los errores del pasado

A pesar de una historia «insostenible», las prácticas están cambiando. Este hecho también lo reconocieron de forma unánime. Santiago López apuntó que el objetivo de la Autoridad Portuaria de València es conseguir un saneamiento que se resuma en cero vertidos al mar. «Hemos invertido más de 4,5 millones para conseguir este propósito a través de una conexión de las aguas sanitarias de los usuarios del puerto a la red del alcantarillado del Ayuntamiento de València».

Todos confluyeron en que «no hay que caer en los errores del pasado» y para el futuro, prevén una gestión del agua sostenible, con petición de subvenciones europeas conscientes y equilibradas con las infraestructuras actuales.

En este sentido, el catedrático Enrique Cabrera opinó que «pedir dinero es fácil, pero en el día a día hay que hacer las cosas bien hechas». «Aprovechemos los errores, hagamos las inversiones que sean necesarias y estudiémoslo bien», apuntó, haciendo referencia, una vez más, a la importancia de la gestión global del ciclo del agua. José Claramonte coincidió en que no «se deben abordar proyectos que luego son insostenibles, hay que aprovechar el empujón de las inversiones, planificar el futuro y dosificar recursos». Sin embargo, también advirtió que solo con la inversión no será suficiente, «es el empujón para empezar».

Amigó añadió que es necesario que todas las instituciones «unan esfuerzos para mejorar la calidad de la vida de las personas, que trabajemos de la mano sin reparar de dónde viene los fondos». Además, también reparó en la importancia de saber qué fondos vienen de la UE. «A veces parece que ese dinero no sea nuestro pero sí lo es, hay que ser responsables», dijo.

Tecnología para ahorrar

Por otra parte, Santiago López puso el foco en la importancia de los fondos europeos para invertir en tecnología como herramienta para optimizar el uso del agua y ahorrar costes. «La sostenibilidad requiere inversiones e innovación.La automatización en algunos procesos es muy interesante para, por ejemplo, ahorrar costes por menos episodios de fugas de agua controlando el proceso de forma tecnológica», comentó.

López también incidió en la necesidad de «descarbonizar» los puertos valencianos (València, Sagunt y Gandia) ¿Cómo? Una vez más, aludió a la necesidad de implantar energías renovables y realizar estudios de innovación que optimicen los procesos y los hagan más sostenibles. «La tecnología puede hacer que se gaste menos agua en riego, por ejemplo», señaló. Joaquín Juste, de la Emshi, se sumó a esta propuesta y puso en valor la monitorización de los procesos del agua.

«La sostenibilidad tiene un coste y ese coste es el sacrificio», concluyeron ayer en el encuentro. También, según apuntó Maria Josep Amigó, «la educación ambiental es más necesaria que nunca». Así, en palabras de la vicepresidenta de la Diputación «la sostenibilidad se integrará en la sociedad a través de enseñar por qué es tan importante el ahorro energético» y por eso «no podemos dejar de lado la educación».

Amigó terminó su intervención destacando que «cada vez más población da importancia a los procesos sostenibles para salvar el planeta».