Las Naciones Unidas abogan por trabajar conjuntamente en lograr sinergias entre todos los agentes sociales -gobierno, sociedad civil, científicos, mundo académico y sector privado- y alcanzar un programa exitoso a nivel global, nacional, regional y local. Estas alianzas se deben construir, según la ONU, sobre principios y valores, visión y metas comunes, que sitúen a la gente y al planeta en el centro, priorizándolo sobre los intereses individuales.

Para ello, las Naciones Unidas se han propuesto, dentro de su Agenda 2030, revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible que se pactó en 2015 y que pretendía poner fin a la pobreza, reducir las desigualdades y combatir el cambio climático.

Necesidad urgente de actuar

«Para aplicar con éxito la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, debemos pasar rápidamente de los compromisos a la acción. Para ello, necesitamos alianzas sólidas, inclusivas e integradas a todos los niveles». Así lo expresó el ex secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en el momento de la creación de estos ODS, en 2015.

Desde entonces, se ha logrado progresar en las alianzas para el financiamiento, con ayudas dirigidas a los refugiados, principalmente.

El nivel más alto de asistencia oficial para el desarrollo se situó en 135,2 billones de dólares en 2014.

Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer y se debe tratar de lograr más alianzas para la prestación de servicios fijos masivos, que tienen un coste muy elevado en la actualidad.

También destaca la falta de censos de población y vivienda en algunos países, lo que impide la posibilidad de desglosar datos que sirvan como base para implementar políticas y programas de desarrollo.

Además, las Naciones Unidas evidencian la necesidad de realizar una acción urgente para movilizar, redirigir y desbloquear el poder transformador de billones de dólares de los recursos privados para cumplir con los ODS. Son necesarias inversiones a largo plazo, incluida la extranjera directa, en sectores críticos de los países en desarrollo, como las energías sostenibles, infraestructuras, transporte o tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

El sector público, por lo tanto, deberá repotenciar sus esquemas de trabajo, reglamentos y estructuras de incentivos para atraer nuevas inversiones y fortalecer el desarrollo sostenible.

Por último, cabe destacar también la necesidad de reforzar los mecanismos nacionales de control, como las entidades fiscalizadoras superiores y las funciones de supervisión de los órganos legislativos.

Un problema de alcance mundial

La Agenda 2030 es universal y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) afectan a todos los países, a los que insta a adoptar medidas para garantizar que nadie se quede atrás.

En este punto, hay que movilizar los recursos existentes y otros -desarrollar tecnologías, recursos financieros, crear capacidad...- y lograr que los países desarrollados cumplan sus compromisos de la asistencia oficial para el desarrollo.

Para hacer balance de los progresos logrados en el plano mundial, identificar los aspectos susceptibles de mejora y recomendar las medidas correctivas oportunas, las Naciones Unidas celebran un Foro Político de Alto Nivel anualmente sobre el Desarrollo Sostenible.

Por lo tanto, es fundamental lograr una alianza con múltiples interesados, a fin de lograr aprovechar la relación entre los ODS y mejorar su eficacia y repercusión, además de acelerar la consecución de estos.