Décadas atrás los agricultores valencianos esperaban que las condiciones meteorológicas acompañaran para lograr una gran cosecha. El campo, a priori, era sinónimo de riqueza. Ahora, sin embargo, la sensación es diferente. Algunos incluso confiesan que les es más rentable la compensación recibida por el seguro tras sufrir una tormenta de granizo que que la cosecha llegue a buen puerto. Los bajos precios marcados por los intermediarios ahogan a los productores y la globalización golpea con fuertes competencias exteriores ligadas a la llegada de nuevas plagas para las cosechas. La única solución que se atisba, según apuntan los propios protagonistas, es una agricultura sostenible

«No es opcional, hay que ir hacia la sostenibilidad», aseveró José Antonio Rico, presidente del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunitat Valenciana, durante el desayuno informativo «La agricultura valenciana, hacia un modelo más sostenible» celebrado el pasado martes en las instalaciones de Levante-EMV. En la cita, que fue moderada por el periodista Julio Monreal y patrocinada por Caixa Popular, participaron, además de Rico, Vicent Marzá, subdirector general de Agricultura y Ganadería; José Francisco Sales, vicepresidente de AVA-Asaja; Carles Peris, secretario general de La Unió de Llauradors; Salvador Marín, presidente de la Federación de Comunidades de Regantes de la Comunitat Valenciana (Fecoreva); Josep Llopis, responsable de Agro de Caixa Popular; y Ernesto Serra, director general de la Comunidad General de Usuarios del Canal Júcar-Turia.

En esa búsqueda de un modelo más sostenible aparece con mucha fuerza la agricultura ecológica, un movimiento que nació en los años 70 del pasado siglo y que ahora goza de gran posición en la Comunitat Valenciana, con alrededor de 4.000 operadores. «Somos la segunda comunidad autónoma de España en número de empresas, lo que quiere decir que hay un mercado que demanda agricultura ecológica. Facturamos 656 millones de euros en la Comunitat Valenciana al año, el 25 % del volumen de toda España», explicó José Antonio Rico, que apunta que se trata ya de un movimiento con «mucha tradición». «Desde los años 90 ya se ha conseguido exportar a Europa», recalcó.

Vicent Marzá, subdirector general de Agricultura y Ganadería. M. Á. Montesinos

«El consumidor debería ser una persona más informada y comprar producto local»

Vicent Marzá - Subdirector general de Agricultura y Ganadería

«Entiendo que todas las actividades sociales están obligadas a evolucionar y a ser más eficientes, por lo que no comprendo que la agricultura convencional no apueste por una agricultura de precisión y menos contaminante», insistió Rico, que aseguró que «no es opcional, hay que ir hacia la sostenibilidad, pero es un proyecto muy ambicioso que requiere compromiso».

Y ¿por qué ese éxito de la agricultura ecológica? «Porque se ha juntado lo que entendían necesario unos productores y lo que querían unos consumidores. Es un modelo productivo que respeta a los extremos: al productor y al consumidor. Solo falta que quien esté en medio tenga ese compromiso. El peligro está en que se rompa el contacto entre consumidor y productor. De momento, los intermediarios han respetado esas características, pero el peligro está en que intervengan y rompan esa relación», reveló Rico.

José Antonio Rico, presidente del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunitat Valenciana. M. Á. Montesinos

«Hace falta una renta agraria digna. Que uno pueda trabajar en el campo y se pueda ganar la vida»

José Antonio Rico - Presidente del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunitat Valenciana

¿En qué se basa esa agricultura ecológica? Principalmente en evitar el uso de productos químicos y fitosanitarios. En ese sentido, Vicent Marzá, subdirector general de Agricultura y Ganadería, defendió la labor de la conselleria: «La administración valenciana es probablemente la que más está apostando por mecanismos de lucha biológica, con seres vivos, ácaros o insectos, que reducen o eliminan la plaga». 

Así, Marzá recordó que la conselleria tiene dos insectarios, en Almassora y Silla, y tiene otro proyectado en Elx, y que también trabaja con insectarios nodriza «para que cooperativas o empresas puedan tener insectarios propios y sean autosuficientes, para que así sea el sector quien los produzca y combata las plagas», la bioplanta de Caudete de las Fuentes o el evolucionario del Institut Valencià d’Investigacions Agràries (Ivia).

Eso sí, incidió en que «la lucha biológica requiere tiempo». «Todo el mundo quiere soluciones rápidas, pero exige una aclimatación y un tiempo», apuntó, al tiempo que recordó la labor realizada contra la plaga de mosca del Mediterráneo con la suelta de moscas estériles para reducir su población, o contra la mosca de la olivera o el cuc de l’arròs, o el uso de trampas contra el picudo para proteger el palmeral d’Elx.

Carles Peris, secretario general de La Unió de Llauradors. M. Á. Montesinos

«No hay protocolos de importación ni control de aduanas para evitar plagas»

Carles Peris - Secretario general de La Unió de Llauradors

Competencia y plagas

«El camino hacia la sostenibilidad alimentaria es inevitable», refrendó Carles Peris, secretario general de La Unió de Llauradors, que, no obstante, aludió a que «los problemas de adaptación a los estándares son tan exigentes, que necesitamos que sean a nivel mundial para que todos compitamos en las mismas condiciones».

Precisamente, una de esas ventajas de los productos del exterior es el uso de determinados activos fitosanitarios. «Hacemos una agricultura destinada a un producto fresco en un mercado muy competitivo como es Europa, y puede venir cualquier otro país sin necesidad de adaptarse a esos estándares tan exigentes, como por ejemplo ciertos productos de Sudáfrica con activos prohibidos aquí. ¡Es ridículo!», lamentó Peris. «Además, no hay protocolos de importación ni control en aduanas lo suficientemente preparados para evitar la introducción de plagas. Hay que pensar en un comercio más ordenado y riguroso», añadió.

José Francisco Sales, vicepresidente de AVA-Asaja. M. Á. Montesinos

«Lo único que se pide es competir en igualdad de condiciones, también en materia laboral y fiscal»

José Francisco Sales - Vicepresidente de AVA-Asaja

«Claro que tenemos que ir a un modelo sostenible, y creo que los agricultores valencianos lo están haciendo», defendió José Francisco Sales, vicepresidente de AVA-Asaja, que, del mismo modo que Peris, se quejó amargamente de la competencia de la producción procedente del extranjero: «Estamos en un mercado europeo, que es el nuestro, con importaciones de países terceros con condiciones mucho más ventajosas, que además provocan la introducción de plagas como el cotonet. La parte política es responsable de ello: no se puede competir con mercados como Egipto o Sudáfrica». «Lo único que se pide es competir en igualdad de condiciones, también en materia laboral y fiscal», agregó.

«Se ha anunciado un pacto verde que contempla la reducción de fitosanitarios, fomentar la agricultura ecológica... pero hay que dar alternativas a los agricultores, no solo limitar las herramientas», mantuvo Sales, que apuntó que «hay un error en la opinión pública: piensan que queremos usar fitosanitarios, y no es verdad. Queremos herramientas biológicas, pero a veces no es suficiente y al final hay que utilizar una vía química».

Salvador Marín, presidente de la Fecoreva. M. Á. Montesinos

«Sin una agricultura de regadío potente, la desertificación llegaría más rápido»

Salvador Marín - Presidente de la Fecoreva

Modernización del regadío

No obstante, en esa apuesta por hacer una agricultura más sostenible, Sales reivindicó que «la Comunitat Valenciana no ha incrementado su superficie de regadío, a diferencia de otras. Hacemos un sobreesfuerzo para regar gota a gota». «Creo que los valencianos estamos siendo un ejemplo», valoró.

Para ello, una de las claves ha sido la modernización de su sistema de regadío. «Estamos haciendo más producción con menos agua. El 70 % del Canal Júcar-Turia está modernizado. Hay que ser conscientes de que adaptarse al cambio climático va a suponer un coste económico muy importante», señaló Ernesto Serra, del Canal Júcar-Turia.

«La agricultura de regadío es seis veces más productiva», aseguró Salvador Marín, presidente de Fecoreva, que defendió además el papel del regadío de cara a la lucha contra el cambio climático: «Si no hay agua, no hay agricultura. Es un binomio que va de la mano. Somos la primera barrera contra la desertificación. Sin una agricultura con un regadío potente, la desertificación llegaría más rápido desde el sur». 

Josep Llopis, responsable de Agro de Caixa Popular. M. Á. Montesinos

«El sector agrario se ha movido mucho por su modernización y se ha adaptado a los cambios»

Josep Llopis - Responsable de Agro de Caixa Popular

A su vez, Marín recordó que, aunque el 70 % del riego ya es localizado, «aún hace falta invertir más en tecnificación y modernización». «Ya hay cosas que se han quedado obsoletas. Todo se hace para que haya un mayor ahorro de agua, como por ejemplo las sondas de humedad para que se riegue solo cuando hace falta», insistió. 

Estos cambios los puso en valor Josep Llopis, responsable de Agro de Caixa Popular, quien reivindicó también que «el sector agrario se ha movido mucho por su modernización y se ha adaptado a los cambios, y está compitiendo con injusticia con producciones que no cumplen con la legislación». 

«Queremos dar ese apoyo para que se siga avanzando hacia la sostenibilidad y buscar soluciones financieras adecuadas, como por ejemplo para los jóvenes agricultores o a la modernización tecnológica. Estamos abiertos a replantear fórmulas de financiación», apuntó.

Rentabilidad económica

De un modo o de otro, la clave definitivamente es que el modelo también sea viable en lo económico. Así lo recordó Rico: «Hace falta una renta agraria digna. Que uno pueda trabajar en el campo y se pueda ganar la vida». «La parte económica ha de tener una cierta rentabilidad, cubrir los costes de producción y tener un beneficio. Si se olvida la parte económica, se acabarán abandonando las tierras», expuso Sales.

En ese sentido, Marzá apuntó hacia los consumidores: «Es la dictadura del consumidor la que pone unos estándares de calidad que han de cumplir los productores para acceder al mercado». «El consumidor debería ser una persona más informada y debería comprar un producto local. Algo estamos haciendo mal como sociedad. Tenemos una tarea muy importante que hacer: concienciar del consumo de los productos de la tierra». «Es mucho más ecológico consumir producto local», respaldó Serra.

Ernesto Serra, director general de la Comunidad General de Usuarios del Canal Júcar-Turia. M. Á. Montesinos

«Hay que ser conscientes de que adaptarse al cambio climático tendrá un coste importante»

Ernesto Serra - Director general de la Comunidad General de Usuarios del Canal Júcar-Turia

«El consumidor ha de poner de su parte. Aún así, paga lo suficiente en el supermercado para que todo el mundo pueda vivir, pero no es así. La administración debería avalar a un supermercado que cuide a su gente», respondió Rico.

«Que se venda el producto local, y cuando no se tenga, que se traiga de cualquier otro lado. No tiene sentido tener cebollas aquí fuera de venta y que se traigan de Nueva Zelanda. ¿Dónde está ahí la lucha contra el cambio climático?», lamentó Sales. «Aquí se apostó más por las grandes empresas que por el pequeño productor. Estamos muy enfocados hacia la gran superficie en detrimento del pequeño comercio», refrendó Marzá. «El precio se fija desde arriba hacia abajo porque los distribuidores tienen un poder tremendo. Tiene que haber un reparto justo. Para un agricultor 4 o 5 céntimos es la vida o la muerte», culminó Sales.