La fiesta fallera vive su temporada alta en el calendario de presentaciones de falleras mayores, que todavía se prolongará en los fines de semana de enero y hasta algo entrado febrero para entronizar definitivamente a las reinas de cada barrio. Antes de que se llegue a esa fecha, algunas comisiones albergan otros protocolos. Y si hay uno antiguo, que se entronca con tradiciones nupciales antiquísimas, es el de exhibir el traje en casa.
Se trata de un rito que se conserva en aquellas zonas del «cap i casal» que conservan una cierta idiosincrasia de «pueblo». Es muy habitual, por ejemplo, en los Poblats Marítims, Benimaclet y las pedanías. El ritual es sencillo, pero barroco a la vez: convertir una habitación de la casa (o un garaje o una planta baja) en una sala en la que se muestra los trajes a estrenar. Es la visión opuesta, por ejemplo, el misterio casi obsesivo del traje de la fallera mayor de Valencia. Aquí se destapa todo día y medio antes.
Ayer, por ejemplo, inauguró el suyo la fallera mayor de Reina-Vicente Guillot. María Peris Carabal ya tiene renglones en la historia de la fiesta: perteneció a la corte infantil de 2004. Han pasado los años y ahora, convertida en una joven de 21 años, estudiante de ingeniería de obras públicas, pasa gustosamente por el trono adulto. Su presentación será el domingo y la tradición manda abrir la casa para que todo el mundo pueda contemplar su ajuar. Tres trajes completos, incluyendo el de la presentación, que también acompaña del corpiño liso de la ofrenda y la mantilla. Los vestidos han sido realizados por Cosas Cucas y en el caso del de la presentación es un «San Jorge», un lampazo rojo valentino estilo Siglo XVIII, todo ello referenciado en unos carteles explicativos a pie de traje. Complementos, decoración, regalos y flores completan el «belén». Desde el primer minuto (se había anunciado que estaría dispusto desde las seis de la tarde de ayer) amigos, familiares, falleras mayores del sector y todo aquel que tiene algo que ver con la reina del barrio acude a felicitar y pasar un rato en una particular vigilia.
