Dentro de dos meses, los monumentos falleros serán apenas un recuerdo. Habrán dejado atrás su legado de sensaciones: tanto los premios que reconocen a unas y castigan a otras como lo que es, en teoría, su objeto primordial. La crítica. Esa que, en muchos casos, se esconde todavía sobre capas de blanco, a la espera de surgir con la llegada de los pinceles, que están a punto de entrar en acción de forma profusa.

Con matices más o menos agudos, las fallas son un reflejo bastante fiel de la sociedad que la rodea. Un espectador que las mirara todas y tomara nota de sus denuncias, alabanzas y reflexiones tendrá una visión del tiempo presente. Con más o menos sesgo, con más o menos superficialidad, con más o menos acidez.

Tras las últimas presentaciones de bocetos, y a dos semanas de la edición del Libro Fallero, ya se conoce la práctica totalidad de proyectos. Una análisis visual del fondo y la forma deja algunos elementos distintivos. A nivel de argumentario, resulta previsible que los trabajos siguen teniendo un componente de severidad y crítica. A malos tiempos, fallas ceñudas. Mucho más que en la feliz primera década. Y mucho menos de lo que quisieran algunos sectores de la fiesta o tangentes a ésta, que acusan a las fallas „y por ende, a los artistas„ como elemento de crítica de ser más suaves de lo que la actualidad demanda (especialmente, si los receptores de la crítica debieran ser de la ideología contraria). Pero donde también el miedo al «castigo» atempera en no pocas ocasiones la carga de profundidad.

«¡Crisis€ y lo que queda!», «Aigua al coll», «Benvinguts a l'infern», «Cerebros a a fuga», «El circ de la gran mentira», «El paraiso perdido», «Estos si que son unos piratas», «Les set pagues», «Miénteme Pinocho», «Molta por, pero poca vergonya», «Mos toquen la gaita», «Paràsits», «Quins temps més dificils», «Valencia ciutat enfonsada» son algunos de los lemas que dejan entrever contenidos altamente críticos, tanto en versión generalista como local.

Pero no hay que dejarse llevar sólo por el lema. Es sobre el terreno donde se pueden captar mejor los mensajes. Valgan estos ejemplos: «Els deu manaments€ i uns quants més», por ejemplo, se planta en María Ros-Manuel Iranzo y representa a Moisés asombrado de ver el parado siete millones, la momia que está esperando que la operen, el logotipo de los Juegos Olímpicos que es un sobre o un obelisco en el que se lee: «A la próxima voteu a Ali Baba. Soles be amb 40 lladres».

«Congreso de Imputados»

Porque ahora hay muchos más en la clase política. Y en Cristóbal Sorní-Maestro Martín (¡¡A mi la legión!!», bajo una cabra llena de costurones hay un «Congreso de los Imputados» con una bandera pirada, mientras los petimetres saquean una nevera vacía.

En cualquier caso, las fallas repetirán una constante de estas épocas: habrá muchos personajes conocidos en forma de ninot. Pero no como remate. Por alguna razón que pervive al paso de los años, el político es mucho más proclive a ser retratado como figura de tamaño pequeño que grande.

Algo de lo que no se librará Rita Barberá, quien ya ha sido cúspide de falla en varias ocasiones. En el mes de marzo la veremos en Pérez Galdós-Jesús haciendo las veces de Kate Winslet sobre el Titanic y en Músico Espí aparece arriba de un castillo sosteniendo las llaves de la ciudad. Hay otro remate, el de Alfonso el Magnánimo, que tiene elementos de su estilismo habitual. Ni siquiera «La caiguda del imperi€. Marianooo», de Pío XII-Jaume Roig incluye una figura grande del presidente del gobierno, quien, por contra, no se librará en las escenas. Se espera también la presencia abundante de Pablo Iglesias, un personaje muy fácil de caracterizar por su aspecto físico, todo lo contrario que, por ejemplo, Pedro Sánchez, con quien los artistas lo tienen bastante más complicado.

Para reflejar el estado de las cosas, la cúspide de la falla suele recurrir a tipos genéricos pero de fácil metáfora. Guerreros de todas épocas, brujas, egipcios, cocineros, vaqueros, payasos y, sobre todo, piratas, remate por excelencia para estos menesteres.

Otros pueden exponer sus críticas sin necesidad de estas figuraciones. En Salamanca-Conde Altea será un gran urinario el que servirá para exponer las quejas. O las escobas de Castellón-Segorbe y tantos otros.

La falla Rojas Clemente es, en cualquier caso, un ejemplo muy bien traído por Miguel Banaclocha. «L'invent espanyol» presenta a un inventor rodeado de algunos de los más grandes éxitos del talento hispano: el autogiro, la fregona, el chupa-chups, el futbolín, el submarino... y el enchufe, la caja B y, como número uno, en un pedestal, el bocadillo de chorizo.

Pero 382 son muchas fallas. Y no todos los repertorios temáticos tienen que estar necesariamente dedicados a poner en un brete a los políticos. Los problemas de la fiesta fallera, que son consecuencia inmediata de lo anterior, es un recurso muy habitual en estos tiempos. Pero hay casos especialmente dramáticos: los de aquellas comisiones que lo están pasando muy mal y lo hacen ver en sus monumentos.

A esta tendencia se apuntan este año Portal de Valldigna, que planta un ave Fénix reivindicando su continuación; y La Parreta, que llena de aves y huevos porque «En guany plantem per ous». También los problemas de los artistas falleros son un argumento recurrente.

Hay argumentos acompañados de construcciones peculiares, como el fragmento de plaza de toros que se verá en Obispo Jaime Pérez-Luis Oliag. O el monarca que, bajo el lema «Viva el papa, viva el rey, viva el orden y la ley» presenta como primera obra propia el cubano Leonardo Gutiérrez o el sicotrópico submarino amarillo de los Beatles para Cádiz-Los Centelles o el flamenco ave de faralaes de Sevilla-Denia.

Bailén-Xàtiva se dedica a la enfermedad de Alzheimer. Els Generals incluye a Rafaela Carra como remate, al igual queParsifal lo hace en Borrull-Socorro. Y original es la presencia de Sorón, un personaje de la saga de Zelda (Menorca-Luis Bolinches, de Jorge Navarro). La evolución máxima son las fallas I+E que tienen su legión de seguidores.

Los amigos de la vareta no sólo se podrá ver, y en cantidades industriales, en la plaza del ayuntamiento. Juanjo García la incorpora a todos sus proyectos. Conformará sus especiales montajes de Alta, General Urrutia, Fray J. Rodríguez o Ausias March-Na Robella.

En clave de misterio se plantan dos fallas. Ignacio Ferrando juega perfectamente con el concepto de «La Falla de la Curva», que no es otra que la de Calabazas-En Gall. Rodrigo Núñez juega con los enigmas en su habitual feudo de Polo y Peyrolón, aunque la Atlántida comparte espacio con la ciudad de las Artes. El cambio climático será el argumentoen Llorers-Arquitecto Lucini.

Ante la duda, no hay que alarmarse. No habrá figuras de Mahoma, ni como retrato ni como alusión, al menos en remates, lo queno quiere decir que, llegado el momento, no haya algún y yihdista en forma de ninot. Sin embargo, la iconografía cristina será quemada sin problemas. Este año Alberto Ferrer representará en el remate de Jesús Morante y Borrás-Caminot el Ojo de la Providencia, para su proyecto «Padre, no los perdones porque saben lo que hacen». Y no queda nadie de la antigua Grecia para quejarse de los dioses helenos que caerán pasto de las llamas.