Una multitud entre callejuelas

Un milagro en la Xerea

La falla Plaza de Sant Bult destaca por su elevado censo, a contraestilo de la gran mayoría de fallas de la parte vieja

Un nutrido grupo de falleros de Sant Bult, durante la visita al taller de los artistas de 2015.

Un nutrido grupo de falleros de Sant Bult, durante la visita al taller de los artistas de 2015. / Levante-EMV

moisés domínguez | valencia

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Si contamos de murallas hacia adentro, la comisión más grande es la de Ribera-Convento Santa Clara. Pero la falla Telefónica no responde, obviamente, al arquetipo de lo que se entiende por Ciutat Vella, la Ciutat Vella de calles reviradas y barrios en precario. Ni Telefónica, ni Avenida del Oeste, ni Periodista Azzati ni alguna más.

Pero en el mundo de las callejuelas, adoquinados y fincas vacías, hay una comisión que destaca por sortear la dinámica de una gran mayoría de las mismas. Es la de la Plaza de Sant Bult. Con sus 221 falleros adultos es la 82 más grande del censo. Una auténtica multitud que pierde en la distancia a las siguientes con características urbanas parecidas (Plaza del Pilar, Ripalda-Beneficencia, Na Jordana...).

«Esta falla es contraestilo de las de toda esta zona. Sorprendentemente, cerca del 40 por ciento del censo es gente que vive en el barrio. Aquí todavía sales a la calle y saludas a mucha gente porque son conocidos». Pero la historia de la falla de Sant Bult no siempre fue fácil. Francisco López Moral, uno de los presidentes más veteranos del censo, cogió la presidencia hace 31 años «y estaba a punto de desaparecer, con poco más de una docena de falleros. Primero hubo que sanear las cuentas y tratar de sobrevivir». Pero la auténtica explosión ha sido en los últimos años. «Ahora mismo estamos bien estructurados, con grupos de edad. Hay un grupo de más mayores, pero hay otro muy importante de menos de 35 años, que son los que tomarán el relevo. Y por debajo hay bastantes más infantiles de lo que podríamos ni imaginar años atrás. Este año, por ejemplo, hemos tenido siete nacimientos».

¿Cual es el secreto para sobrevivir tanto a la crisis general como a un entorno que no es el más cómodo del mundo?. «Posiblemente, el haber hecho todos una gestión seria y con los pies en el suelo. Los presupuestos los hemos cumplido siempre». Disponen de dos plantas bajas unidas y en régimen de alquiler y ahora andan buscando una tercera para poder expandirse. El antiguo cine Xerea les ha servido de espacio para las cenas multitudinarias. No es una comisión que destaque en los grandes concursos, pero no parece importarles. «Lo más importante que tenemos es el carácter familiar. A pesar de ser tantos. También por ese motivo hay muchas cuotas de tipo familiar, que no obligan a grandes dispendios. Es verdad que siempre perdemos algún fallero, como los que viven fuera y que acaban apuntándose a la falla de donde residen. Pero el salto de altas y bajas es positivo casi constantemente». A su nivel, en la era moderna han sido un enemigo de cuidado en la competición: cuatro victorias en los últimos nueve años.

Por el especial carácter de barrio-casi pueblo, gran parte de los falleros pertenecen también a la otra gran fiesta del barrio, la de Sant Bult, considerada la más antigua de la ciudad «y que también estaba a punto de desaparecer». El futuro es tranquilo, pero bueno. «Ahora mismo, no podemos quejarnos. Y creo que hacemos una labor importante en el barrio».

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